Raimon cantautor valenciano, todo un referente de la cultura catalana por su activismo incondicional en defensa de la lengua, mira el proceso soberanista con cierta distancia. Así lo explicó hace algunas semanas en un programa de la radio pública catalana abriendo una Caja de Pandora que hasta el momento algunos creían conveniente no destapar. Raimon no es independentista porque nunca se lo había planteado -dice-, y no ha querido implicarse en nada porque no ve claro que la deriva catalana vaya a llegar a buen puerto. Las declaraciones que hizo, alertando además del peligro que suponía a nivel cultural la secesión de Catalunya, han puesto sobre la mesa un asunto que desde hace meses se discute con la boca pequeña. Y es que qué pasa con los Països Catalans y en que situación quedan el resto de territorios de habla catalana dentro del proceso soberanista catalán es un debate molesto para algunos pero extremadamente necesario para otros.
El sentimiento de Raimon lo define muy bien Toni Infante, portavoz de la Plataforma por el Derecho a Decidir del País Valencià (PDaD-PV). "Hay personas que pese haber estado implicadas en luchas o reivindicaciones culturales no habían previsto un escenario como el actual y lo están viviendo con angustia", confiesa Infante, que achaca este desasosiego al miedo a que la respuesta por parte de Madrid sea la represión cultural y lingüística de los territorios que permanezcan dentro del Estado español. Esta sería, como la de muchos otros, la postura de Raimon, pero no es la única y, según Infante, tampoco la mayoritaria. Si bien hay un sector de la población que se enfrenta al proceso desde este sentimiento pesimista, también hay un grupo de personas que lo viven desde el lado radicalmente opuesto. "Es el grupo que de hecho más se está ampliando, personas que no se cuestionaban el status quo pero que ven, en el proceso catalán, una oportunidad de cambiar el sistema", sentencia. Un sistema que, debido a los elevados y sonados casos de corrupción política ocurridos en la Comunidad Valenciana y en Baleares, se halla en quiebra, y que provoca entre la ciudadanía la necesidad de ruptura y escisión con el escenario que soporta en la actualidad. El proceso catalán y su reflejo en otros territorios también tiene sus detractores. Discursos identitarios como el del Partido Popular o el de grupos de presión de tendencia blaverista en Valencia no admiten ni reconocen términos como el de Països Catalans. Concepto que, por otro lado, también ha sido motivo de discusión perpetua a lo largo de los últimos años, incluso entre los afines. Los Països Catalans son hoy por hoy una realidad lingüística y cultural que comprende un amplio territorio: las actuales comunidades autónomas de Catalunya, Comunitat Valenciana y las Islas Baleares. Pero también la Franja de Ponent y la Catalunya Nord, ubicadas geopolíticamente en Aragón y Francia, respectivamente; la comarca del Carxe en la comunidad autónoma murciana, el estado de Andorra y la ciudad de Alguer, en la isla de Cerdeña (Italia). Superficie que abasta unos 70.520 kilómetros cuadrados y engloba una población de alrededor de 15.000.000 de habitantes.
unidad lingüística y cultural Los Països Catalans no han sido nunca una entidad política como tal, aunque a lo largo de la historia algunos de los territorios sí hayan configurado reinos y unidades políticas independientes. De hecho, no es hasta 1876 cuando esta terminología se utiliza para denominar lo que hoy es la unidad lingüística y cultural que ha configurado la nación catalana. Así lo argumenta Carles Castellanos, líder histórico del independentismo de izquierdas catalán, filólogo y traductor, y hasta hace unas semanas vicepresidente de la Assamblea Nacional Catalana (ANC). "Els Països Catalans son una nación cultural claramente definida, pero desde del punto de vista político son un proyecto de futuro, es decir, una nación política en construcción", puntualiza.
Que el Estado español responda a una posible independencia de Catalunya con un ataque feroz a la identidad de las Baleares y de la Comunidad Valenciana es una preocupación latente, aunque también hay quien lo ve como parte de un proceso que culminará con la secesión definitiva de todos los territorios que conforman los Països Catalans. Toni Rico, historiador y profesor de secundaria, y autor del libro No tots els mals venen d'Almansa, así lo asume. "Los agravios que están por venir no harán más que polarizar todavía más a la sociedad valenciana, el conflicto se convertirá en visceral y la mayoría se autorreconocerá como valenciana y con derecho a autodeterminarse", explica. No deja de ser este un proceso similar al que ha llevado a Catalunya a la situación actual. Los desplantes económicos, administrativos y judiciales acaecidos durante estos últimos años son los responsables, en mayor medida, del auge del pensamiento independentista, que durante décadas ha permanecido latente en pequeños círculos de militantes a lo largo y ancho del territorio.
Círculos que Josep Guia, un histórico del movimiento independentista, considera cruciales y claves para explicar el punto de no retorno de la sociedad catalana. Este profesor de la Universidad de Valencia y actualmente miembro del comité ejecutivo del PSAN (Partit Socialista d'Alliberament Nacional) estima también que es una constante histórica que los procesos políticos, económicos y culturales que en un primer instante han aflorado en Catalunya han acabado por trasladarse al País Valenciá. Guia afirma que "el creciente conocimiento del empobrecimiento de nuestro país a causa de la espoliación centralista ayuda a ver el proceso catalán con simpatía y emulación".
En este sentido Castellanos también converge en que en el País Valencia y en las Islas Baleares se están produciendo movimientos en la conciencia política, lo que algunos han denominado las primaveras valencianas y mallorquinas. En palabras de Infante, "afloran los miedos, pero también las ilusiones". Y son éstas las que pretenden capitalizar organizaciones surgidas estos últimos meses como la Plataforma pel Dret a Decidir dels Valencians. Conscientes de que el mar de fondo que se genera en la sociedad valenciana debe concretarse en algo, las personas que lideran proyectos y entidades de reforma como la PDaD del País Valenciá tienen claro que su hoja de ruta pasa, inevitablemente, por un proceso de pedagogía y de empoderamiento de la ciudadanía. "Debemos socializar la idea de que no tenemos derecho a decidir, ni como ni individuos ni como colectivo, en ningún ámbito de nuestra vida, solo así lograremos reconocernos como sujetos con derecho a auto determinarnos", dice Infante.
Esta labor pedagógica bien la conocen en la ANC, que desde su fundación ha trabajado en este sentido hasta convertirse en uno de los motores del proceso catalán. Pero solo en Catalunya, ya que su labor no contempla participar activamente en los procesos del resto de territorios de los Països Catalans, pese a que reconozcan que la nación catalana está constituida por todos ellos. La propia configuración de la ANC a nivel territorial ya supuso en su momento un tema de fricción. La Catalunya Nord, que comprende territorio del Estado francés, y la Franja de Ponent, actualmente parte de la comunidad autónoma de Aragón, son territorios incorporados dentro de la estructura de la Assamblea, pero no lo son las Baleares ni el Pais Valencià.
aportación de la anc Castellanos matiza que dentro de la ANC, miembros de la comisión de Països Catalans colaboran con la iniciativa Espai Mata de Jonc, donde se trabaja por el desarrollo de la conciencia política del proyecto colectivo con todos los agentes implicados en su construcción. Desde el pasado marzo se promueve la adhesión al documento Compromís pels Països Catalans, en el cual se abordan las principales medidas que debería asumir un nuevo estado catalán con los territorios connacionales. Documento que responde a la preocupación de muchos valencianos en este caso y que verbaliza Infante cuando pide ex profeso que el principado de Catalunya adopte el firme compromiso de no abandonar a su suerte al resto de territorios. Castellanos considera que el Estado español cometería un gravísimo error si "se vengara" de los catalanes con políticas agresivas y represivas sobre el resto de territorios de habla catalana. Y zanja: "El camino hacia la libertad de los Països Catalans es un proceso que ya se ha desencadenado en todo el territorio, con ritmos diversos, pero encaminado hacia un mismo objetivo".