parís. Garikoiz Aspiazu Rubina, Txeroki, que como los otros nueve miembros de ETA que están siendo juzgados en París volvieron ayer a la audiencia un día después del gran altercado que terminó con su desalojo, se negó a dar explicaciones sobre las declaraciones que hizo el pasado lunes en nombre de ETA. Aspiazu no respondió a ninguna de las preguntas que le realizó el fiscal Jean-François Ricard sobre el texto que leyó al inicio del juicio, en el que reconocía el daño causado por la organización armada a las víctimas de sus acciones, pero solo a las que "no tenían responsabilidad" en lo que ETA llama "el conflicto vasco".
"¿Hay dos categorías de víctimas?", le interrogó Ricard, que antes le había inquirido sobre si se refería a "víctimas colaterales" en las excusas que formuló el lunes al reconocer la "responsabilidad" de la organización. El representante del Ministerio Público también le solicitó que confirmara si se reconocía como jefe militar de la organización en agosto de 2007, cuando se produjeron los hechos que juzga el Tribunal de lo Criminal de París, y si, como tal, se había encargado de presentar el comunicado del lunes.
Igualmente le pidió su opinión sobre las reacciones que suscitó ese texto y en particular la del portavoz del Gobierno vasco, Josu Erkoreka, que lo había considerado inadmisible por la distinción entre unas y otras víctimas, y la del anterior lehendakari, el socialista Patxi López, quien estimó que se trataba de un retroceso en el proceso de normalización de Euskadi.
amonestado Txeroki, que había advertido de antemano que no pensaba contestarle, se limitó a señalar a la primera cuestión: "No tengo nada que decirle". Luego no dijo nada más e, incluso, fue objeto de una llamada de atención por parte del fiscal en un momento en que el miembro de ETA dejó de mirarle.
Los diez acusados que se sientan en el banquillo en este proceso comparecieron ayer tras los altercados del martes en protesta por las condiciones en que se desarrolla el proceso y la accidentada evacuación, en la que hubo forcejeos y golpes con los gendarmes encargados de su custodia. Durante la jornada de ayer el dispositivo de gendarmes que se ocupa de los activistas se reforzó significativamente, con una veintena de agentes, dos por detenido. Además, en la sala de audiencia estaban presentes los responsables de la seguridad del Palacio de Justicia de París.
quejas La abogada de los encausados Amaia Recarte aludió a los incidentes de la víspera, en concreto a las demandas de sus defendidos que estuvieron en el origen, y se quejó de que "las cosas no avanzan". Recarte indicó que el martes, tras el altercado, algunos de los imputados no llegaron hasta las 20.30 a la prisión en la que están internos, una hora, a su juicio, muy tardía teniendo en cuenta que para estar puntuales en el tribunal al día siguiente los despiertan a las 05.30.
También reiteró la petición de que los etarras "puedan comer correctamente", en alusión a que ahora reciben unos platos que les llegan fríos y que, según denunció el lunes uno de ellos, Oihan Barandalla, "son incomibles". La otra demanda insatisfecha es que los presos catalogados como peligrosos DPS ("detenidos particularmente vigilados", en el lenguaje reglamentario francés) sean esposados por delante y no con los brazos a la espalda, como establece la normativa penitenciaria.