GERNIKA. No era el de ayer un día de proclamas, ya habrá tiempo para ellas a partir de mañana cuando Urkullu y su equipo se asienten en Lehendakaritza y tomen y firmen sus primeras y más urgentes decisiones. Era una jornada de imágenes, sin teatralizaciones pero con solemnidad. El acto de toma de posesión ya de por sí tiene un aroma especial por su trascendencia y alcanza su clímax en la toma de posesión del cargo por el nuevo lehendakari simbolizada por la entrega de la makila por el lehendakari saliente.
Pero el momento estelar llega con la jura que evoca una experiencia cuasi mística en muchos de los presentes en el sancta santorum de las libertades y el fuero vasco. El acto tuvo el interés añadido de los cambios que el tildado como tradicional Urkullu incorporó a la fórjula de juramento. Primero sustituyó la formula "ante Dios humillado" empleada los lehendakaris abertzales por "Humilde ante Dios y la Sociedad". Recuperó la expresión "representantes del pueblo", después de que Patxi López lo cambiara por "ciudadanos". Y todo ello en euskera, la primera vez que un lehendakari lo hace en exclusiva en esta lengua. Coincidió con su predecesor en no usar ni la Biblia ni el crucifijo en la mesa del juramento en la que colocó ejemplares del Estatuto de Autonomía y del Fuero Viejo de Bizkaia, el primer texto que recoge el conjunto de instituciones del Señorío de este territorio.
Pero Urkullu tenía guardada una sorpresa más. Se fue junto al Árbol Viejo que se conserva en la Casa de Juntas. Un guiño al lehendakari Leizaola que, en la clandestinidad del franquismo, visitó el viejo roble y un canto simbólico a la soberanía foral.