Nos queda mucho por andar aún
LA doctrina Parot ha caído de la mano del Tribunal Europeo de Derechos Humanos. No podía ser de otra forma, ya que violaba de forma clara el principio de no retroactividad de las leyes, que es un pilar del Derecho, con mayúscula. Era tan evidente que incluso quienes apoyaban su aplicación no negaban su carácter retroactivo y argumentaban que esa retroactividad no procedía de las leyes sino de la jurisprudencia del Tribunal Supremo. El TEDH ha estimado que lo importante es que no haya retroactividad, no cómo ésta se pueda vehicular. Se han vertido ríos y ríos de tinta sobre la doctrina Parot y de los efectos de su aplicación o no aplicación. Por ello, yo prefiero mirar hacia delante y ver el largo camino que aún nos queda por recorrer en materia de derechos humanos.
Aún queda más jurisprudencia del Tribunal Supremo que habría que revisar. Hay sentencias que directamente son contrarias al artículo 10.2 de la Constitución, donde se afirma que las normas relativas a los derechos fundamentales y a las libertades se interpretarán de conformidad con el derecho internacional de los derechos humanos ratificado por España.
Algunas de esas sentencias destilan incluso un desprecio versallesco por decisiones del Comité de Derechos Humanos de la ONU y otros mecanismos del Derecho Internacional de los Derechos Humanos.
Pronto quedará demostrado que la tortura es persistente en España. La tortura, además, no solo afecta a casos relacionados con el País Vasco. Afecta también, e incluso más ahora, a inmigrantes y casos relacionados con las protestas que el sistema califica de "antisistema". Tras tres sentencias de Estrasburgo condenando a España por no investigar torturas, la carencia de investigación ya no puede ser la excusa. También aquí hacen falta cambios.
Además de esto, todas las sensibilidades políticas que conviven entre nosotros deben reconocer sinceramente -y con obras que son amores y no buenas razones- el dolor causado entre personas de distinta convicción. Todas las víctimas -sean cuales sean- de graves conculcaciones de derechos humanos deben beneficiarse de los derechos de verdad, justicia y reparación -sin excepciones-.
Hace dos años ETA dejó definitivamente la lucha armada. Ahora podría entregar y/o decomisar las armas y posteriormente desaparecer de la forma que estime oportuna. No porque lo diga yo o lo exija tal o cual representante político, sino meramente porque con ello favorecerá este largo camino que nos queda por andar tras la derogación de la llamada doctrina Parot.
Largo camino en el que aún hay sumarios penales larguísimos con graves defectos procesales que han sido cualquier cosa menos garantistas. Ese largo camino también ha de tener varias metas, como conseguir que todas las personas presas deban poder beneficiarse de los mismos beneficios que prevé el derecho internacional, sin excepciones.
El camino que queda por andar es ciertamente largo, incluso difícil, pero no imposible de recorrer.
* Activista de derechos humanos
Análisis
por Andrés Krakenberger*