Ibai Fernandez
Pamplona. UPN y PSN acordaron ayer celebrar un encuentro bilateral en el Parlamento de Navarra para analizar la situación de la comunidad y buscar una salida a la situación de bloqueo institucional en el que se encuentra el Gobierno de Yolanda Barcina. La presidenta telefoneó por la mañana a Roberto Jiménez para emplazarle a una reunión lo antes posible para intentar buscar puntos de encuentro. El líder socialista aceptó el emplazamiento, aunque advirtió de que la cita "en ningún caso conlleva necesariamente a llegar a acuerdos, ni a un compromiso de apoyo estable al Gobierno de Navarra".
Diez meses después de que Barcina expulsara a Jiménez del Ejecutivo por desavenencias internas, la presidenta vuelve a buscar el apoyo socialista como última tabla de salvación para tratar de salir del callejón en el que ha metido al Gobierno. Un movimiento desesperado que busca implicar al PSN en la estabilidad de un Ejecutivo bloqueado por su minoría e incapaz de llegar a acuerdos en el Parlamento.
Desde la ruptura del pacto en junio el Gabinete de Barcina apenas ha podido gobernar. Un error de cálculo que la presidenta no supo medir cuando decidió expulsar a Jiménez del Gobierno, y que ha pagado con un aislamiento del que hasta ahora no ha sabido salir. El PSN, lejos de intentar recomponer la situación y volver a los acuerdos externos de la etapa de Miguel Sanz como pensaba Barcina, ha aprovechado su salida del Gobierno para diseñar una nueva estrategia política al margen de su tradicional alianza con UPN.
Las consecuencias para el Gobierno han sido nefastas. Los Presupuestos han sido prorrogados, la reforma de las urgencias rurales tuvo que volver al cajón y la iniciativa política ha quedado en manos de la oposición, que anuncia nuevas medidas para los próximos meses. Un escenario que la presidenta intenta corregir, confiada en que el PSN pueda flexibilizar su postura y permitir que su Gobierno pueda funcionara los dos años que restan de legislatura.
El encuentro que Barcina y Jiménez acordaron ayer se convierte así en un nuevo, y posiblemente último, intento de regreso a la vieja entente socio-regionalista. Última tabla de salvación para la presidenta, que si vuelve a recibir el rotundo rechazo que el PSN le hizo llegar durante la moción de censura de la semana pasada ("si sigue enrocada en el poder la situación será insostenible", le reprochó entonces el propio Jiménez), quedará en una comprometida situación.
Respuesta por carta La de ayer era la tercera llamada de Barcina a Jiménez los últimos días. La anterior, también con el objetivo de intentar acercar posturas, tuvo lugar la semana pasada antes de la moción de censura. En las dos ocasiones anteriores no hubo respuesta de Jiménez. Ayer sí. Fue una conversación breve, pasadas las once de la mañana y de apenas un minuto, en la que Barcina emplazó al líder socialista a mantener una reunión bilateral. Jiménez se comprometió a responder por escrito.
Lo hizo dos horas después mediante una carta enviada a la sede de UPN en la que fijaba varias las condiciones del encuentro: que la reunión fuera entre dos delegaciones de PSN y UPN, y no con el Gobierno; que tuviera lugar en el Parlamento; y que se dé a conocer a la opinión pública.
El propio tono de la misiva es una muestra de la desconfianza con la que los socialistas encaran el encuentro. La nocturna y alevosa expulsión del Ejecutivo todavía escuece en la sede del Paseo Sarasate, donde se parte de la premisa de que cualquier gesto de Barcina esconde siempre un interés partidista y propagandístico. De hecho, Jiménez explica en la carta que prefiere por responder por escrito para "evitar malos entendidos", y reclama además que el encuentro se celebre "con transparencia". "Para nosotros es fundamental", subraya.
No obstante, el líder socialista aprovecha la misiva para "recordar" a la presidenta la posición del partido "reiterada públicamente". "El PSN tomó en el pasado mes de noviembre la decisión de dialogar con todos los grupos sin exclusión. Por tanto, UPN no está excluido", afirma Jiménez, que destaca que el partido también ha acordado "acabar con la bilateralidad preferente con UPN a la hora de conformar acuerdos". Una posición que refuerza subrayando que Barcina no goza con la confianza del Partido Socialista, y que por ello han acordado solicitar su dimisión. "Así las cosas, podemos reunirnos para dialogar acerca de la Comunidad Foral, lo que en ningún caso conlleva necesariamente a llegar a acuerdos, ni a un compromiso de apoyo estable al Gobierno de Navarra", concluye la carta.
El PSN equipara así el encuentro con UPN a los que las últimas semanas ha mantenido con el resto de fuerzas políticas, incluida la izquierda abertzale, para analizar la situación política y estudiar posibles alternativas. El Gobierno sin embargo confía en que la cita sirva para que los socialistas navarros "se impliquen en llegar a acuerdos, los que sean, en favor de la Comunidad Foral". "La presidenta ha tomado esta iniciativa porque cree que es necesario realizar todos los esfuerzos por llegar a acuerdos y dotar de la máxima estabilidad a Navarra", subrayó el portavoz del Ejecutivo, Juan Luis Sánchez de Muniáin, que defendió ayer que "pese a las diferencias es mucho más sustancial lo que une a UPN y PSN". Es la última esperanza para el Gobierno de Barcina, que con las perspectiva económica lejos de mejorar, necesita de algo más que golpes de efecto para poder acabar la legislatura.
Yolanda Barcina estudia las evoluciones de Roberto Jiménez en un Pleno anterior de la Cámara navarra. Foto: patxi cascante
El PSN acepta reunirse con UPN "igual que con el resto de grupos", pero insiste en que no habrá una relación preferente