Pamplona. Desilusión, apatía, preocupación, desconcierto. Cada uno en UPN describe de una forma distinta el ánimo interno en el que vive el partido. Pero casi todos de forma negativa. En apenas un mes, la formación regionalista ha tenido que hacer frente a un congreso fratricida y a una moción de censura. Ambas se han resuelto con una ajustada victoria de Yolanda Barcina, y lejos de aclarar el horizonte no han hecho sino nublarlo un poco más.
Ninguno de los problemas que el partido tenía hace un mes se ha solucionado, la mayoría incluso han empeorado, y la situación cada vez es más insostenible. Así lo admiten distintos dirigentes consultados, que no ocultan su inquietud por la situación en la que se encuentra la organización.
El Gobierno foral sigue bloqueado incapaz de tender puentes con el PSN, que pese a salvar la moción de censura el jueves volvió a insistir en que Barcina sigue siendo el foco principal de "inestabilidad". Una realidad de la que empiezan a alertar a la presidenta incluso desde dentro de su propio Gabinete. Por si fuera poco, la deriva judicial por las dietas de Caja Navarra se complica cada semana, ahora con tres destacados dirigentes imputados y con la propia presidenta en disposición de hacerlo en cualquier momento. Y pese a las promesas de integración, la mitad derrotada sigue en un segundo plano y sin contar en la toma de decisiones, lo que ha aumentado el malestar del espacio que lidera Alberto Catalán.
División interna Las relaciones entre ambos sectores no han mejorado las últimas semanas. Con la excepción del contacto inicial en el que la presidenta ofreció un puesto con voz pero sin voto en la Ejecutiva, y que los afines al expresidente interpretan como un gesto de cara a la galería, Barcina y Catalán no han vuelto a hablar desde el congreso. Muchos creen que el sector que representa el candidato derrotado está siendo ninguneado por la presidenta, y no ocultan su malestar por que pese a contar con el apoyo de casi el 50% de la militancia no han asumido ningún protagonismo en la nueva organización interna.
Pese a todo, el presidente del Parlamento se ha encargado de calmar todos los conatos de revuelta que puntualmente han surgido entre los detractores de Barcina. En todo caso, mantiene activado al equipo de personas que le ayudó a impulsar su candidatura en el último congreso, preparado por si hiciera falta dar un golpe interno.
Un centenar de afines al exvicepresidente ya mantuvieron una primera reunión en San Adrián hace dos semanas, en la que volvió a quedar en evidencia la desconfianza con la que el sector más regionalista mira a Barcina. Pese a todo, el dirigente corellano reclamó calma y paciencia, y abogó por que las diferencias internas no salieran a la luz pública. Y aunque hubo voces discrepantes, todos optaron por aceptar. De momento se ha decidido esperar a ver cómo evoluciona un escenario especialmente cambiante y mantener de forma periódica este tipo de encuentros para seguir compartiendo opiniones.
Barcina pide voz única Por su parte, la nueva dirección ha querido minimizar la importancia de los problemas y tratar de convencer a la organización de que la situación se normalizará con el tiempo. Con ese objetivo, el nuevo secretario de Organización, Sergio Sayas, ha telefoneado durante los últimos días a los líderes locales para pedir tranquilidad y garantizar que los problemas judiciales no afectarán al futuro del partido.
Así lo trasladó además la nueva dirección a los presidentes y secretarios generales de las agrupaciones locales reunidos hace una semana en el hotel Villa de Castejón. El acto, inicialmente pensado para presentar el nuevo organigrama interno, sirvió para que Barcina, acompañada por su secretario general, Óscar Arizcuren, y el propio Sayas, insistiera en que no hay ningún problema que no se vaya a solucionar, y subrayara que lo importante ahora es mantener la unidad interna.
Para ello, el nuevo equipo de organización ha diseñado un sistema de comunicación interna con el que se pretende evitar que haya voces discrepantes. Desde la sede de Pamplona se enviarán correos electrónicos y mensajes de móvil con las directrices políticas, de forma que el discurso de los principales líderes del partido sea uniforme. Un sistema en el que Barcina se ha mostrado especialmente interesada, preocupada por que la falta de apoyo interno pueda debilitar su ya cuestionado liderazgo, y que espera compensar así la ausencia de apoyo mediático que cree sufrir las últimas semanas. Pero que ha despertado ciertas suspicacias entre quienes ven un intento de controlar la opinión de las bases.
Pendientes del juzgado Las perspectivas sin embargo no son precisamente positivas para la presidenta de UPN. Los socialistas descartan un acercamiento que permita al Gobierno salir de la parálisis en la que lleva ya varios meses, y al que tampoco ayudan las críticas de algunos de sus colaboradores. "Cada vez que oigo a Jiménez tengo más claro que el PSN se merece un líder mejor", afirmaba Sayas en las redes sociales mientras la presidenta apelaba al consenso.
Todo no obstante queda pendiente de la evolución del proceso judicial y de la posible imputación de Barcina. Un paso que supondría enviar toda la causa al Tribunal Supremo, lo que dejaría a la presidenta con el cartel de imputada hasta que los magistrados tomen una decisión que se puede retrasar varios meses. Demasiado tiempo incluso para Barcina, y un rubicón definitivo dentro de UPN, donde crece el temor a que el partido acabe hundiéndose con su presidenta.