MADRID. El líder de los socialistas madrileños, Tomás Gómez, volvió ayer a hacer gala de la osadía que un día le enfrentó con José Luis Rodríguez Zapatero y plantó cara al actual secretario general del PSOE, Alfredo Pérez Rubalcaba, ante los barones del partido, que como un muro le cerraron el paso.

Cuando parecía que la máxima aspiración de los críticos era abordar la cuestión de las primarias, Gómez fue más allá planteando en el Consejo Territorial que el PSOE necesita un congreso extraordinario en el que renovar su dirección, solo diez meses después de que ésta fuera elegida por la mayoría.

En lo que puede interpretarse como un alarde de democracia interna, Rubalcaba consideró "normal" que Gómez manifieste su posición en el órgano que corresponde, y se parapetó tras las "dieciocho reflexiones en contra" del Consejo. Dentro y fuera de la reunión, los representantes territoriales fueron uno a uno dando la espalda al líder madrileño y a su idea "extemporánea".

Lejos de amedrentarse, en su medida osadía el líder del PSM salió satisfecho de su intervención por haber hecho una "propuesta concreta" sobre cómo abordar el cambio del que todos hablan internamente en el partido. Sus colaboradores defendieron que Gómez tuvo una postura "valiente" y "coherente", en la medida en la que "ha dicho lo que piensa en el lugar donde debe hacerlo, con sinceridad y con lealtad", a diferencia de "otros que piensan como él, pero no lo dicen".

Por su parte, Rubalcaba exigió ayer lealtad al líder del PSM y le pidió además que respalde el proyecto socialista para ofrecer una alternativa. El líder el PSOE matizó que Gómez admitió después que se trataba de una "reflexión" y no de una exigencia. Rubalcaba aprovechó para agradecerle que le diga las cosas "a la cara", en los órganos del partido, "que es donde hay que decirlas".

Rubalcaba se negó a desvelar en qué términos contestó al líder del PSM a puerta cerrada, en su última intervención antes de que acabara el Consejo Territorial.

Algunos de los asistentes a este cónclave confesaron que la situación fue muy tensa y que la réplica de Rubalcaba a Gómez fue dura, aunque otras fuentes restaron gravedad al momento. En este sentido, las fuentes explicaron que Rubalcaba pidió lealtad mutua a Gómez, especialmente al proyecto socialista, y, haciendo suyas las palabras del vicesecretario del PSOE andaluz, Mario Jiménez, dejó claro que esa lealtad debe ser hacia arriba y hacia abajo, es decir, de la dirección federal con el resto y viceversa.

La auténtica lealtad debe estar con el proyecto socialista, que hoy por hoy tiene que estar centrado en preocuparse de la crisis económica y de la gente que lo está pasando mal, dijo Rubalcaba a Gómez. También le indicó -siempre según las fuentes- que respetaba sus opiniones, pero que eran minoritarias, al no ser compartidas por ningún otro dirigente territorial del partido, por lo que era un asunto que no iba a ser ni siquiera tenido en consideración.

Rubalcaba defendió también su legitimidad y la de su Ejecutiva al frente del partido y dejó claro que fueron elegidos en un congreso democrático. "Yo me he sentido el secretario general de todos los socialistas, de los que me votaron y también de los que no", sentenció.