Donostia. ¿Qué balance hace de estos primeros siete meses?
Positivo e intenso, porque nos ha dado tiempo a trabajar mucho, debatir muchos temas y a mí a tomar conciencia de qué supone la función de presidenta.
¿Se ha hecho al día a día?
Sí, una se va haciendo. Todos los días son intensos, pero casi todos distintos. Cosas diferentes que facilitan las cosas si se llevan bien, aunque no haya horas suficientes para todo.
Medio año, pero ya hemos visto varias broncas. ¿Por qué?
Ha habido periodos más tensos que otros. Me sorprendió, al principio sobre todo, que en seguida empezaran las quejas, aperturas de expedientes, el llevar declaraciones de una parlamentaria a la Fiscalía? ¿Por qué? Es una nueva legislatura, con nueva gente, cada grupo ha de encontrar su sitio y hay una falta de confianza. Cuando ciertas manifestaciones tienen publicidad mediática, hay quien piensa que puede sacarle rédito. A veces, es más eso que realmente que el fondo, que hablen mal de uno aunque sea mal.
¿El tablero endiablado que dejaron las elecciones ha facilitado las cosas o que cada bancada se enroque?
Los números son los mismos, sin mayoría absoluta y cada grupo tiene su ámbito. Eso empuja a acordar cualquier cosa. Llegar a acuerdos a veces no es fácil, pero hay que intentarlo y en todos los plenos se logran, algunas veces con 75 escaños. Hay que trabajar, discutir y ceder para llegar a acuerdos, porque el Parlamento al final son números que hacen falta para aprobar.
Lo que parece imposible es un acuerdo del 100% en una materia, sea la que sea, sensible.
Acuerdos hay en cada pleno, pero sí que hay unos temas de calado en los que todavía cada grupo mantiene sus propias estrategias del pasado y no es tan fácil. Esas decisiones son importantes para el presente y para el futuro, por lo que requieren mucha labor de cocina y ceder. Hay muchas cosas que separan, pero también puntos de encuentro. A veces queremos acuerdos en seguida, pero no siempre es posible. Hay que seguir intentando. Para eso estamos.
¿Cómo ve la relación entre partidos?
Llevamos siete meses, hay nuevos parlamentarios y al principio suele haber falta de confianza, como en todos los aspectos de la vida. Tienes que conocer al de enfrente. Irá a más, en la medida en que se debaten los temas, cada parlamentario se hace responsable de área y poco a poco se engarzan relaciones y se logran confianzas. Esto traerá más acuerdos. En el primer periodo de sesiones es importante ver cada uno cómo es. Me llevo bien con todos los grupos, al menos lo intento, y estoy a disposición de todos, porque para mí no hay partidos, sino 74 parlamentarios.
¿Un hipotético acuerdo entre PNV y PSE daría mayor tranquilidad al trabajo parlamentario?
Se verá. Un ambiente sosegado siempre facilita el trabajo y llegar a acuerdos. Hasta anteayer nadie quería una foto o un acuerdo con el PNV. Lo vivimos con los presupuestos y otros temas. Esa fase parece que la hemos superado. Hay una nueva fase, ahora con el PSE, el PNV llegando a un acuerdo, pero hay que ir sumando a otros grupos para que ese acuerdo sea importante y duradero. Llegar a un acuerdo no te limita para hacer oposición en otros temas. Una oposición sosegada y constructiva siempre se agradece. Debatir se puede debatir de todo, pero las formas son importantes. Ayudará, pero oposición va a haber y tiene que haber, porque cada uno tiene sus funciones. Cuanto más educada y respetuosa sea, mejor para todos, porque mejor imagen daremos ante la ciudadanía.
Ese hipotético entendimiento podría suponer que el Parlamento Vasco tenga mayor protagonismo en cuestiones de fiscalidad. ¿Cómo lo ve?
Desconocemos el contenido, pero en lo que a competencias se refiere, el PSE y EH Bildu quieren centrar más la política fiscal en el Parlamento, algo que hoy por hoy compete a las Juntas. Habría que modificar el Estatuto y quizá la Constitución. Si es necesaria la reforma fiscal, que se lleve adelante, eso es lo importante, no tanto el órgano. En este país ha habido reformas fiscales y las competencias estaban donde estaban. De todos modos, si los grupos así lo aprueban, así será.
¿Cuál ha sido el peor momento de estos siete meses?
Algún que otro pleno en el que todos se revuelven, alguien que dice algo, que cuesta encauzar... O cuando llegas al Parlamento y te dicen que han matado a una mujer. Esa impotencia. ¿Lo demás? Intento ser muy prudente para no asaltar a nadie, pero igual alguno se escapa porque no das alguna información?
La primera polémica fue la repetición de la votación sobre la dispersión de los presos. ¿Olvidada?
Una parlamentaria se confundió, no hubo más. Normalmente, la máquina nunca falla, somos nosotros? Los parlamentarios tenemos unas funciones, además de defender los temas que llevamos, votar bien. Si uno vota mal, ha de asumir la responsabilidad. Lo tuve claro, pero como era la primera vez, dije que hasta poner nuevas reglas, habría una nueva votación. De ahí adelante, si alguien vota mal, tendrá que asumirlo. Si durante la votación hay algún problema, algo que sucede, se avisa y se repite, pero durante la votación, no tras esta y al ver el escaño en un color diferente al que se quería.
¿Qué interpretación le da a que el PP protestara con un tema como el de los 'presos políticos' que en la pasada legislatura era algo cotidiano?
Me sorprendió. Llevo años en el Parlamento y he presenciado discusiones fuertes. El parlamentario que se sentía ofendido solicitaba rectificar, sin pedir a la presidencia que interviniese. En este tema, presos políticos se ha utilizado tanto para decir que lo son como que no. Ese día se constituía la Ponencia de Paz, en la que el PP ya había decidido no entrar. No sé si tenía relación. En el siguiente punto, tuvimos las palabras desafortunadas de una parlamentaria de EH Bildu y todo se mezcló. Puedes no estar de acuerdo, pero en un parlamento el instrumento es la palabra, cualquiera puede utilizar cualquier palabra si no insulta. No basta que sea ofensivo, porque lo que es ofensivo para uno no lo es para el otro.
¿La Ponencia de Paz está 'tocada'?
Tras tantos años de violencia, con 21 meses desde que ETA puso fin a esa situación, que la ponencia no funcione me llama la atención. Es el momento de hacer esas cosas que no se podían hacer por las ataduras de antes. En el Parlamento están todos los grupos, se puede hablar a puerta cerrada, tranquilamente, con la posibilidad de decir a la otra parte todo lo que quieras. Se creó como se creó, ha costado, no están todos los grupos -uno dijo que no desde el principio y otro tuvo dudas y no entró-. Hay tres grupos, con muchísimas diferencias entre sí, pero hay que buscar puntos en los que encontrarse...
Pero el runrún del cierre está ahí...
Sabemos que no van a ser posibles los acuerdos inmediatamente, pero cerrar la persiana a la Ponencia? No podemos. Hay que seguir hablando y escuchando a la otra parte. Cada vez que hay reunión hay ese bulo de que se acaba, pero espero que no, porque este pueblo se merece la paz, convivir en paz. No es solo ausencia de violencia, sino aprender a convivir, estar tranquilos y mirando al futuro que queremos dejar a los demás. Hay que hacer un esfuerzo importante y seguir trabajando.
¿Cuál debe ser el papel del Parlamento en pacificación?
Víctimas, memoria, presos, todas esas consecuencias de tantos años de violencia hay que trabajar. No va a haber una única memoria, cada uno tendrá la suya, pero sí hay que reparar las víctimas, el daño, hay que fijar responsabilidades? También están los presos, consecuencia de tantos años de la violencia y titulares de derechos humanos. Hay que hablar de la flexibilización del régimen penitenciario? Y de cara a futuro, pensar cómo queremos que sea esta sociedad. La violencia en ningún momento queda justificada para defender una causa. Todo esto hay que hablarlo, buscar pedagógicamente qué queremos enseñar a los que van a venir, explicar lo que ha ocurrido, qué hacer para no repetir. Es el momento, no hay que dejarlo.
En una crisis en la que mandan gobiernos y bancos, ¿el Parlamento Vasco tiene protagonismo?
La mayoría de los temas que se debaten en cada pleno está relacionada con la crisis: desahucios, hipotecas, copago? El Parlamento adopta una decisión y el Gobierno el que la ejecuta. Se pueden tomar decisiones que pueda favorecer salir de la crisis, ayudar a salir en mejor posición. La mayoría de los temas están relacionados de una manera u otra con la crisis.