no sé si los principales protagonistas de que no tengamos unas relaciones laborales normalizadas en este país son conscientes de la imagen que transmiten. Asisto atónito a algunas actitudes que, por calificarlas sin ánimos de ofender, son irresponsables. La incapacidad, no ya para alcanzar acuerdos, sino incluso para abordar una negociación me hace pensar que la dificultad del momento supera con creces la capacidad de quienes deben colaborar para buscar las soluciones.

Es triste, pero parece que el sindicalismo y las patronales (algunos sindicatos y algunas patronales) se han contagiado del desconcierto general que está generando la crisis en prácticamente todos los ámbitos sociales (el periodismo tampoco escapa a ese despiste, por cierto) y han decidido suplir las soluciones consensuadas por pulsos en los que se juega al todo o nada.

Es verdad que cuando más cerca estás del ojo de la borrasca, más cuesta ver por dónde escampará. Por eso la mediación suele ser muy aconsejable. Escuché atónito el viernes al secretario general del SEA alavés, Juan Ugarte, en la entrevista en Onda Vasca decir que el Gobierno Vasco "no debe entrar" en intermediar para que se renueven convenios (o al menos se acuerde una prórroga temporal) antes de que en virtud de la reforma laboral decaigan el próximo siete de julio. Por si no había quedado claro, remató con una frase un tanto tabernera: "Como mucho, puede llamar a una mesa y, como diría aquél, poner el café pero nada más".

Me pregunto qué tiene de mala para la patronal una mediación que, además, es ejercida desde la responsabilidad pública. Supongo que van de sobraos, por utilizar el lenguaje del SEA. Es decir, que la reforma laboral les ha colocado en una situación de extrema ventaja y, a partir de ahí, sobran mediadores y hasta interlocutores. Sobra, por decirlo claro, un acuerdo. ¡Para qué buscarlo si en situación de conflicto la ley deja desamparada a la parte trabajadora porque ya se encargó Rajoy de eliminar los anteriores preceptos que partían de la base de que empleador y empleado no negociaban en pie de igualdad!

En España han firmado un acuerdo para evitar "el abismo" del siete de julio, que diría Cándido Méndez. Es modesto, un parcheo, soluciona poco de fondo pero gana tiempo y, al fin y al cabo, es un acuerdo ¿Tan difícil es traer algo similar a Euskadi? Sí, lo es.

No hay un solo motivo, como el arriba expuesto respecto al comportamiento de nuestras patronales. El SEA tiene su espejo sindical y se llama ELA. También juega al órdago y, a juzgar por los resultados sindicales, no le va mal del todo ¿Para qué va a cambiar entonces su estrategia? Su reacción inmediata ha sido acusar a los sindicatos españoles de "reforzar" a la patronal. El acuerdo como refuerzo del oponente. Solo quien tiene decidido que no habrá acuerdo puede defender esta paradoja. Y ELA, hoy por hoy, no está dispuesta al acuerdo.

La teoría que mantienen ELA y, con algunos matices importantes, LAB es que el diálogo social se ha vaciado de contenido y que no está la cosa como para ir haciendo el paripé de mesa en mesa. Lo siguiente, como única alternativa, es la movilización para cambiar de modelo. Ese tótem, "el modelo neoliberal", es lo que nos ha traído hasta aquí y mientras no acabemos con él no habrá solución. Es un discurso simple y efectista, pero tiene mucho de falso (en ese "modelo" se ha desenvuelto el sindicalismo vasco durante décadas) y muy poco de práctico. Por delante, solo aparece un rosario de huelgas, a veces sectoriales y ocasionalmente generales, a la espera de que cambien (¿ellos? ¿nosotros? ¿los partidos? ¿el espíritu santo? ¿la troika?) "el modelo".

Mientras unos y otros juegan a hacer la cobra, ya saben, eso de yo me acerco a besarte y tú te separas y viceversa de Pagafantas, por debajo sigue fluyendo la vida laboral. Y ahí, en las empresas donde se miran a la cara empresarios y trabajadores, se alcanzan acuerdos todos los días.

Haciendo 'la cobra'

Euskadi hoy

xabier lapitz