El proceso de paz está estancado; anclado en las inercias pasadas y presentes; esperando un paso que desbloquee su avance y permita acercar el anhelado punto y final en la historia de ETA. Dando por buena la metáfora que compara un proceso de paz con una sierra, con sus picos de euforia y sus sombríos valles, bien podría decirse que hoy atraviesa uno de los más profundos.
Ésta es la sensación generalizada en la calle, y no es distinta de la que comparten los diferentes agentes implicados con los que este diario ha querido compartir reflexiones para tomar el pulso de esta situación más de un año y medio después de que ETA decretara el final definitivo de sus acciones armadas.
¿Cuál debería ser ese siguiente paso? ¿Quién lo debería dar? ¿Existe disposición real a hacerlo, o las presiones internas pueden más que la buena voluntad en cada una de las viejas trincheras? Las preguntas se agolpan en un momento que podría ser la calma previa a una tempestad de movimientos cuyo recorrido habrá que seguir muy de cerca.
el gabinete rajoy
Ahora, ¿no toca?
A nadie se le escapa que el Gobierno español heredó del Gabinete Zapatero dos patatas calientes: la gestión de la crisis económica que está desnudando las carencias del actual sistema y asfixiando a tantos, y la conducción, el acompañamiento sea quizá la fórmula más precisa, del proceso de fin de la violencia en Euskadi. Tampoco se puede obviar que el Gabinete Rajoy anda lo suficientemente justo de fuerzas para abordar el primer reto como para poder exponerse abiertamente al segundo. "A no ser que le interese hacer algún gesto para crear una cortina de humo que distraiga la atención de la factura de la crisis. Pero ahora mismo no es el caso Ahora mismo, al PP no le interesa abrir este debate".
Así coinciden en explicarlo destacados diputados vascos que en Madrid tratan de tomar la temperatura a la disposición de unos populares que, además, ya han comprobado en carnes propias -por ejemplo cuando Prisiones excarceló a Iosu Uribetxebarria por su grave estado de salud- la brecha interna que le pueden abrir determinados barones de su ala más dura tomando como propia la bandera de las víctimas para utilizarla en su contra.
Esto explicaría la creciente dureza de un discurso que pasa incluso por declararse insumiso a la propia justicia europea -si Estrasburgo tumba la doctrina Parot aún habrá margen para la "ingeniería jurídica", dijeron sin ambages-, por diseñar una estrategia penitenciaria que angosta incluso la vía Nanclares, por jugar con la idea de la ilegalización de Sortu, por cerrar la puerta a los verificadores y al Grupo internacional de Contacto (GIC) -que ahora vuelve a Euskadi para tratar de desbloquear la situación-... Y todo mientras la Policía eleva la cifra de arrestos de este año a once, que son 43 desde el anuncio del "cese definitivo de la violencia". "Si no hacen nada y alguien se pone nervioso, ganan, y si no hacen nada y ETA da pasos unilaterales, también", lamenta en su resumen un parlamentario vasco.
el mlnv
La "unilateralidad": ¿problema, o solución?
Ante esta situación, aparecen con toda la fuerza de su significado las dos palabras que convirtieron el cese de la violencia decretado por ETA en octubre de 2011 en historia viva: "unilateral" y "definitivo".
Esta última parece garantizar que, como dijo recientemente Pello Urizar y defienden desde Sortu en base al "viraje del trasatlántico" que comandó la Bateragune que por hacerlo está entre rejas, esta apuesta "no tiene vuelta atrás". Por mucho que las "grandes tensiones internas" de las que alertó el propio Arnaldo Otegi crezcan urgidas por la ansiedad que provoca la ausencia de pasos en el marco del vivo debate que ahora mismo se celebra tanto en ETA -que lo ultima entorno a un documento denominado informe básico en el que se advierte de que existen "mucha preocupación y dudas respecto a la situación política y la apuesta" tras constatar que la hoja de ruta dibujada en Aiete "no ha logrado imponerse"-, como en las cárceles, como también en la propia masa social del MLNV, lo que se refleja en una tímida reaparición de la violencia callejera y la proliferación de gritos en determinadas convocatorias como Si ésta es vuestra paz, no la queremos o Borroka da bide bakarra. No en vano, Europol se mostraba recientemente "preocupada" por que haya quien pueda volver a la violencia si no ve avances.
Pero, ¿podrían estos brotes provocar realmente un cisma interno en esta apuesta por la paz? "No se debe descartar", coincidieron en alertar recientemente el líder del GIC, Brian Currin, y el presidente del PSE, Jesús Eguiguren. "Sinceramente creo que no. Quien siguiera este camino iría solo, sin ningún apoyo político. Contra el cuerpo del MLNV, de hecho. Y dudo que nadie quiera ni pueda hacerlo", respondía sin embargo a preguntas de este diario un alto dirigente abertzale.
Fijada la vigencia del carácter definitivo en la apuesta del bloque que conforma el MLNV por la paz, la unilateralidad se destapa como problema al tiempo que como oportunidad. El entorno abertzale siente que los pasos que ha dado -rechazar el uso de la violencia con fines políticos, acercarse al dolor de las víctimas causadas, limitar el diálogo con el Gobierno español a los contenidos técnicos (presos y armas)...- no están hallando ninguna respuesta. Por eso hay quienes abogan por plantarse, pero también hay quienes piden ahondar en los pasos unilaterales. "Sería una forma de retratar la falta de voluntad de paz del Gabinete Rajoy, de recuperar la iniciativa y de ganar mucha credibilidad, al tiempo que se abortarían las crecientes tensiones al ir encarrilando la solución de cuestiones tan sensibles como la de los presos", comenta un miembro de la izquierda abertzale aferrado al esquema de Aiete. "En una estrategia es unilateral no te puedes quedar a mitad de camino. Ésa es la clave y la llave" coinciden en señalar desde la cúpula jeltzale.
En este sentido, Herrira comparte la necesidad de que se den pasos, pero subraya que "el punto de partida debería ser el respeto absoluto de los Derechos Humanos". "Si el Gobierno acaba con la dispersión y excarcela a los enfermos, a los que han cumplido las tres cuartas partes de su condena... En definitiva, si cumple con la legalidad vigente, 200 presos podrían salir a la calle y se posibilitaría la apertura de un nuevo escenario". En él, el EPPK mantiene su disposición al avance, y de hecho así se lo recomienda la izquierda abertzale. "Podría haber movimientos pronto que permitan el acogimiento a determinadas medidas: eso sí, con un banderazo de salida colectivo, pero lo que no va a haber son saltos en el vacío -firmas individuales...-. Menos cuando el Gobierno no da resquicio a nada", subrayan distintos agentes que viven el día a día de este colectivo.
¿Llegará este movimiento? ¿No podrán más las tensiones internas ante la falta de reciprocidad en los avances? "Es evidente que el actual bloqueo produce contradicciones y una cierta inquietud. Que haya dos muertos en un mes en las cárceles, que se sigan vulnerando derechos de presos y familiares... son factores que crean un constante grifo de tensión. Pero el colectivo es plenamente consciente de lo que está pasando. Ya ha hecho numerosos pronunciamientos en favor del diálogo y ése es el camino a seguir en el marco del amplio debate que está desarrollando", explican desde Herrira.
el liderazgo
Una cuestión trascendental
Tanto a nivel externo como interno, el liderazgo se revela como un factor clave en este escenario. Por un lado, tanto el PP ha demostrado que Rajoy no goza del crédito suficiente como para llevar a todo su partido por una hipotética apuesta de paz, como la izquierda abertzale que sigue esperando a que alguien con los galones de Otegi se ponga al frente. "Es imprescindible este crédito para escenificar la victoria de todos; para crear un relato que cada uno pueda vender puertas adentro", subraya un experto analista político. Por eso hay tantos agentes -incluidos destacados dirigentes del PSE- que confían en que el Tribunal Constitucional resuelva cuanto antes la puesta en libertad de estos líderes de la izquierda abertzale.
Entonces, el liderazgo pasará también a ser una cuestión de Gobiernos, y ante el actual bloqueo, muchas miradas se posan en el vasco.
escenario vasco
El empuje del Parlamento y el Gabinete Urkullu
Para muchos de los agentes consultados, junio puede ser un mes clave. Para empezar, en este mes previo al parón estival, se pondrán las bases para el trabajo de la Ponencia de Paz y Convivencia del Parlamento Vasco, al tiempo que arranca el Plan de Paz pergeñado por Jonan Fernández por encargo del lehendakari Urkullu; dos foros que, buscando aportaciones de todos los grupos y agentes sociales -esta misma semana Fernández recibía las de Herrira-, esperan abarcar todas estas áreas en busca de consensos que reflejen un apoyo de la sociedad vasca que sirva para contrarrestar las presiones que pueden sujetar los pasos de Rajoy. "Es vital lograr una activación social transversal, basada en el mínimo que todos compartimos de respeto a los derechos humanos, para empezar a avanzar en campos como el de los presos. Pero también creemos que tendrán mucha importancia las instituciones vascas como motor de ese avance", admiten desde el entorno de este colectivo. Y por ahí parece pasar la hoja de ruta del Gabinete Urkullu.
"Los escenarios de paz no se consolidan por sí mismos y ahí las instituciones y los gobiernos tenemos distintas responsabilidades. El Gobierno español, que hace no tanto no tuvo problemas para sentarse a negociar con apenas un alto el fuego, debe ahora empezar por implicarse en la verificación de la decisión de ETA y establecer un protocolo para la entrega de armas y el desmantelamiento de estructuras". Así se expresa uno de los principales líderes del PNV en esta materia que subraya: "Son cuestiones que precisan de una gestión".
Ante las críticas de la izquierda abertzale a la "inacción" jeltzale, responde que el PNV "siempre es un agente activo, aunque no necesariamente público" y, tras recordar la línea caliente que Urkullu pretende mantener con Rajoy sobre esta materia, subraya que en los próximos meses "los foros vascos deben ser importantes". Pese al "ruido" con el que lamenta que PP y UPyD pretenderán obstaculizar su avance.
Mientras todos estos esfuerzos cristalizan en realidades plausibles, la tensión aumenta en un entorno urgido, ansioso de avanzar y superar las consecuencias de tantos años de confrontación. Y ETA desliza anuncios como que la expulsión de sus mediadores de Noruega constituye "un paso atrás" que "traerá consecuencias negativas" y demora una entrega siquiera simbólica de armas a la espera de encontrar a quién entregárselas, si bien ratifica que "no cederá ante las dificultades" y que sigue buscando cómo explorar las "vías discretas" que pueden quedar abiertas con un Gobierno que, asegura, le habría pedido "tiempo para reflexionar".
Cerrarse al diálogo y a la búsqueda de soluciones sería una "irresponsabilidad absoluta", advertía a finales de abril el presidente del PSE, Jesús Eguiguren. "Una mano tendida podría desencadenar los pasos unilaterales pendientes", añaden desde el mundo de la mediación. Y la gran mayoría de los agentes consultados -y de la sociedad, según se empeñan en subrayar las encuestas- suscriben sus palabras como vía para desatascar al fin este conflicto viejo, tozudo y extemporáneo.