la campana de la destruida iglesia de San Juan volvió a repicar en la ofrenda floral por las víctimas del bombardeo de Gernika en el cementerio de Zallo. Lo hizo como cada 26 de abril desde aquel de 1937 en el que la Legión Condor nazi y la Aviazione Legionaria italiana destrozaron la villa con una carga mortal de 28 toneladas de bombas. El emotivo responso y la entrega de los premios Gernika por la Paz y la Reconciliación centraron los actos en recuerdo de un ataque aéreo que la localidad foral jamás olvidará. Los llamamientos efectuados ayer por responsables políticos y los supervivientes del ataque aéreo instaron a mantener viva la memoria.
La larga jornada de conmemoración dio inicio con el primer homenaje de la jornada, tributado por el PNV local al alcalde que debió de hacer frente a la destrucción de Gernika, José de Labauria. La siguiente cita se trasladó al busto del periodista británico George Steer, quien junto a Labauria y el lehendakari Aguirre, resultó fundamental para expandir en el mundo lo acontecido el 26 de abril de 1937. Poco después se otorgaron los premios Gernika por la Paz y la Reconciliación en el teatro Lizeo. En su décima ocasión, el reconocimiento recayó en John Wynne, aviador de la fuerza aérea británica que centró sus esfuerzos en estrechar lazos de unión entre un pueblo de Gales y Pforzheim, localidad alemana hermanada con la localidad foral. El periodista y escritor de Arratzu Manu Leguineche -fallecido hace pocos meses- también fue merecedor del premio por su labor cubriendo conflictos, denunciando la barbarie de las guerras.
Los instantes más emotivos llegaron por la tarde. Fue a las 15.45 cuando Gernika pudo rememorar el miedo que sus habitantes padecieron en 1937. Entonces sonó la sirena que 77 años antes trató de avisar a la población civil de la destrucción que se avecinaba. Al profundo sonido le siguió la iniciativa Gernika 4 minutu, en la que los ciudadanos se pararon a recordar el horror.