"AL terminar el entierro me acerqué a Ibarretxe para decirle que la actitud de su partido era intolerable y vergonzosa: Se te debería caer la cara de vergüenza, si es que la tienes. La suya era una política miserable que consistía en no romper con Herri Batasuna en el Parlamento de Vitoria y seguir gobernando gracias a sus votos. Esa era la fórmula política que el nacionalismo mantenía: depender políticamente de los cómplices de los asesinos y acudir luego al entierro de los asesinados" (páginas 117-118). Este extracto, perteneciente a la segunda entrega de las memorias de José María Aznar (El compromiso del poder, Planeta, 2013), sintetiza la pretensión del ex presidente español de revolver en el pasado con consideraciones sobre la política antiterrorista que practicó, principalmente tras expirar la tregua de ETA, y que estaba dirigida más al descrédito y derribo del nacionalismo y, sobre todo, del PNV. Como si la entente con los jeltzales aquel 29 de abril de 1996 que reforzó su asalto a La Moncloa, y que a cambio reportaba mejoras en el Concierto Económico, la formación profesional continua y la devolución del patrimonio histórico, jamás hubiera existido. El enfoque de Aznar viró o alumbró su obsesión: "ETA, para el nacionalismo, no es una banda criminal, sino una especie de argumento de autoridad a favor de sus pretensiones, la pieza que necesita para ganar la partida", plasma ahora sin remilgos. A continuación se relatan algunos de los pasajes de su cruzada contra el PNV, la apuesta constitucionalista que trató de forjar para la CAV y su absoluta desconfianza en el comportamiento del PSE, en concreto de su sector más proclive al diálogo. Desde la gestación de la controvertida Ley de Partidos a la ilegalización de la izquierda abertzale refrendada por Estrasburgo, hasta el epílogo de sus días en el Ejecutivo popular, colmados con su gestión de la mentira en los atentados del 11 de marzo de 2004.
posición sobre el nacionalismo
"Para mantener el poder se ha servido incluso del terrorrismo"
En su proceso de propiciar un vuelco electoral en Euskadi, Aznar no titubea al considerar el nacionalismo como un obstáculo en su camino de acabar con la banda terrorista, ya que, a su juicio, "siempre había tratado de evitar su derrota". "La política del nacionalismo ha consistido en mantener el poder por encima de cualquier cosa y en servirse de lo que fuera para lograrlo, incluido el terrorismo (...). Tanto si se trataba de Arzalluz como de Ardanza o de Ibarretxe lo que había era siempre lo mismo: la idea de que la existencia de ETA manifestaba un conflicto que debía zanjarse mediante una negociación en la que el Estado debía aceptar lo que el nacionalismo quería. Como expresó Ibarretxe ante mi propuesta de recuperar el espíritu de Ermua: Antes muertos que volver al espíritu de Ermua", narra el ex presidente español, quien desglosa su punto de vista sobre el asesinato de ETA al exministro socialista Ernest Lluch, defensor de un proceso dialogado "permanente, de acuerdo con Maragall, sectores del PSC, Eguiguren y Odón Elorza, entre otros". "Si algo demostraba su muerte (21-XI-2000) era que la vía del diálogo carece de sentido", zanja. Ese año, un 4 de junio, la banda asesinó al concejal del PP en Durango Jesús María Pedrosa, y es al término del funeral cuando Aznar dirigió a Ibarretxe las palabras inicialmente mencionadas.
pacto antiterrorista
"Respuesta" y vía para "desafiar electoralmente al PNV"
Alude el presidente honorífico del PP al Acuerdo por las Libertades y contra el Terrorismo firmado en diciembre de 2000, ensalzando el preámbulo, "la respuesta de los dos partidos mayoritarios frente a la violencia de ETA y a la estrategia promovida por el PNV y EA, que abandonaron el Pacto de Ajuria Enea para, de acuerdo con ETA y HB, poner un precio político al abandono de la violencia. Ese precio consistía en la imposición de la autodeterminación para llegar a la independencia del País Vasco". A su entender, los diez puntos de ese pacto "formaban parte de una política antiterrorista destinada a derrotar a ETA y a romper un frente nacionalista que había nacido para ofrecer una salida a la banda criminal en un momento crítico para ella". Ahora bien, sostiene Aznar que Rodríguez Zapatero, entonces en la oposición, "buscó el acuerdo, no por convicción, sino arrastrado por las circunstancias, y prueba de ello es que en cuanto pudo no solo lo abandonó, sino que hizo exactamente todo aquello que el pacto pretendía evitar". "En aquel momento fue un paso muy importante, que tuvo su continuación natural en la Ley de Partidos y en la elaboración de una alternativa política al nacionalismo", felicitándose de que "el alma socialista que quería poner fin a la hegemonía nacionalista se impuso. Podíamos desafiar electoralmente al PNV". En este punto, Aznar repugna "con sonrojo" la reacción del Consejo Ejecutivo Nacional del PNV, que reprendió con fuerza aquella entente: "¡ETA asesinó a Lluch, y los firmantes de este pacto han matado sus ideas!".
alternativa constitucionalista
"No he visto mayor puñalada que la de Felipe a Redondo"
Recuerda Aznar una conferencia que pronunció en el Palacio Euskalduna en febrero de 2000, en la que ahondó en que "el nacionalismo es parte del problema" y "la idea de su hegemonía eterna es falsa". Tras reunirse con diferentes asociaciones de víctimas, con la familia Chillida, y hasta con Imanol Arias, otorgó todo el poder a Jaime Mayor Oreja para encabezar la candidatura a las elecciones de 2001, una alternativa que tuvo "determinación" pero que careció de "constancia por parte del Partido Socialista". "Fui tres veces al País Vasco -a Bilbao, San Sebastián y Vitoria-, los tres viajes en los que ETA intentó derribar con un misil SAM-7 el avión en que viajábamos. No les funcionó", rememora antes de pasar a describir el acto del Kursaal del 28 de abril, y en el que enarbola la imagen de Savater "levantando el brazo de Nicolás (Redondo) y Jaime". El pinchazo de ese binomio lo achaca a la intervención de Felipe González en el mitin de Barakaldo, donde "destrozó conscientemente la campaña" del PSE cuando aseveró: "No te equivoques, Nicolás. Nuestros amigos son los del PNV". "No creo haber visto en mi vida política una puñalada mayor que ésta", precisa Aznar, para quien "en una parte del socialismo pesaba más el sectarismo contra el PP que la defensa de la libertad. Probablemente, los 20.000 votos que faltaron en la margen izquierda para completar el vuelco habrían bastado para que todo fuera diferente". En este tramo de su exposición el ex presidente arremete nuevamente contra el PNV tras el asesinato de Manuel Giménez Abad en Zaragoza una semana antes de los comicios. "Arzalluz tuvo la desvergüenza de considerar una bajeza moral increíble que los constitucionalistas se sirvieran de un cadáver caliente para obtener beneficios políticos. Ibarretxe acudió al funeral en Jaca, donde le abuchearon, y dio la impresión de que fue para eso y para activar el voto nacionalista", señala.
una derrota indigesta
"Se puso rumbo a la negociación de Carod y Zapatero con ETA"
Tras el brillante triunfo nacionalista, con los 33 escaños obtenidos por Ibarretxe, Aznar, que no tenía "plan B porque la defensa de la Constitución no tiene plan B", cargó contra la actitud adoptada por Zapatero, que, según él, llegó a decirle: "Hay que huir como de la peste de la política de Mayor Oreja y de lo que se ha venido haciendo los últimos años". En este contexto, dedica sucesivos párrafos al periodista Juan Luis Cebrián y un artículo que publicó (El discurso del método), donde acreditaba al PNV como "partido ejemplarmente democrático, a diferencia del PP". El político popular embiste contra el socialismo catalán que se "adueñó" del PSOE y lo que denomina modelo Maragall. "Se ponía rumbo a la negociación de Carod-Rovira (ERC) con ETA (...) Pujol había decidido romper con la Constitución e iniciar una ruta en competencia con la izquierda (...) El mismo Zapatero que firmó el Pacto Antiterrorista, que estuvo en la alternativa constitucionalista, que apoyó la Ley de Partidos, pasaría sin solución de continuidad al Pacto de Tinell y a la negociación con ETA", reseña.
génesis de la 'doctrina parot'
"Pese a la anticuada legislación, matar no les saldría tan barato"
"Había que continuar, fortalecer y ampliar una estrategia legal, judicial, policial y cívica, dentro y fuera de España, que movilizara todos los medios del Estado de Derecho para derrotar al terrorismo. ETA debía perder toda esperanza de legitimarse a través de una negociación política y los presos debían ser conscientes de que, en contra de lo que les contaban sus abogados en las cárceles, las condenas se iban a cumplir", cuenta Aznar anticipándose a la posterior doctrina Parot, lamentando que el PSOE se "escudara en un garantismo mal entendido para oponerse a nuevos instrumentos legales para combatir a ETA en todas sus expresiones (...). El PNV tenía algo así como un derecho de veto tácito sobre las medidas de política antiterrorista. Invocando la necesidad de mantener la unidad, se excluía todo lo que el PNV no aprobaba". Y va más allá: "Se había aceptado que el nacionalismo se convirtiera en la hipoteca perpetua sobre la política antiterrorista que condenaba a ésta a moverse a la velocidad que marcaba el más lento o que, simplemente, no quería avanzar en absoluto, para forzar una imaginaria solución política de la que el PNV sería beneficiario". Y como para el PP "no era de recibo que una legislación anticuada malbaratara las condenas con beneficios y fórmulas de redención de condena escandalosas", puso en marcha ya en diciembre de 2000 la ley que regulaba la responsabilidad de los menores en la kale borroka. A posteriori, en junio de 2003 se aprobó la ley que puso fin a beneficios "injustificados para los responsables de delitos de la máxima gravedad. En virtud de ella, principios extendidos mediante la doctrina Parot, los beneficios se aplicarían sobre el total de las penas impuestas y no sobre el máximo tiempo de cumplimiento que establecía el Código Penal". En este contexto, "sabíamos lo importante que eran los presos para ETA y el esfuerzo de la banda para mantener la disciplina entre ese grupo, alimentando la esperanza de salir asegurándoles negociaciones inminentes y campañas de violencia que harían claudicar al Gobierno". Pero "matar no les iba a salir tan barato como podían pensar", zanja.
ilegalizar a la izquierda abertzale
"El sometimiento de Batasuna a la banda lo manifestó Garzón"
"Batasuna y sus marcas eran disciplinados apologistas del crimen y ofendían a las víctimas. Eran la sección mafiosa de la banda, que actuando en la legalidad amenazaba a ciudadanos, intentaba silenciar a periodistas, gestionaba la extorsión y señalaba a los pistoleros detrás de ellos para hacer saber las consecuencias a que se exponía aquél que se les opusiera", versa el ex presidente sobre la izquierda abertzale, aplaudiendo a Baltasar Garzón, que "levantó el velo de la apariencia y puso de manifiesto el sometimiento a la banda de Batasuna". Nacía el proyecto de Ángel Acebes, al que dio forma Ignacio Astarloa, la Ley de Partidos que "el Tribunal de Estrasburgo ratificó validando la calidad jurídica y el acierto conceptual de aquella iniciativa". Mientras, "Arzalluz hablaba de vuelta a los tiempos de la guerra civil e Ibarretxe se esforzaba en decir que obstaculizaba el debate que se estaba produciendo en el MLNV y en Batasuna". Pero "sin duda la reacción más grave vino de la pastoral que los obispos vascos hicieron pública". "Unos meses después, el 21 de marzo de 2003, el Supremo declaró ilegales a Batasuna, Herri Batasuna y Euskal Herritarrok, y ordenó su disolución". Y concluye: "Hoy han vuelto a una legalidad refinando su engaño. No han condenado el terrorismo ni lo han rechazado (...). Los mismos que actuaron de transmisores y beneficiarios del terror quieren presentarse como pacificadores. Lo ha permitido una desgraciada sentencia del Constitucional que revoca lo decidido por el Supremo. Los cómplices de ETA lo siguen siendo. Aquí no hay excusa para el olvido", remata.
lo que aznar obvia y calla
La negociación con el "MLNV"
En mayo de 1999, ocho meses después de que ETA declarase la tregua indefinida, se sentó a negociar con la banda (a la que llamó MLNV) en Zúrich, con Javier Zarzalejos, Ricardo Martí Fluxá y Pedro Arriola como enviados. Enfrente, Antza y Belén González Peñalba. Quedaron emplazados a otra reunión sin fecha concreta, que nunca llegó a producirse. Durante el periodo de gobierno del PP se produjeron 311 excarcelaciones, y entre setiembre de 1998 y 1999 se ordenó acercar a más de 120 presos de ETA a cárceles próximas a Euskadi, permitiendo el regreso de más de 300 exiliados. "Si los terroristas deciden dejar las armas sabré ser generoso", llegó a decir (3-III-1998). Entre tanto, Irak, el 11-M y los "bulos" que desalojaron al PP del poder, el ciclo del presidente tótem cuya mayor aversión fue y es el nacionalismo.