EL acuerdo que comienzan a encarrilar PNV y PSE abre una nueva etapa en sus relaciones. Aunque hayan descartado un pacto de legislatura y aunque, por tanto, el socialismo se reserve el derecho a ejercer la oposición en las materias situadas al margen de la alianza, las conversaciones pueden allanar la aprobación de los Presupuestos y, sobre todo, mantener vivo un canal de interlocución normalizado y engrasado entre las dos fuerzas en el transcurso del mandato de Iñigo Urkullu, particularmente en base al plan de reactivación plurianual. Una fotografía que acredita cómo han podido reconducir sus relaciones tras la legislatura de Patxi López, que enconó las posiciones de los dos partidos; y también tras la prórroga presupuestaria a la que se vio abocado Urkullu el 25 de abril.
El deshielo entre PNV y PSE se vio propiciado, en buena medida, por el clima general de búsqueda de acuerdos que se instaló en todas las instituciones tras las elecciones municipales y forales de 2011 y tras las autonómicas de 2012, que arrojaron cámaras representativas muy fragmentadas y sin mayorías claras. Ese escenario obligó a los partidos a recomponer sus relaciones y abrir su espectro de posibles aliados. En ese sentido, PNV y PP enterraron el hacha de guerra en enero pactando la aprobación de las Cuentas de la Diputación jeltzale de Bizkaia y del Ayuntamiento popular de Gasteiz. El partido de Andoni Ortuzar también trató de recomponer puentes con el socialismo. Los recelos persistían en Sabin Etxea tras el desalojo del PNV de Ajuria Enea por el pacto PSE-PP, mientras el socialismo acusaba a los jeltzales de haber practicado una oposición de tierra quemada.
gestos El PNV trató de atraerse al socialismo poniendo en sus manos la presidencia de comisiones parlamentarias tan estratégicas como la de Empleo y Políticas Sociales o Presupuestos. También hubo guiños en la proclamación de los senadores de designación autonómica. Aunque por número de escaños correspondieran uno a EH Bildu y dos al PNV, los jeltzales, en un gesto de apertura, decidieron ceder tres votos al PSE para que pudiera colocar a Tontxu Rodríguez en la Cámara alta.
Más peso tuvieron los acuerdos para colocar a Maite Iturbe al frente de EITB, y para reactivar la Ponencia de Paz y los trabajos del Instituto de la Memoria; o el compromiso de abordar sin sobresaltos el relevo del Ararteko y el Tribunal Vasco de Cuentas cuando correspondiera. Además, el PNV activó una mesa de diálogo con el PSE para abordar la reforma fiscal, la sostenibilidad de los servicios públicos y la revisión de la arquitectura institucional, si bien no llevó a la aprobación de los Presupuestos. Los jeltzales tampoco olvidaron a EH Bildu, uno de los interlocutores preferentes para renovar la dirección de EITB, aunque las conversaciones no prosperaron. Pese a los acercamientos, las Cuentas de 2013 fueron vetadas. Lakua recordó cómo el diputado general de Bizkaia, José Luis Bilbao, propuso recalcular la previsión de ingresos de 2013 para que el Gobierno pudiera contar con 200 millones más y los Presupuestos no se vieran tan condicionados por la escasez de recursos. El PSE lo rechazó. Poco después, sin embargo, los socialistas condicionaban su apoyo a ese recálculo, imposible de retomar. No obstante, López abrió un resquicio apostando por un pacto que abordara puntos como la fiscalidad y el empleo.
La fecha de la votación se acercaba y no se vislumbraba un acuerdo. Tampoco tuvo éxito la última propuesta de Urkullu quien, tras un viaje a Bruselas, planteó rehacer los Presupuestos en base a los ingresos extra que pudieran proceder de la flexibilización del déficit. La oposición se opuso y el Gobierno retiró el proyecto sin someterlo a votación. Ese desenlace marcó un antes y un después, y provocó que Urkullu planteara una nueva estrategia. En concreto, trató de vencer resistencias activando dos mesas, una de partidos y otra institucional, para debatir políticas anticrisis. Con ese formato, que retrotraía a los Pactos de La Moncloa y a situaciones de emergencia, parecía más complicado descolgarse de las negociaciones ante el riesgo de figurar como el responsable de romper la baraja del acuerdo. Aunque con matices, todos los partidos terminaron entrando en la dinámica, y bajó el tono de la disputa.
acuerdo A partir de entonces, los cambios se precipitaron. El PNV llegó a la conclusión de que la situación de bloqueo era insostenible, y de que podría explorar un acuerdo profundo con el PSE, el único partido con el que compartía buena parte de sus principios, y que le permitiría contar con la mayoría suficiente para aprobar los Presupuestos. El socialismo, por su parte, podría verse seducido por un acuerdo que le devolviera la capacidad de influencia perdida tras el cambio de gobierno. El otro camino pasaría por pactar con EH Bildu, aunque podría terminar eclipsado por la coalición, con quien tendría complicado competir en las políticas de izquierdas. Además, tras su paso por Ajuria Enea, López conoce el estado de las arcas y la urgencia de preservar los servicios sociales, una cuestión que inquieta al PSE. Todos esos factores condujeron a la apertura de las negociaciones el 3 de junio, un trámite anunciado por sendas notas de prensa idénticas y pactadas que daban fe de una voluntad de acuerdo que comienza a dar frutos.