Vitoria. Asegura no saber nada de marketing, pero él y sus colaboradores se esmeran en no dejar ningún cabo suelto en la antesala de la entrevista. Proponen el emplazamiento de la fotografía y repasan el look del primer edil ante el objetivo. Las miradas de los viandantes se cruzan en la Corre con la de su alcalde, porque Javier Maroto es, ante todo y sobre todo, alcalde de Vitoria-Gasteiz. Lo repitió con insistencia en campaña, al menos en la primera mitad de la misma y antes de que el partido lo relegara a un segundo plano vista la polémica que su intención de trasladar la defensa exclusiva de la capital de Euskadi al Legislativo originó en los territorios vecinos.

Aceptó el reto y desde el 20-N forma parte del Parlamento Vasco que el jueves designó lehendakari al jeltzale Iñigo Urkullu. La entrevista se realiza dos días antes de esta cita. Para entonces, el alcalde Maroto, el parlamentario Maroto, ya sabe lo que se va a encontrar y cómo lo va a afrontar.

¿Qué tal se siente en el escaño recién estrenado?

Ha sido un contacto leve y con la extrañeza de que el primer día que llegas al Parlamento te comentan que te corresponde un Ipad, un Iphone y un portátil. Sorprende un poco, después de todo lo que está pasando con la política y la percepción que se tiene de los políticos, que todavía haya estamentos que parecen tan desconectados de la realidad. Yo renuncié a las tres cosas el primer día y he visto que luego se han sumado otra serie de parlamentarios. Es muy importante que los políticos entiendan cómo están las cosas en la calle. Un alcalde o un concejal lo vivimos en primera persona porque estamos todo el día en los barrios, pero da la sensación de que otros políticos no pisan la calle nunca y su imagen nos arrastra a todos. Me gustaría que todos los partidos entendiesen que la gente de verdad lo está pasando mal y, a veces, un gesto vale más que mil discursos. Por eso ese rechazo a cuestiones como el Ipad.

¿El Parlamento Vasco es una institución alejada de la realidad?

Desde luego los parlamentarios no pisan la calle como lo hacen los concejales o los alcaldes. Son instituciones distintas; ellos hacen leyes, tratan temas más generales, y seguramente están más en la calle que los miembros del Parlamento Europeo, pero yo estoy acostumbrado al contacto directo. Los ciudadanos te dicen a la cara si algo les gusta o no.

Supongo que con este discurso no habrá tenido una acogida muy cálido entre los demás aforados.

Ya sé que les ha caído muy mal a algunos parlamentarios míos y de otros partidos que yo haya renunciado a todo esto, porque significa poner en evidencia que ellos se tienen que posicionar. Pero yo no he ido al Parlamento a hacer las cosas para que sean cómodas; es más, cuando tomé la decisión de ir establecí una serie de condiciones, además de recordar que no era la primera vez que esto sucedía, ya que el alcalde Cuerda estuvo ocho años de parlamentario y alcalde. Advertí que yo debía renunciar a cualquier retribución complementaria y, lo que es más importante, pregunté si había algún problema con que siguiese manteniendo un discurso propio. Es verdad que me he presentado por el PP; soy el PP y creo en las siglas a las que pertenezco, pero también es verdad que si en un momento dado tengo votar en contra de lo que dice mi partido, porque eso favorece a Vitoria, lo voy a hacer. Eso lo he avisado y eso a veces tiene un coste muy importante dentro de los partidos, pero uno se acuesta mejor cuando hace las cosas de acuerdo a su conciencia.

¿Se encuentra cómodo en su rol de 'verso suelto'?

A veces es muy incómodo, no crea. Es muy incómodo defender una posición claramente contra Garoña sabiendo que ministros de tu partido están buscando una solución para que Garoña continúe. Cuando tomo esa decisión sé que el teléfono va a sonar y que hay gente de mi partido que me va a tratar de corregir. Mi sigla es el PP, pero mi bandera es Vitoria. Y si tengo que elegir, elijo.

¿Para qué servirá tener la voz del alcalde de Vitoria-Gasteiz en la Cámara vasca?

Tener la voz del alcalde de Vitoria en el Parlamento Vasco no servirá para hacer política en el sentido tradicional de la palabra, sino para reivindicar nuestra posición como ciudad y nuestra posición como capital dentro de Euskadi. Y también en representación de muchos alcaldes, ya no solo del PP, que están sorprendidos al igual que yo de que pasen cosas que evidencian que el municipalismo no es lo importante en el Parlamento Vasco. Pongo el ejemplo más evidente: la Ley Municipal, una promesa del lehendakari y del anterior y del anterior, otra vez se ha quedado en el cajón.

Más allá de Vitoria, Basagoiti le encomendará otras funciones. ¿Sabe ya cuáles son?

Cuando tuvimos la conversación en relación a mi pertenencia al grupo parlamentario hablamos de dos cosas: la prioridad es la Alcaldía y acepto ser alcalde porque el Parlamento está a cinco minutos andando del Ayuntamiento. Yo tardo mucho menos en ir allí y despachar con los consejeros que ir como hacía antes a Lakua a despachar, con la diferencia de que entonces las decisiones ya estaban tomadas.

Aceptó el binomio alcalde-parlamentario, pero ¿y el de alcalde-portavoz de grupo? ¿Le tantearon?

No, ni lo hubiese aceptado. Mi prioridad es la Alcaldía de Vitoria y un portavoz tiene que dedicarle muchas horas al Parlamento y a la relación con los grupos, que es exactamente lo que hago yo pero como alcalde.

¿Cómo cambia el chip de gobernar un ayuntamiento en minoría a hacer oposición frente a un gobierno en minoría?

Puede ser una ventaja para Vitoria y para el propio lehendakari. Tener a un alcalde que sabe lo que es gestionar en una situación económica muy difícil y lo difícil que es en ocasiones alcanzar acuerdos entre diferentes, pero también lo necesario que es, resulta fundamental. Mi vocación es la de alcanzar acuerdos, no para colgar una medalla sobre el pecho de nadie, sino porque siempre que hay un acuerdo en Euskadi significa que es un acuerdo plural, que refleja mucho más a la sociedad vasca, a la vitoriana o a la de Muskiz que a la de un solo partido.

¿Le ayudará su nueva situación a ponerse en el papel de Urtaran, Lazcoz o Fernández de Pinedo?

Mi papel en el Parlamento Vasco es tratar de defender las cosas de la ciudad buscando acuerdos. Ojalá la vocación de los que ha nombrado fuese esa, pero no lo es. Nos encontramos gente en la política que cuando no está en el gobierno solo sabe decir que no. Y de eso hay en el Ayuntamiento, aunque afortunadamente hay otras cosas. No obstante, yo me jacto de haber alcanzado acuerdos con PSE, PNV y Bildu.

¿Se ve como la cara amable del PP frente a EH Bildu y, por ende, la única baza para alcanzar acuerdos?

No se trata de tener un rostro amable o no. Hay cuestiones con la izquierda abertzale en las que hay que ser claros y ponérselas de manifiesto. Ahora bien, cuando veo al alcalde de San Sebastián junto a los portavoces de PSE, PNV y PP en un acto de las víctimas, también lo digo. Y eso no es ser amable, es reconocer la realidad y decir las cosas como son. Reconozco que han cambiado las cosas hasta el punto que muchos en la política nunca hubiésemos pensado que hoy estaríamos como estamos, viendo en una ciudad como Donosti a la izquierda abertzale junto al PP en un acto de las víctimas del terrorismo.

Después de hacerlo en Vitoria, ¿también se puede llegar a acuerdos con EH Bildu en el Parlamento?

Lo imposible es no coincidir en una votación.

Le pregunto por llegar a acuerdos, no por coincidencias.

Es evidente que si EH Bildu propugna la congelación de impuestos a las clases medias y el PP propugna la congelación de impuestos a las clases medias lo normal es decir que en esto vamos a votar juntos para obligar que sea así o para impulsar una ley que lo promueva. Y creo que no pasará nada si esto sucede, igual que no pasará nada si sucede con el PNV o con el PSE. Hay que abrir los ojos, sentir la realidad del País Vasco y querer a Euskadi. Lo cual no significa que no haya que ser rigurosos con la izquierda abertzale en los pasos que les faltan por dar.

¿Cómo encajaría el PP y su electorado de fuera de Euskadi la consecución de acuerdos con la izquierda abertzale?

No se trata del electorado del PP de fuera. Hay un dato estremecedor que me preocupa mucho como vasco y como político. Según el Eustat, el 75% de los vascos creemos que el proceso de finalización del terrorismo y su opción de ETA es irreversible. Y el 75% del resto de España piensa que no. Hay un choque muy importante que seguramente será debido a 30 años de un mensaje que ha sido muy difícil de digerir por el resto de la sociedad; es muy difícil cambiar de la noche a la mañana. Hay muchas personas que no entienden lo que pasa en Euskadi, quizás porque nunca han vivido aquí, quizás porque siempre han oído lo mismo de lo de aquí y quizás porque es demasiado pronto para pedirles un cambio de chip, especialmente si las cosas son distintas, como parecen que están siendo.

¿Descarta la vía para evolucionar en su trayectoria política que se le presenta en el Parlamento, más allá de las paredes consistoriales?

No, no veo el Parlamento así. Es más, he tratado de explicar en campaña que de lo que se trata es de representar a muchos vitorianos, más allá de las siglas. Tengo en común con gente que me votado, que no me ha votado y que no me va a votar nunca un hartazgo con lo que ha venido sucediendo en el Gobierno Vasco en relación a Vitoria. El hecho más evidente ha sido el canon de capitalidad y lo que ha costado. Me gustaría escuchar a Iñigo Urkullu que Vitoria es la capital de Euskadi y punto.

¿Y seguir el ejemplo de Alfonso Alonso rumbo a Madrid?

No lo veo. Me interesa Vitoria, entré en la política porque era municipal, no me interesa otra cuestión. Mi papel está en la Alcaldía, quiero ser alcalde de Vitoria y quiero serlo en todas sus funciones: dentro del Ayuntamiento y en la defensa de Vitoria en el Parlamento Vasco.

¿Sus quehaceres locales son compatibles con presidir el PP vasco?

Jamás he dado mi nombre para ello y jamás nadie del partido ha hablado conmigo de ello. Ese melón no está abierto. Sobre rumores no hablo.

¿Y sobre su disposición a aceptar el cargo si su partido se lo pide?

A mí lo único que me gustaría es que todos los partidos entendiesen la necesidad de reproducir el modelo alavés. Hemos jugado al triple y al cuádruple empate, porque prácticamente PP, PSE, PNV y Bildu tenemos la misma fuerza. Lo importante es saber construir por lo menos una diagonal para poder hacer fuerza y eso se aprende cuando uno ha estado en el gobierno y en la oposición. Si ese mensaje encaja en la política vasca, fenomenal.

¿No cierra las puertas a relevar a Antonio Basagoiti?

Si tengo que contestar con contundencia a la pregunta le tendré que contestar que sí cierro las puertas, porque no hay una sucesión abierta ni quiero dejar esa baza.

¿Realmente no está abierta la sucesión? ¿No se abrió en el mismo momento en el que el presidente del PP vasco anunció que no se presentaría a la reelección?

Yo no tengo la fecha de cuándo va a ser ese congreso y creo que las sucesiones abiertas antes de tiempo no generan ninguna ventaja en los partidos. El PP en el País Vasco está unido. Veo gente que tira del mismo carro y no veo gente que mire de reojo, como sí sucede en el PSE, especialmente en Álava, o en el PNV, también aquí en Álava. Y no lo veo como lo he visto en el Parlamento Vasco en EH Bildu, porque es una coalición que mezcla gente que viene del marxismo más extremo y algunas pijas de Bilbao. Hay de todo en una especie de amalgama que es una bomba de relojería.

¿Comparte con Basagoiti que su salida es lo mejor para el futuro del partido?

Yo no le he oído esa frase.

Entiendo que si se retira pensará en el bien del PP, ¿usted no?

Estas cosas hay que verlas cuando hay que verlas. Cuando yo estoy con Antonio no hablamos de esto.

¿No han reflexionado sobre la conveniencia de un cambio al frente del equipo?

No, hemos hecho una reflexión mucho más profunda. La pregunta que debemos hacer es por qué el PP en Vitoria les saca un 30% a todos los demás partidos cuando hay elecciones locales y en las autonómicas no sucede lo mismo.

¿Ha encontrado la respuesta?

Hay una que es evidente. El PP de Álava es mucho más moderado; no moderado, es un PP mucho más centrado, mejor dicho, mucho más apegado a la calle, donde hemos demostrado que cuando se gobierna todo el mundo está cómodo. Aquí cabe todo el mundo. Yo dije en el Pleno de investidura, con Mariano Rajoy presente, que iba a contar con los 27 concejales, y sabía quiénes estaban sentados.

¿Ha fracasado la 'política Pop'?

La política Pop para muchos significó entender que era el comienzo de un discurso que cambiaba. El PP mantiene unos principios que no han cambiado y que yo defiendo con contundencia, pero también hay, quizás por la oportunidad histórica que hemos tenido, la capacidad de ser influyentes directamente en las decisiones que toma el Gobierno Vasco. Es un PP mucho más útil. Además quiero destacar que el PP ha tenido una reducción de voto en Vitoria del 7%, a pesar de la incorporación electoral de Bildu; el PNV tuvo más de un 15%, y el PSE un 33% de reducción. Aguantamos bien, a pesar de la coyuntura que había. Es más, hay gente que ha votado al PNV en estas últimas elecciones que me vota a mí. Así de sencillo. No querían que Bildu pudiera gobernar.