Pamplona. En septiembre, en las calles de La Habana, los cubanos comentaban preocupados la campaña electoral venezolana. El temor generalizado era que Hugo Chávez perdiera frente al opositor Henrique Capriles. Recordaban los tiempos de aislamiento internacional, de penurias, tras la desaparición de la Unión Soviética y cómo la llegada del comandante bolivariano al poder puso de nuevo la isla en el mapa. Fidel Castro y Hugo Chávez firmaron en el año 2000 el Convenio Integral de Cooperación entre Cuba y Venezuela, lo que supuso un fundamental estímulo económico para la isla socialista.

Esta colaboración se traduce en un importantísimo intercambio comercial, la venta de unos 100.000 barriles de crudo diarios por parte de Caracas a La Habana en condiciones preferentes (Cuba paga la mayor parte del petróleo importado en 25 años a un interés mínimo del 1% y cuenta con dos años de gracia), inversiones venezolanas en la isla o los alrededor de 35.000 médicos cubanos que trabajan en Venezuela y que reciben una contraprestación. Estos servicios médicos representan la mayor parte del ingreso de divisas de Cuba, una media de 5.000 millones de dólares anuales.

Los médicos cubanos trabajan en las llamadas misiones bolivarianas como la de Barrio Adentro y han ayudado al Gobierno chavista a mantener los programas sociales, pilares de su administración. Durante la campaña electoral, Capriles se quejó de que "un médico cubano le cueste al país 40.000 bolívares mensuales". El líder opositor, que con toda probabilidad se enfrentará con Nicolás Maduro en un mes, asegura que de llegar al poder renegociaría el acuerdo con La Habana, pero nunca ha hablado de cancelarlo completamente.

Chávez superó en octubre, una vez más, la prueba de la urnas y los cubanos respiraron tranquilos. Pero apenas dos meses después, el mandatario bolivariano sobresaltó de nuevo la tranquilidad caribeña al anunciar que debía someterse a una nueva operación quirúrgica. "¡Chávez es también cubano!", exclamó Raúl Castro tras conocerse, casi tres meses después, la muerte del líder bolivariano. Cuba está convencida de que el proyecto que echaron a andar juntos se mantendrá al menos otros seis años más con Nicolás Maduro al frente.

revolución bolivariana El vicepresidente y actualmente líder interino del país es un hombre muy cercano a La Habana y, según los analistas, fue precisamente este uno de los motivos por los que Chávez lo eligió para sucederlo frente a, por ejemplo, Diosdado Cabello. Pero Cuba no ha sido la única beneficiaria de la revolución bolivariana. Impulsor de mecanismos regionales como la Unión de Naciones Sudamericanas (Unasur), la Comunidad de Estados Latinoamericanos y del Caribe (Celac), la Alianza Bolivariana para los pueblos de nuestra América (ALBA), en la que están los llamados países del eje bolivariano, o Petrocaribe, Chávez llevó el liderazgo latinoamericano y caribeño desde que ascendió al poder en 1999. Con la mayor reserva del mundo de petróleo, estimada en 300.000 millones de barriles, el mandatario fallecido ha financiado programas de todo tipo en países del ALBA y la Unasur; además, ha distribuido millones de barriles de petróleo a países caribeños en condiciones de financiación preferentes. Cuba, Nicaragua, Ecuador y Bolivia, y en menor medida Brasil y Argentina, han sido los principales beneficiarios. Con todos ellos ha impulsado estrechas alianzas. Para Bolivia, por ejemplo, fue un destacado apoyo económico con el que firmó decenas de acuerdos sobre comercio, lucha contra el narcotráfico, alianzas en materia de minería, hidrocarburos, energías renovables, medicina y agricultura. En el país andino también se han desplegado los médicos cubanos para cooperar en Salud y Educación. Gracias a ellos, Evo Morales declaró el país libre de analfabetismo en 2008.

Chávez superó en muchas ocasiones sus diferencias ideológicas para que todos los países de la región se unieran en los diferentes organismos de integración. Es el caso, por ejemplo, de la Unasur, formada por doce naciones sudamericanas entre las que también está Colombia. Su mala relación con el expresidente Álvaro Uribe incluyó insultos, ruptura de relaciones y una crisis sin precedentes entre los países vecinos. Pero la llegada de Juan Manuel Santos al poder normalizó las relaciones y también el importante intercambio comercial entre dos países que comparten 2.219 km de frontera. Ante la escasez de algunos alimentos que sufre Venezuela en los últimos años, Colombia se ha convertido en principal suministrador de materias primas. El año pasado, por ejemplo, este intercambio supuso 3.280 millones de dólares, de los que 2.690 millones correspondieron a las exportaciones colombianas hacia Venezuela.

Chávez deja una importante herencia en América Latina, ahora más unida que en ningún otro momento. Con su muerte, el subcontinente se queda sin una figura clave, sin una referencia para muchos de sus líderes, pero todos apuestan por que esta integración lograda sea un proyecto a largo plazo. La Unasur o la Celac son instituciones consolidadas con una decena de países interesados en que sigan adelante. El único organismo que queda, por tanto, en una situación incierta es el ALBA, y es que éste sí era un proyecto personal de Chávez y Castro.

eeuu, su principal cliente Pese a la retórica antiimperialista del líder venezolano y el rechazo declarado de Washington hacia la revolución boliviariana, Estados Unidos ha seguido siendo el principal cliente de Venezuela durante el Gobierno chavista, a quien vende diariamente entre 1,5 y 2,5 millones de barriles. Venezuela es así uno de los principales proveedores de petróleo de su mayor enemigo, a quien las autoridades venezolanas acusan ahora de haber inoculado el cáncer al líder boliviariano.

El segundo socio comercial durante la era chavista ha sido China, que ha ido aumentando tanto su relación como su presencia en Venezuela con una participación casi exlusiva en la explotación de las reservas de oro venezolanas, la construcción de satélites o convenios de construcción de refinerías. El empuje de las relaciones chino-venezolanas se materializó en la firma de acuerdos bilaterales que superan los 40.000 millones de dólares destinados a proyectos de petróleo, minería y vivienda, entre otros, consolidando a Caracas como uno de los cuatro socios latinoamericanos principales del régimen chino.

Pero Pekín estaba acostumbrado a negociar todo directamente con Chávez y ahora se enfrenta a una nueva realidad, la falta de un líder que, como el mandatario fallecido, lo controlara todo de forma personal. Maduro califica la alianza con China como "basada en el respeto, la igualdad y el desarrollo", pero el presidente interino no es Chávez y los analistas dudan de que Maduro llegue a alcanzar la misma cota de poder que su predecesor en caso de ganar las elecciones. Es lo mismo que sucede en América Latina; a partir de ahora, Venezuela será solo un país más en el conglomerado de organismos de integración, y con toda probabilidad ya no llevará el liderazgo.

Además de China, con Chávez en el poder, Venezuela se acercó también a Irán, Siria y Bielorrusia, quizás las relaciones más polémicas que ha tenido. El presidente venezolano y el iraní visitaron el país del otro en una docena de ocasiones en ocho años. "A pesar de los arrogantes que no quieren que estemos juntos estaremos juntos para siempre", declaró Mahmud Ahmadineyad durante su último viaje a Venezuela hace un año. Tras el fallecimiento del líder boliviariano, Ahmadineyad declaró un día de duelo nacional y viajó a Caracas para despedir a su "hermano". Chávez siempre apoyó a Teherán en diversos asuntos en el seno de las organizaciones internacionales, incluido su programa nuclear.

Por su parte, el Gobierno de Hahmud Ahmadinejad ha invertido miles de millones de dólares en Venezuela. En 2007, los dos países establecieron un fondo de unos 2.000 millones de dólares para apoyar sus proyectos conjuntos, incluido uno para ayudar a los países "antiimperialistas" de toda América Latina.