HASTÍO y agotamiento se han apoderado del PP en el epílogo del año, acogotado por el desarrollo del caso Bárcenas y temeroso por si la presunta contabilidad B de su extesorero y, por extensión, de la formación con sede en Génova interfiere en la agenda electoral y en el proceso de los comicios europeos del próximo mayo. La dirección popular se ha equivocado en sus cálculos de cara a 2014 al sopesar que el juez de la Audiencia Nacional Pablo Ruz no encontraría mayores indicios acerca de los sobresueldos en negro a los dirigentes del partido liderado por Mariano Rajoy, ya que existía la convicción de que antes de cerrar 2013 se archivaría la pieza separada de la trama Gürtel. Nada más lejos de la realidad, el magistrado ha destripado el corazón financiero del PP al comprobar cómo los conservadores destruían las agendas y los discos duros de Bárcenas, de ahí que el pasado jueves día 19 enviara a las oficinas populares a agentes de la Udef -unidad policial de delitos económicos- para que se les entregara toda la documentación relacionada con quien durante dos décadas controló todo el dinero que entraba, salía y se manejaba en el PP.
En las 14 horas de investigación requisaron 5.067 folios en conexión con la reforma de las oficinas de Génova, frente a las 520 fotocopias que la dirección del partido facilitó el 10 de agosto pasado a Ruz, que indaga un supuesto delito fiscal por los presuntos pagos en B por esas obras. El acta de ese registro precisa que esos miles de folios fueron repartidos en 31 legajos por los policías que escanearon los documentos, y recoge igualmente que los correos electrónicos del extesorero Álvaro Lapuerta y del exgerente Cristóbal Páez estaban "borrados" cuando fueron solicitados por los agentes de la Udef.
Bárcenas ha presidido el debate político en el Congreso y en la política en general, traspasando fronteras, al erigirse en la pesadilla del presidente español, que ya en enero vio cómo se truncaba su agenda y le impedía afanarse en defender su cuestionada directriz económica. Primero fue el descubrimiento de las millonarias cuentas del extesorero en Suiza, que logró sacar al extranjero al menos hasta 48 millones de euros; y después, la acusación lanzada contra el propio partido y quienes lo dirigen, con Rajoy a la cabeza, por supuestamente haberse lucrado con dinero negro. La publicación de los papeles de Bárcenas, con las anotaciones de la contabilidad paralela, se convirtió en un dardo hacia la línea de flotación del PP, en centro de la contienda parlamentaria y en manjar para la oposición, que demandaba explicaciones e incluso la dimisión del propio presidente si éste no las daba ipso facto, postura en la que se empeñó hasta el límite sin dar su brazo a torcer hasta que la situación se tornó en insostenible. Desde el inicio el partido en el poder negó la mayor y huyó de la evidencia, vinculando su suerte y su palabra a Bárcenas y afirmando que solamente había una contabilidad, la oficial, aunque los silencios de sus mandatarios y las diversas reacciones frente a lo que, día sí y día también, se fue aireando en los medios de comunicación eran cuestionadas desde fuera y desde dentro de la formación popular.
el desliz de cospedal La secretaria general, María Dolores de Cospedal, fue la destinataria de gran parte de los reproches como encargada de transmitir el mensaje de la cúpula, especialmente por aquella sonrojante explicación de la "indemnización en diferido" a Bárcenas para justificar el pago de la Seguridad Social al exsenador una vez que éste ya había dejado de pertenecer al PP. Tampoco ayudó al principio el mutismo de su líder, o que soltara aquello de que todo era falso "salvo alguna cosa", antes de comparecer a través de un plasma sin que la prensa tuviera derecho a interpelar, o seleccionando él a los periodistas. Caían las hojas del calendario con el PP rechazando las continuas peticiones de comparecencia del presidente, algo que al fin sucedió tras amagar el PSOE con la moción de censura y después de las nuevas revelaciones, como los mensajes de móvil que Rajoy se intercambió con Bárcenas cuando el extesorero fue imputado por el caso Gürtel.
"Ni voy a dimitir ni voy a convocar elecciones". Éste fue el broche del máximo dirigente del PP al monográfico en el que consideró que su "única culpa" fue confiar en quien no lo merecía. "Me equivoqué en pensar que era inocente quien no lo era", zanjó como huérfano reconocimiento en el alambicado escenario en que se movía, negando cualquier irregularidad en Génova y en la percepción de sueldos y sobresueldos que, matizó, sí recibieron pero como parte de complementos a sus trabajos y siempre procedente de dinero legal. "Váyase cuanto antes, váyase por bien de este país", le pidió el secretario general del PSOE, Alfredo Pérez Rubalcaba. "No me voy a declarar culpable porque no lo soy (...) Y porque no tengo constancia alguna de que mi partido se haya financiado ilegalmente; el suyo sí, y lo han dicho los Tribunales". "Y aunque no soy un compendio de virtudes, como usted, señor Rubalcaba, soy una persona recta y honrada", le espetó Rajoy...
Todo, mientras la vida de Bárcenas en prisión irrumpía en las tertulias televisivas, a imagen y semejanza de un serial, y al tiempo que su mujer, Rosalía Iglesias, trataba de presentarse como víctima, que lo fue cuando un perturbado incluso maniató a la familia Bárcenas en su propio domicilio. Todo un culebrón a la espera, eso sí, de que el extesorero cantara las bombas informativas que en verdad aún no han visto la luz.
El caso, que afectó al PP de la CAV por cómo se sufragó su sede en Bilbao, aún sigue vivo en la AN porque el juez Ruz estima que hay "indicios" de una contabilidad B continuada en el tiempo. La instrucción del magistrado condujo a Cospedal y a otros dirigentes, como Arenas y Álvarez-Cascos, a declarar en calidad de testigos, pero no fue el único capítulo judicial de la presidenta de Castilla-La Mancha, que perdió su demanda contra Bárcenas. Y si bien la presunta corrupción en Génova 13 ha ayudado a que el partido se despeñe en las encuestas, la nula capacidad de los socialistas en recuperarse del último sopapo electoral mantiene al partido de Rajoy, cuya valoración (2,42) está por los suelos según el propio CIS (Centro de Investigaciones Sociológicas), por delante.
los regalos a la familia mato Para colmo, una de sus ministras, la de la cartera de Sanidad, Ana Mato, y su entonces marido, Jesús Sepúlveda, exalcalde de Pozuelo de Alcorcón, quedaron involucrados en la red Gürtel al destaparse que la trama corrupta les regaló, entre otros, viajes turísticos por 50.000 euros y artículos de lujo de la firma Louis Vuitton, al tiempo que sufragó "eventos familiares particulares" como fiestas de cumpleaños con su confetti y payasos incluidos, que costaron más de 11.800 euros. Este mismo diciembre se supo que anotaban como "ficticio" los desplazamientos de la pareja y de sus hijos desde Madrid a Dublín, Tenerife, Compostela, Jerez, Sevilla o Mérida. La ministra también ha pasado casi de puntillas por los hechos, férreamente defendida por su líder y sin consumarse el previsible relevo.
En este contexto es Cospedal, junto al abogado del PP, Alberto Durán, quien dirige sin consultar con nadie la estrategia frente al caso Bárcenas-Gürtel. Y si el borrado de los ordenadores ya resultó muy criticado internamente, atacar a la policía y al juez por su último auto también ha deparado rechazo en las filas populares porque "no es lo más inteligente", corroboran en privado. En el entorno de la secretaria general insisten en que Ruz se equivoca, que el partido entregó todos los papeles que tenía que dar el pasado agosto, que todo está en orden y que, cómo no, no hay ningún pago en B de la obra de su sede central. En el PP no dejan de resonar muchas críticas a los magistrados y sobre todo a un sistema de instrucción interminable. Y tratan de hacer piña apuntando en una sola dirección: "Todo lo relacionado con la mala imagen del partido tiene que ver con un tipo que está en la cárcel, con un impresentable".
blesa, gonzález, matas... El annus horribilis popular culmina con el registro de la sede del PP horas después de conocerse el tráfico de comunicaciones entre el presidente de Caja Madrid, Miguel Blesa, con la familia Aznar y tras la imputación de la mujer del presidente madrileño Ignacio González por la compra de un ático en Estepona a través de un paraíso fiscal, por lo que habría incurrido en delito de blanqueo de dinero. Pero no han sido los únicos casos que han diezmado la ya torcida silueta del PP. Cabe recordar que recientemente el veredicto unánime de un jurado popular consideró "culpable" de corrupción por segunda vez al que fuera presidente de Baleares, Jaume Matas, que está pendiente de que el Gobierno español le indulte o no. El tribunal determinó que Matas, ministro con Aznar (2000-2003), cometió en 2007 un cohecho impropio, al prevalerse de su cargo público de primera autoridad autonómica para reclamar 42.111 euros: un sueldo para su esposa. Y es que usó su capacidad de influencia y ascendencia para comprometer al empresario hotelero Miguel Ramis, que factura 170 millones al año y tiene 34 hoteles.
Rajoy confía en la recuperación de la economía y la mejora del mercado laboral como arma para aumentar su apoyo social antes de los comicios europeos de mayo, sin dilucidarse todavía su candidato. Pero es consciente de que un paso adelante y en su contra del juez Ruz, o de Bárcenas, puede reventar sus propósitos de año nuevo y ejercer de voladura de un proyecto por el que camina ejerciendo de funambulista.