Barcelona. A diferencia de lo que sucediera el pasado año, cuando cada partido interpretó en una clave distinta el mensaje lanzado por los ciudadanos en los actos populares convocados con motivo de la Diada, los organizadores de la cadena humana que cosió ayer Catalunya de norte a sur participaron en las concentraciones bajo el inequívoco lema Vía catalana para la independencia, una elección que no parece casual, y que en esta ocasión no dará pie a distinguir entre quienes pudieron acudir por defender esa secesión y quienes lo harían simplemente por compartir el derecho a decidir. Y, también a diferencia del pasado año, la ciudadanía no se limitó a enviar un mensaje al Gobierno español para que dé pasos, sino que también podría interpretarse que dio un toque de atención al Govern catalán. En ese sentido, la Asamblea Nacional Catalana, convocante de la iniciativa, interpretó que el clamor ciudadano acredita que Catalunya quiere un Estado, y que lo desea ahora, "no en 2016". El mensaje, en cualquier caso, tiene en Mariano Rajoy a su principal destinatario, ya que la apuesta por la independencia sugiere, por una parte, que los catalanes no se conformarán con pactos fiscales como los que, según han apuntado distintos medios de comunicación, estaría ofreciendo a la Generalitat; y, por otra parte, que esperan que el Gobierno español escuche sus demandas y no se parapete en su abultada agenda -por la crisis y el caso Bárcenas- para no dar pasos.
La cadena recorrió Catalunya a lo largo de 400 kilómetros, y se inspiró en una iniciativa similar activada desde Estonia, Letonia y Lituania para pedir su independencia de la URSS. Los asistentes la activaron a las 17.14 horas -coincidiendo con el año de la caída de Barcelona en manos de las tropas borbónicas-, con las manos en alto y coreando lemas a favor de la independencia. La Generalitat calculó a última hora de la tarde que acudieron no menos de 1,6 millones de personas, y la guardia urbana habló de medio millón de ciudadanos sólo en Barcelona, unos números que superaron con creces las expectativas de los convocantes. En los tramos más céntricos pudieron observarse varias ikurriñas, que llegaron a rivalizar en número con las estelades independentistas. El borrón del día corrió a cargo de un grupo de estética neonazi que irrumpió en el centro cultural Blanquerna de la Generalitat, en Madrid, al grito de "no nos engañan, Cataluña es España", causando desperfectos a su paso, lanzando gases lacrimógenos, e incluso empujando al diputado de CiU Josep Sánchez-Llibre en presencia de jeltzales como Iñaki Anasagasti o Jokin Bildarratz.
Las últimas declaraciones del president Artur Mas han descolocado a sus socios de ERC y a los sectores más soberanistas, que entienden que busca dejar morir el proceso al puntualizar ahora que, si Madrid no le permite consultar a los catalanes en 2014, convocaría unas elecciones plebiscitarias en 2016. Aunque el informe del Consejo Asesor para la Transición Nacional contemple esos comicios en el catálogo de soluciones posibles para hacer frente a un veto de Madrid, desde ciertos ámbitos se recrimina a Mas que no apueste por convocar las elecciones en 2014, y que abogue, por el contrario, por agotar la legislatura, un periodo de tiempo a su juicio demasiado largo que puede fatigar a la ciudadanía y afectar al impulso soberanista. Otros sectores van más allá y consideran que el president apostó en un primer momento por hacer la consulta "sí o sí", con permiso o sin él.
En ciertos ámbitos, por el contrario, no se interpreta que Mas haya dado pasos atrás, sino que trata de buscar vías desde el pragmatismo al haber constatado la cerrazón de Madrid. Otros creen, sin embargo, que daría por bueno un pacto fiscal con el que ha comenzado a tentarle Rajoy en sus últimas conversaciones discretas. El president se pronunció ayer antes de la cadena humana, en los actos institucionales, para insistir en que su compromiso "es organizar la consulta el año que viene. "Espero que el diálogo con el Gobierno central lo permita", matizó.
asistentes En cualquier caso, la cadena de ayer cuenta con el apoyo expreso del Govern, aunque Mas se decantó por no acudir al considerar que debe actuar como el president de todos los catalanes, y no solo de aquellos que comparten su ideología. La mayoría de los consellers acudieron a la cita, incluida la vicepresidenta Joana Ortega, a pesar de que forme parte de Unió, formación a la que no convenció demasiado el lema independentista. Además, unas horas antes de la iniciativa, y tras una reunión en el Palau de la Generalitat, el Govern y la Asamblea Nacional Catalana destacaron su "plena coincidencia" en la hoja de ruta hacia la autodeterminación.
Otra de las estampas la ofreció el PP, que celebró por separado la Diada apostando por permanecer "mil años más en España". Por otro lado, asistieron a la cadena los expresidentes Pasqual Maragall y Jordi Pujol, el alcalde de Barcelona Xavier Trías, la mujer de Mas, el cantautor Lluís Llach, el actor Pere Portabella, el exlíder de ERC Josep-Lluís Carod-Rovira y las socialistas Marina Geli y Montserrat Tura, entre otros.