Jerusalén. Israelíes y palestinos vuelven a poner a cero el cronómetro de la paz con la ronda de conversaciones preliminares que iniciaron ayer en Washington bajo la mediación del secretario de Estado de Estados Unidos, John Kerry, esta vez sin las esperanzas que otros procesos llegaron a despertar. "Las expectativas son muy bajas", reconocía ayer el exministro israelí de Justicia Yosi Beilin, quien considera sin embargo que ello puede ser precisamente una "ventaja" porque las partes podrán hablar sin presión diplomática y de los medios de comunicación.

Protagonista hace veinte años del proceso de Oslo, en el que Israel y la Organización para la Liberación de Palestina (OLP) se reconocieron por primera vez tras décadas de antagonismo, Beilin atribuye la reunión de Washington a la "perseverancia" del jefe de la diplomacia estadounidense, y no a que las partes tengan un particular interés en buscar una salida negociada. Kerry nombró ayer al exembajador estadounidense en Israel Martin Indyk nuevo enviado especial para las conversaciones de paz y anunció que las partes se han comprometido a mantener las conversaciones al menos nueve meses.

Israel, señalaba ayer el veterano columnista Dan Margalit en el diario Israel Hayom, solo puede salir ganando con estas conversaciones. "Si no manda (a sus negociadores) con las manos vacías, sino a negociar realmente, pueden ocurrir dos cosas: que traigan un acuerdo, total o parcial, o que el mundo reconozca por algún tiempo que Ramala bloquea el ansiado acuerdo", opinó. La alternativa de no acudir a Washington, agrega, no es realmente viable cuando el mediador es el principal aliado de Israel y "en la actualidad hay una campaña de incitación y desprestigio en cualquier supermercado europeo" contra el Estado hebreo, en aparente referencia a las nuevas políticas de la UE y a las crecientes campañas de boicot a productos israelíes.

En el caso del presidente palestino, Mahmud Abbas, que hace dos años optó por buscar la solución a las aspiraciones nacionales de su pueblo a través del reconocimiento de la comunidad internacional, estas conversaciones no dejan tampoco de ser un compromiso ineludible. "La Autoridad Nacional Palestina, una entidad creada con el consentimiento de Israel y financiada por países donantes encabezados por Estados Unidos, no puede actuar libremente fuera de la esfera política estadounidense", afirma el columnista palestino Ramzy Barud.

Según este, basta con echar un vistazo al "terrible" resultado de las finanzas de la ANP en 2012, y a las aún peores perspectivas para el próximo bienio, para entender su "excesiva dependencia económica" que le obliga a "seguir el juego". En cualquier caso, y de no conseguir un acuerdo, Abbas siempre podrá seguir sus iniciativas en las instituciones internacionales, en las que se ha anotado algún que otro tanto -más diplomático que práctico- al obtener el año pasado el reconocimiento del Estado de Palestina por más de 130 países y en la ONU.