las formaciones políticas con representación en el Parlamento de Gasteiz tienen mes y medio para alcanzar acuerdos que permitan la aprobación de los Presupuestos para 2013 presentados por el Gobierno Vasco. El debate viene precedido por la constatación incuestionable de que se trata de unas cuentas más que austeras, unas cuentas confeccionadas con el máximo rigor como consecuencia del descenso real de ingresos por una cuantía aproximada de 1.200 millones de euros.

Las cuentas presentadas por el consejero Gatzagaetxebarria, como no podía ser de otra forma, han sido calificadas por el propio consejero y por el lehendakari Iñigo Urkullu como "realistas", y no han escatimado alabanzas a su carácter social. Más aún, el lehendakari asegura que no hay una alternativa más social a estos Presupuestos, "garantía de cohesión social" para la Comunidad Autónoma Vasca, añade.

Departamento por departamento, el Ejecutivo vasco ha detallado por dónde se van a aplicar los ajustes necesarios, cómo va a cuadrar su funcionamiento cuando cuenta con 1.200 millones de euros menos, de forma que queden a salvo y sin traspasar las tan nombradas líneas rojas concretadas en salud, educación y atención social.

Desde el momento de conocerse en líneas generales el contenido de los Presupuestos la actitud de la mayoría de los partidos de la oposición fue de rechazo, con más o menos matices. Mientras el PP, aún recientes los acuerdos presupuestarios con el PNV en Gasteiz y Bizkaia, mantenía un cierto talante considerado y difería su posicionamiento a posteriores concreciones, el resto de las formaciones manifestaba de salida su oposición frontal.

En este rechazo quizá fue UPyD el más madrugador en anunciar su enmienda a la totalidad. Tanto PSE como EH Bildu, tras admitir que no conocían el contenido detallado de las cuentas ya anunciaron como muy probable su devolución al Gobierno. En conjunto, tanto el dubitativo PP como los categóricos UPyD, PSE y EH Bildu justificaban su rechazo en los ajustes y recortes previstos.

No deja de ser incoherente el anuncio de la devolución de las cuentas aun reconociendo que no se conocían aún los detalles, aunque estas advertencias previas forman parte de lo que Xabier Arzalluz calificaba de "gritos de apareamiento" por los que la oposición pretende sacar músculo ante un Gobierno en minoría, hacerle evidente su debilidad y forzarle a un talante de negociación que de alguna manera limite su beneficio de protagonismo.

El Gobierno presidido por Urkullu, sin duda, es el responsable principal de que sus cuentas sean o no aprobadas. No sería de recibo que, ni siquiera en el discurso, se imputase a la oposición la culpa de unos Presupuestos no aprobados. Y ello, independientemente de que haya partidos que intenten boicotearlos simplemente por pura rivalidad, por mera actitud de obstrucción, consecuencia de un insensato concepto de la política pero válido en democracia.

A estas alturas, cada grupo parlamentario tiene ya en sus manos y para su estudio el contenido detallado, la letra pequeña de los Presupuestos. Es probable que quienes tienen ya decidido su rechazo ni siquiera se vayan a molestar en leerlos. Es probable que incluso conociendo ese destino al gasto social calificado por el Ejecutivo como "el mayor porcentaje de la historia", sigan sin creérselo y enmienden a la totalidad. Es cuestión de sensatez y coherencia. Es probable, también, que a la vista del detalle de los números pueda comprobarse que lo del gasto social era mentira, que las cifras estaban trucadas. O, simplemente, que el reparto del dinero público es manifiestamente mejorable y que se han establecido unas prioridades equivocadas.

Y aquí es donde sí recae la responsabilidad en todos, en Gobierno y en oposición. Porque son habas contadas y es el momento de retratarse. Si el PSE comprueba que se han traspasado las líneas rojas, que diga dónde y que presente otra alternativa, es decir, que detalle de dónde hay que quitar para salvar las carencias donde las hubiere. El mismo ejercicio de responsabilidad tocaría a EH Bildu, de dónde disminuir para dónde aumentar; y no vale de nada argumentar que esta precariedad se solucionaría con una modificación fiscal, porque es imposible aplicarla a estos Presupuestos. Y si el PP condiciona su apoyo a las cuentas en que no se financien planes soberanistas, que detalle qué son planes soberanistas, lo demuestre y diga dónde y cómo se financian en las cuentas. En cuanto a UPyD, que ya ha decidido su enmienda a la totalidad, cuide de no coincidir con EH Bildu, no vaya a perpetrar cualquier otra frivolidad.

El Gobierno de Urkullu no lo tiene fácil, y va a tener que desplegar un talante negociador poco común para sacar adelante las cuentas. Su responsabilidad no se la van a eximir los partidos de la oposición, sea cual sea su coherencia o su honestidad.