Gasteiz - La consejera de Seguridad, Estefanía Beltrán de Heredia, defendió el dispositivo desplegado por la Ertzaintza el pasado 3 de marzo, con motivo del Foro Económico Mundial que se celebró en Bilbao, porque se logró el objetivo principal de salvaguardar la sede de la cumbre, el Museo Guggenheim, y porque "se evitaron males mayores", es decir, que los incidentes registrados en la Gran Vía y después en el Casco Viejo se extendieran a toda la ciudad. En una comparecencia realizada a petición propia en la Comisión de Instituciones, Seguridad y Justicia del Parlamento Vasco, la consejera aseguró que la intervención de la Policía vasca "obedeció a criterios de eficacia, proporcionalidad e idoneidad para priorizar la integridad física de los ciudadanos".

Rechazó, por tanto, las críticas que se han producido en las últimas semanas, y que ayer reprodujeron los representantes del PSE, PP y UPyD en la Cámara vasca, en relación a una supuesta falta de coordinación, inacción y escasez de materiales de los agentes en una jornada en la que se produjeron unos altercados que el Consistorio de Bilbao valoró en 100.000 euros. Tras afirmar que en la víspera del Foro predominó la "normalidad y la ausencia de incidentes" gracias al "dispositivo específico desplegado para cubrir las necesidades de seguridad", explicó que los disturbios se produjeron al amparo de la manifestación con mayor participación de las que tuvieron lugar el día 3.

En concreto, la marcha que partió de la Plaza del Arriaga, formada por unas mil personas, "se vio envuelta en incidentes graves prácticamente desde su inicio". Cuando esta columna se juntó en la Plaza Moyúa con la que salió de forma simultánea del Sagrado Corazón, los participantes ya alcanzaban las 3.000 personas, hasta que la Ertzaintza tuvo que interrumpirla ante el cariz que habían tomando los acontecimientos. Beltrán de Heredia señaló que "no disolver la manifestación fue una decisión ponderada que evitó riesgos mayores", ya que de haberlo hecho se hubiera "puesto en riesgo a los ciudadanos y manifestantes, y la expansión de los altercados a otras calles hubiera tenido un efecto multiplicador en daños materiales y personales, prolongándose en tiempo y espacio". Ese día se llevaron a cabo 59 identificaciones, siete detenciones y una imputación.

"Escenario dantesco" En una intervención con profusión de gráficos explicativos y vídeos de esa jornada, la responsable de Seguridad afirmó que "cargar contra la manifestación" era lo que los radicales deseaban con el fin de extender los incidentes por toda la ciudad y llegar así hasta el Museo Guggenheim. En este sentido, el director de la Er-tzaintza, Gervasio Gabirondo, presente en la comparecencia junto al viceconsejero de Seguridad, Josu Zubiaga, dijo que "los violentos" se refugiaron en la marcha e "incitaron a la Ertzaintza a intervenir". "Por un lado, había que salvar a un grupo de personas que se manifestaban pacíficamente en pos de sus reivindicaciones y, por otro, controlar a un grupo reducido de violentos que deseaban reventar la manifestación y hacer estallar una bomba de violencia que se multiplicase por las calles de Bilbao", aseveró.

Según él, la Policía vasca "no podía realizar una intervención indiscriminada", ya que ello hubiese "sumado a los violentos" a un grupo de manifestantes que se habrían sentido "agredidos, encontrando razones para actuar violentamente sumándose a los altercados". "Vehículos cruzados y quemados, medios de transporte inutilizados, comercios saqueados y personas heridas, hasta un escenario todo lo dantesco que cada uno quiera imaginarse", afirmó.

"Críticas desorbitadas" El representante de EH Bildu Oskar Matute evitó criticar el dispositivo policial e incluso resaltó que hubo "una cierta atención al principio de proporcionalidad". Así, se limitó a plantear cuestiones técnicas como el coste total del operativo y el número de agentes movilizados. Muy al contrario, PSE, PP y UPyD arremetieron con dureza contra Beltrán de Heredia. El socialista Mikel Unzalu denunció la "autocomplacencia" de la consejera y criticó que su relato "no tiene ni una pizca de autocrítica". Con él coincidió la popular Nerea Llanos, que afirmó que "hubo momentos de grave inseguridad ciudadana", mientras que Gorka Maneiro (UPyD) pidió la dimisión de todos los responsables de Seguridad presentes. Por parte del PNV, Iñigo Iturrate tachó las críticas de "absolutamente desorbitadas".