el cairo. El referéndum que Egipto celebrará hoy y el día 22 sobre la nueva Constitución, apoyada en bloque por las fuerzas islamistas y rechazada por la oposición laica, supone el primer gran examen al que se enfrenta el presidente, Mohamed Mursi, ante el pueblo egipcio. La ausencia de encuestas y la extrema polarización de la sociedad hacen imposible vaticinar un resultado, aunque la movilización islamista y el ansia de estabilidad de muchos egipcios parecen dar mayores opciones a la aprobación de la nueva Carta Magna, criticada por su supuesto recorte de libertades y derechos.

El proyecto de Constitución fue redactado por una Asamblea Constituyente dominada por las fuerzas de tendencia religiosa y boicoteada por los opositores y amplios sectores de la sociedad civil. Aunque el borrador ha quedado libre de las propuestas más radicales que pretendían imponer los salafistas, el referendo no juzgará tanto su contenido como el respaldo del que gozan los Hermanos Musulmanes y su proyecto islamista para la sociedad.

La decisión de Mursi de blindar la asamblea ante los tribunales y la apresurada finalización del borrador para ser sometido lo antes posible al plebiscito han sacado a cientos de miles de egipcios a protestar a las calles de las principales ciudades egipcias. Sin embargo, lejos de la plaza Tahrir y del Palacio Presidencial -núcleos de las protestas-, los Hermanos Musulmanes y los salafistas han llevado a cabo un concienzudo trabajo de base para convencer a la población de que el referéndum es el punto de partida para el despegue económico de Egipto.

La oposición, que pese a unirse en contra de Mursi sigue manteniendo grandes diferencias, no decidió hasta el último momento si boicotear la convocatoria o pedir el "no", como hicieron finalmente. Esa indecisión y su incapacidad para llegar a las capas más populares de la sociedad han puesto en riesgo sus posibilidades de éxito, aunque el escenario se antoja muy abierto. Lo único seguro es que las garantías democráticas para el referéndum han bajado considerablemente después de que las elecciones presidenciales y legislativas se celebraran en un entorno de limpieza más que aceptable.

En esta ocasión no habrá observación internacional, los periodistas no han sido todavía acreditados y existen serias dudas sobre la transparencia de un referéndum que se celebrará en dos fechas, el 15 y el 22 de diciembre, separadas por una semana. La partición del plebiscito en dos días ha sido obligada por el boicot de un gran número de jueces, que tienen la misión de supervisar la votación. La vigilancia y la seguridad del referendo han sido de nuevo puestas en manos del Ejército, como en todas las citas electorales hasta el momento, aunque la oposición han alertado ante la posibilidad de estallidos de violencia.

siguen las protestas Ese riesgo de enfrentamientos entre seguidores de Mursi y opositores quedó ayer en evidencia en Alejandría, donde al menos diez personas resultaron heridas en choques entre manifestantes de ambos bandos en el paseo marítimo de esa ciudad costera. El Ministerio egipcio del Interior señaló ayer que ha tomado las medidas necesarias para garantizar el proceso y que mantendrá la seguridad desde el exterior de los colegios electorales, en una jornada que ha sido declarada festiva.