Por una futura convivencia en paz
Opinión
por Bakartxo Tejeria Otermin (*)
se han cumplido casi dieciocho meses desde que ETA anunciara el cese definitivo de su actividad armada. En este escenario inédito hasta ahora, las instituciones vascas, rehabilitadas en su pluralidad plena, tenemos la responsabilidad de asentar un nuevo horizonte de convivencia en paz. Ese es, precisamente, el objetivo que persigue la Ponencia de Paz y Convivencia que se acaba de constituir en el Parlamento Vasco.
Tras décadas de violencia, de vulneración de derechos humanos y de crispación, resulta prioritario promover una nueva cultura de convivencia en paz, basada en el respeto, en la aceptación mutua y en el compromiso con la dignidad humana como principio jerárquicamente superior.
Y el Parlamento debe ser el lugar para el debate y para el acuerdo, porque es aquí donde reside la soberanía popular.
Resulta obvio que impulsar el proceso de humanización y reconciliación social no será una tarea fácil, pero no partimos de cero. Durante las últimas décadas, el trabajo dirigido al logro de la paz y en defensa de todos los derechos humanos sin excepción ha sido arduo y prolijo; y las numerosas iniciativas impulsadas en la Cámara vasca son un fiel reflejo de su compromiso con la búsqueda incesante de una paz integral y de una convivencia democrática.
Entre esas múltiples iniciativas se encuentran los trabajos desarrollados por la Ponencia de Paz y Convivencia durante la pasada legislatura, que son el punto de arranque de lo que se vaya a realizar a partir de ahora. Hay cuestiones sobre las que ya se ha avanzado. Así, se admite que, tras el cese definitivo de la violencia de ETA, "atendiendo a las diferentes demandas de los actores políticos, cabría hablar de hasta tres ejes posibles de actuación: la certificación-verificación del final de la violencia, la humanización y reconciliación de la convivencia, y el debate sobre el marco jurídico-político".
Son tres ejes que "constituyen tres procesos distintos" y "la vocación de la ponencia no es, desde luego, abordar todos ellos y, menos aún, mezclarlos y condicionar unos a otros", ya que "el primer eje, el referido a la verificación del final de la violencia, se escapa del ámbito de interlocución y actuación del Parlamento Vasco" y "el debate puramente político merecerá, en su caso, un ámbito de gestión específico y distinto al que representa esta ponencia". Así se recoge en el guion de trabajo que se aprobó hace ahora un año.
Por lo tanto, queda claro que el objetivo de la Ponencia de Paz y Convivencia es el referido a las políticas de memoria, verdad, justicia y reconocimiento a las víctimas; a las políticas de humanización, impulso de una nueva cultura de convivencia y cuestión penitenciaria; y a las políticas preventivas en los ámbitos social, educativo y político.
Asimismo, hay una metodología establecida basada en la escucha, el diálogo y la puesta en común. Y lo que es más importante, hay unos principios compartidos. "La paz y la convivencia futura requieren el reconocimiento de la injusticia de la violencia, el reconocimiento del daño causado y de la dignidad de las víctimas, todas ellas merecedoras del derecho a la verdad, la justicia y la reparación"; "establecer el principio de responsabilidad supone determinar y reconocer la responsabilidad de cada cual en el pasado y las consecuencias relativas a las vulneraciones de los derechos humanos"; y "el valor del respeto a la dignidad humana, a la persona, y a los derechos humanos que de ella se derivan, la vida en primer lugar, es siempre superior y anterior a cualquier causa o idea política o a la razón de Estado". Esas son las bases sobre las que debemos construir la paz y la convivencia futura; unas bases que las cuatro principales sensibilidades políticas del país parecen compartir.
Disponemos de los mimbres. Sabemos lo que nos separa, y se trata de que intentemos encontrar aquello que nos une. No consiste en ponerse de acuerdo en todo sino en fijar unas bases para garantizar una convivencia futura en paz.
Ahora, la ponencia nos ofrece la posibilidad de escuchar la posición del adversario político y, una vez que se conoce lo que piensa el otro, es posible que se encuentren puntos en común. Es complicado pero posible y necesario. Y el diálogo incluyente, sincero, responsable, respetuoso y democrático es la herramienta para conseguirlo. Un diálogo sustentado en la escucha y en el aprendizaje. La palabra es la llave para el diálogo, y el diálogo es imprescindible para llegar a acuerdos.
Yo, por mi parte, como presidenta del Parlamento Vasco, me comprometo a hacer todo lo que esté en mi mano para que se alcancen esos acuerdos mínimos. Se lo debemos al Pueblo que nos ha elegido.
* Presidenta del Parlamento Vasco
Es prioritario promover una cultura de paz, basada en el respeto, la aceptación mutua y el compromiso con la dignidad humana
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Disponemos de los mimbres. Sabemos lo que nos separa, y se trata de que intentemos encontrar aquello que nos une