El documento presentado ayer en Glasgow bajo el título El futuro de Escocia, tu guía hacia la independencia supondrá la base en la que muchos escoceses sustentarán su voto el 18 de septiembre de 2014. A diez meses de la consulta, el Gobierno presenta su proyecto de país para una Escocia independiente con tres ejes muy marcados: la pertenencia a la UE del nuevo estado, la creación de una "zona esterlina" para mantener la libra y la fortaleza económica de Escocia.

El primer ministro escocés, Alex Salmond, fue muy claro al respecto a la pertenencia a la Europa. "Escocia será un miembro bienvenido en la UE", aseguró Salmond. El Libro Blanco destaca que pasar a formar parte del club europeo será un proceso de "continuidad". Y es que, según la lógica escocesa, no están buscando nuevos acuerdos o tratados, por lo que la única transición sería la de dejar de ser una "parte de un miembro" como es Reino Unido, y ocupar su propia silla como país independiente. Se mantendrían todas las condiciones en las que actualmente se encuentra la nación, con la diferencia de que podrá tener voz propia en las instituciones europeas.

El detalle radica en que una de esas condiciones es la de no adherirse al euro, algo que "los nuevos países" deben hacer obligatoriamente. Sin embargo, una de las condiciones para entrar en la Eurozona es que el nuevo estado miembro haya sido parte del Mecanismo de Tipos de Cambio (MTC II) durante dos años seguidos. Este mecanismo ayuda a controlar los tipos de cambio entre el euro y el resto de monedas europeas. Reino Unido no es miembro de este MTC II, tampoco lo es Escocia, por lo que no cumpliría uno de los requisitos obligatorios para adherirse al euro. Alex Salmond señaló como ejemplo a Suecia, que lleva siendo miembro de la Unión Europea desde el año 1995 pero no ha adoptado el euro.

zona esterlina Por lo tanto, la moneda que utilizaría el nuevo estado escocés seguiría siendo la libra. El jefe del gabinete de Edimburgo apuntó a que "lo mejor tanto para nosotros como para el resto de Reino Unido" es crear una "zona esterlina". De esta manera, se mantendría la misma divisa a ambos lados de la frontera. El nacionalista recordó que "Reino Unido es el principal socio comercial de Escocia" y que "el sentido común" dicta que lo más adecuado es no cambiar de divisa.

Durante la presentación del Libro Blanco, el primer ministro escocés, y su número dos, Nicola Sturgeon, resaltaron especialmente la fuerza que Escocia tiene como agente económico. La viceprimer ministro aseguró que "más allá de toda duda, Escocia puede permitirse ser independiente". Según el Gobierno escocés, si su crecimiento entre 1977 y 2007 hubiera ido a la par del de las naciones europeas de su mismo tamaño, la zona norte de la isla tendría un Producto Interior Bruto 3,8% más alto que el actual, lo que significaría unas 900 libras más por cada escocés. Por su parte, Salmond señaló que, hoy por hoy, la zona norte de la isla sería "la octava potencia económica mundial". Precisamente a este respecto, el Libro Blanco argumenta que el 98% de las reservas de petróleo británicas en alta mar se sitúan en aguas escocesas. Además, el informe recalca que el país genera ya un tercio de su energía utilizando fuentes renovables y es uno de los líderes mundiales en el sector.

Otra de las claves mencionadas en el Libro Blanco es el "déficit democrático" que, según los nacionalistas, sufre Escocia. Durante 34 años en los últimos 68, la zona norte ha sido gobernada en Westminster por partidos a los que no votaron. Además, el 89% de los parlamentarios escoceses en Londres votaron en contra del recorte económico del 2012 y 8 de cada diez se negaron a la privatización del servicio postal que se llevó a cabo en 2010. Este es un argumento recurrente en los círculos nacionalistas ya que la sensación predominante entre los independentistas es que la voz escocesa no se tiene en cuenta en la Cámara de los Comunes. Alex Salmond se mostró tajante al respecto, asegurando que la "verdadera cuestión es que nosotros, los escoceses, somos los más indicados para tomar decisiones en Escocia".

Monarquía constitucional El 24 de marzo de 1603 se unieron las coronas escocesa e inglesa y, desde entonces, siempre ha reinado el mismo monarca en ambos territorios. El gobernante Partido Nacional Escocés (SNP, en inglés) propuso el mismo día, pero del año 2016, para que el país comience a funcionar por sí solo. Sin embargo, Alex Salmond destacó ayer que la reina Isabel II seguiría siendo la jefa de Estado en caso de que el año que viene se opte por la separación. De esta manera, Escocia se convertiría en el decimoséptimo país de la Commonwealth en tener a la reina británica como jefa de Estado. Aunque existe un movimiento republicano al norte de la isla, lo cierto es que esta es una de las cuestiones que menos preocupan a los ciudadanos y en la que más unidad muestran tanto independentistas como unionistas.

El Libro Blanco establece también que Escocia se convierta en miembro de la OTAN pero con la condición de no albergar armas nucleares en su territorio. De hecho, Alex Salmond se comprometió ayer a que el armamento nuclear que actualmente alberga Escocia desaparezca del país durante la primera legislatura del nuevo Parlamento, es decir, antes del año 2020. En este sentido, según la hoja de ruta del ejecutivo, se destinarán 2.500 millones de libras anuales al futuro ejército escocés. Unas fuerzas armadas que se centrarán en la capacidad marítima con el objetivo de proteger las costas escocesas y el Mar del Norte y cuyo objetivo será incrementar los efectivos hasta unos 15.000 soldados profesionales y 5.000 reservistas.

El Futuro de Escocia: tu guía hacia la independencia es un libro de 670 páginas que el Gobierno quiso hacer lo más accesible posible. En este sentido, el líder del gabinete animó a los escoceses a que "lean el documento, lo comparen con la situación actual y decidan entonces el sentido de su voto". Para ello, han sido publicadas 20.000 copias y se puede descargar en formato libro electrónico desde la página web www.scotsreferendum.com o llamando por teléfono.

Durante la presentación, el jefe del gabinete escocés aseguró que "sabemos que tenemos la gente, las habilidades y los recursos para hacer de Escocia un país más exitoso. Lo que necesitamos ahora son herramientas y poderes para crear un estado más competitivo que impulse la economía". Nicola Sturgeon añadió que "la independencia no es un fin en sí misma, sino un medio para crear una Escocia mejor y más justa".

La corona.

El Estado escocés tendría en su jefatura a Isabel II, reina de Inglaterra, jefa de Estado del Reino Unido y de 16 de los 53 países que componen la mancomunidad de la Commonwealth. La aceptación de Isabel II como su jefa de Estado convertiría al nuevo estado independiente en una monarquía parlamentaria, un sistema tradicional europeo, de fuerte arraigo en la cultura anglosajona, y que colocaría a Escocia al nivel de países como Canadá o Australia.

Europa

Escocia continuaría perteneciendo a la Unión Europea, como hasta ahora. El territorio escocés es territorio comunitario y si, como dice Bruselas, lo que suceda es un asunto interno del Reino Unido, las autoridades comunitarias no deberían hacer otra cosa que reconocer esa 'decisión interna'. El proceso es acordado con Londres, con lo que no tendría sentido que el Gobierno británico se opusiese. Escocia no sería un tercer país a integrarse porque ya es UE. El problema estaría en que fuera 'el miedo de Madrid' al contagio quien le vete el ingreso.

Seguir con la libra esterlina.

Escocia seguiría utilizando como moneda la libra esterlina, un valor más fuerte ante las turbulencias que azotan a la moneda comunitaria. Por eso se mantendría bajo la autoridad monetaria del Banco de Inglaterra. El mantenimiento de la libra sería un factor de estabilidad y certidumbre para los mercados de capitales y especuladores internacionales que seguirían apostando por el nuevo país. Las garantías de la moneda y de las expectativas de crecimiento darían estabilidad y posibilidades de negocio en el nuevo país.

El petróleo del mar del Norte.

Escocia, que contaría con cerca del 90% de las reservas petrolíferas del mar del Norte, podría ingresar unos 64.000 millones de euros en los próximos cinco años. Pero Escocia no solo se fijaría en el gas y petróleo para su industria energética ya que el Gobierno escocés contempla complementarlos con sus grandes recursos eólicos y marinos. Pero la importancia del petróleo no es tanto por sus ingresos sino como se invierten. Edimburgo acusa a Londres de despilfarrarlos.

Democracia.

Una cosa que preocupa a los escoceses es la validez de sus votos ya que lo se vota en Escocia carece de influencia en la política británica. La independencia traería a los escoceses por primera vez que su decisión se materializaría en el Gobierno de turno. Sus decisiones serían llevadas a la práctica por sus elegidos, algo que ahora no sucede. En Escocia existe un gran malestar por la sensación de que sus votos carecen de valor e influencia en la política británica.

Armas nucleares.

La Armada británica tiene instalada en el estuario del escocés río Clyde, su estratégica base de submarinos nucleares de la clase 'Vanguard' que están dotados de los misiles balísticos intercontinentales 'trident' capaces de portar cabezas nucleares. Escocia quiere deshacerse de esta amenaza nuclear, mientras que el Reino Unido ya ha aprobado inversiones millonarias para mantener el control y la soberanía sobre la base 'fastlane'.