los derechos de las naciones han sufrido de nuevo otro ataque por parte del PP y PSOE; dos partidos que persiguen los mismos objetivos aunque los disfracen tras aparentes diferencias. Y aún más: dos socios que coinciden en su enrocado centralismo y que, tarde o temprano, llevarán a España a posiciones de todavía mayor debilidad y en la que no estarán ni el pueblo catalán ni el vasco.

El Estado español nos trata continuamente con desprecio y agresividad, da la espalda a los mínimos derechos democráticos de los pueblos y aborta cualquier posibilidad de acuerdo y solución a las demandas de Catalunya y Euskadi. Esta semana esa larga lista de despropósitos se ha visto ampliada con otro no rotundo a que el pueblo catalán celebre su referendo. Le han negado la transferencia de la competencia para celebrarlo pero no le han quitado el deseo de independencia de la gran mayoría social catalana.

El debate en el Congreso de Madrid nos regaló unos argumentos que no merecen ser repetidos aquí pues suponen un insulto a la inteligencia. No quieren y ya está. Tampoco merece la pena recordar que la competencia solicitada, según el artículo 150.2 de la Constitución de 1978, podría ser transferida con toda normalidad si fueran partidos profundamente demócratas, pero no es el caso. No les da la gana porque saben el resultado final. La lectura de todo esto es el miedo que tienen a que, antes o después, Catalunya decida su camino, como saben que también lo hará el pueblo vasco.

Resulta patético que una pregunta tan sencilla como ¿Quiere usted que Catalunya sea un Estado? haya sido elevada a la categoría de arma peligrosa por quienes no respetan los deseos de la ciudadanía. Creo que va a ser interesante el clima político de aquí al 9 de noviembre ya que el president Mas parece querer liderar y poner en práctica las decisiones del Parlament de Catalunya. En ese sentido, su afirmación de que "se puede decir no a una ley, pero no se puede parar la voluntad del pueblo de Catalunya" resultó muy gráfica.

Euskadi también ha estado presente en ese debate. No me gustó la utilización de la imagen del lehendakari Ibarretxe por Artur Mas cuando, con poco acierto, justificaba no ir a defender la consulta a Madrid ya que, decía, no quería repetir la imagen de Ibarretxe, pues el president de Catalunya no podía salir "derrotado con la cola entre las piernas". Mucho peor fue la actitud de algunos medios de comunicación y políticos españoles que, intentando aprovechar el viaje, ridiculizaban ahora la intervención del lehendakari en defensa del nuevo estatus político hace nueve años, mentían sobre el rigor de la exposición de entonces y negaban, incluso, los improperios oídos en la Cámara Baja en aquel debate de 2005. Allí se insultó mucho, no me lo han contado, estaba en la tribuna de invitados.