EN solo un mes, Griñán ha realizado dos anuncios clave para la política española y andaluza. El primero, que no se presentará como candidato a las próximas elecciones a la Junta. El segundo; que en las próximas semanas dejará la Presidencia. Griñán se va. Supuestamente por motivos personales. Dice que, tras las primarias express y sin debate ideológico, el partido ya está preparado para el relevo. Deja todo atado. Hasta el momento, Griñán ha controlado los tiempos en su filas pero no en los juzgados. Lo decíamos el martes en estas mismas páginas, su anuncio se ha producido un día antes de que el ex interventor de la Junta de Andalucía, Manuel Gómez, declare hoy como imputado ante la juez Alaya, encargada del caso de los ERE. El verdadero quebradero de cabeza de Griñán. Una comparecencia que puede comprometer seriamente su futuro político. Lo quiera reconocer o no. Si el ex interventor se ratifica en los 15 informes con los que alertó del procedimiento irregular con el que se concedían las ayudas cuando el ahora presidente de la Junta era consejero de Economía y Hacienda, Griñán quedaría señalado como uno de los responsables políticos del fraude.

Griñán se echa a un lado sabiendo que ese escenario se puede producir. No desea pasar a la historia como un presidente imputado que tuvo que dimitir por la herencia envenenada que le dejaron y que perdió unas elecciones dejando paso a un Gobierno del PP. Griñán no quiere verse acorralado como Rajoy por la opinión pública y por la oposición. Pero no se va en silencio. Con su renuncia compromete al PSOE-A, a Rubalcaba y a Rajoy. Al Partido Socialista en Andalucía porque a partir de ahora y tras la toma de posesión de Susana Díaz, habrá que ver qué esperanza de vida tiene su nuevo Gobierno, del que saldrán los ya imputados por el caso. Además de los cambios en las caras, habrá que estar atentos al rumbo que adopta el nuevo ejecutivo con la elaboración de los presupuestos de 2014. ¿Torpedeará IU los nuevos recortes que proponga el PSOE? ¿Precipitarán éstos un adelanto electoral?. En ese escenario, para seguir creciendo en votos, ¿cargaría IU durante la campaña contra quien ha sido su socio de gobierno como hizo el PP de Basagoiti contra Patxi López?.

Con su salida, Griñán compromete también a Rubalcaba. Ambos son conscientes de que junto a Catalunya, están ante la federación socialista más importante si quieren aupar al PSOE hasta Moncloa en 2015. También saben que Andalucía condicionará el proceso de elección del nuevo secretario general. Habrá que ver si Susana Díaz respeta el pacto no escrito de no agresión desde Sevilla hacia el supuesto liderazgo de Rubalcaba. Griñán deja la Junta pero seguirá en la sombra. El objetivo más inmediato pasa por ser designado senador, lo que le permitirá mantener el aforamiento ante el Tribunal Supremo en caso de que la juez que investiga los ERE fraudulentos vea indicios de delito contra él y decida remitir la investigación a ese órgano.

Para el PP el escenario tampoco es bueno. A Rajoy le obliga a poner en marcha ya la maquinaria para buscar un candidato que pueda mejorar los resultados obtenidos por Arenas en marzo del año pasado quedándose a 5 escaños de la mayoría absoluta. Y para eso, no sería descartable que mate dos pájaros de un tiro y en otoño realice cambios en su Gobierno coincidiendo con nuevas previsiones económicas y con el carácter que quiera dar a lo que le queda de legislatura. Así, tendría un candidato relevante en Andalucía y un nuevo equipo no quemado con el que venderse de cara a revalidar la victoria en 2015.

Y en medio de todo, llama poderosamente la atención los vicios del sistema. Que una vez más, alguien que no ha sido elegido por las urnas, vaya hacerse con el cargo como anteriormente lo hizo Griñán al suceder a Chaves o Ana Botella e Ignacio González en Madrid. Pero esto, da para otro debate.