DECÍA ayer el exalcalde de Gasteiz, el popular Alfonso Alonso, que ser alcalde de Vitoria "se parece mucho más al circo del sol", para explicar los ejercicios de funambulismo político que exige la siempre equilibrada y peculiar relación de fuerzas que suelen alumbrar las urnas, no solo en la capital, sino en Araba. Alonso recordaba sus ocho años en la Alcaldía para presentar en un desayuno informativo organizado por Nueva Economía Fórum en Madrid al actual primer edil, el que fuera su teniente de alcalde, Javier Maroto. Alguien que esta misma semana ha puesto a prueba su equilibrio, allanando el camino para lograr un acuerdo presupuestario municipal con el PNV -a costa de apearse de un acuerdo previo con Bildu-, días antes de que los dos partidos alumbraran una entente de calado para el nombramiento del nuevo presidente de Caja Vital, el popular Fernando Aránguiz.

Parece que por ahora quedan guardados en la nevera los discursos que el PP de Antonio Basagoiti construyó como uno de sus ejes en la reciente campaña electoral. "Tras los comicios el PNV abrirá la vía de la independencia como Mas", "solo hay dos papeletas, la de la independencia y la del PP", fueron algunos de los mensajes más repetidos, un mantra de conveniente identificación del PNV con un Artur Mas embarcado en su cruzada independentista post Diada, aliñado con la asimilación de proyectos entre PNV y EH Bildu.

la peculiaridad alavesa Ayer, Javier Maroto hacía votos para que la gestión del que, previsiblemente, será el nuevo lehendakari, el jeltzale Iñigo Urkullu, "sea diferente de la que escuchamos todos los días por parte del presidente de la Generalitat de Catalunya, Artur Mas" porque "lo que toca ahora es sumar". Recordó que la mayoría de los Ejecutivos en Euskadi han gobernado en minoría porque, explicó, hay cuatro fuerzas políticas y es "prácticamente imposible que una por sí sola alcance la mayoría absoluta". Urkullu, insistió, tiene "la necesidad de alcanzar esos acuerdos", el PNV sabe cuales son "las reglas del juego" del PP, de manera que sin son aceptadas "tendrán al PP para escuchar las propuestas".

Esa misma peculiaridad que Maroto describía respecto a Euskadi, puede aplicarse a Araba, un territorio que, por otra parte, suele comportarse con sus propias directrices -no siempre coincidentes con lo imperante en la política vasca- en lo que a las relaciones entre los partidos se refiere. Durante la legislatura que ahora termina, si en algún lugar chirrió la alianza de socialistas y populares fue, precisamente, aquí y, por buscar un epicentro, en el Ayuntamiento que dirige hoy Javier Maroto. Álava fue también el epicentro en 2009 de un intento soterrado pero serio por parte del PP de descabalgar al entonces Gobierno foral del jeltzale Xabier Agirre de la Diputación, merced a la mencionada alianza.

toca sumar... presupuestos Ahora Álava parece destinada a convertirse en nuevo campo de pruebas o, siguiendo con la imagen que proponía ayer Alfonso Alonso, en el delgadísimo alambre sobre el que los políticos tendrán que demostrar su destreza. Hablaba Maroto de la necesidad de Urkullu de alcanzar acuerdos. Pero no es menos necesidad la suya. Por sí solos, los seis votos del PNV en el Consistorio gasteiztarra permitirían al PP aprobar las Cuentas en una institución que ha pasado 2012 en prórroga presupuestaria. En Juntas Generales, la bancada jeltzale también puede otorgarle la mayoría absoluta a los Presupuestos de Javier de Andrés. Un flujo de mayorías que, en el Parlamento Vasco, no se repite exactamente igual, pues los diez parlamentarios del PP dejarían a Iñigo Urkullu a un escaño de la mayoría absoluta, pero que sí le pueden dar cierta tranquilidad frente a la mayor sintonía existente entre socialistas y EH Bildu por ejemplo en materia fiscal, como ha quedado evidenciado en Gipuzkoa.

Este escenario explica por sí solo la modulación del discurso popular respecto al PNV. Sin ir más lejos, y cambiando de territorio, el presidente del PP guipuzcoano y parlamentario, Borja Sémper, defendió ayer en Onda Vasca-Grupo Noticias el entendimiento entre su partido y la formación jeltzale. A su juicio, el PP tiene "amplios espacios de acuerdo y entendimiento" con la formación jeltzale ya que en materia económica y de visión fiscal "podemos avanzar y entendernos", un margen que quedó evidenciado durante esta legislatura que concluye en el terreno de juego del Consejo Vasco de Finanzas, en la sintonía entre las diputaciones de Bizkaia y Álava en materia fiscal, por ejemplo.

Un contexto de suelo común, como apunta Sémper, y de simple necesidad numérica que explica el cambio de trapecio que ejecutó el miércoles, desmarcándose del acuerdo que había cerrado con Bildu sobre la tasa de basuras que penalizaba las viviendas vacías para pactar con el PNV su supresión. Un primer paso para avanzar hacia un acuerdo más amplio que, y aunque el PNV alavés insiste en que aún es prematuro hablar de un entendimiento global, ha tenido esta semana otra evidencia en la elección del edil popular Fernando Aránguiz como el nuevo presidente de Caja Vital, una vez que la semana tome posesión la nueva Asamblea General de la entidad.

Pequeños pasos en el alambre de ese circo del sol del que habla Alfonso Alonso. "El PNV tiene una trayectoria de Gobierno importante, no siempre ha mantenido discursos de radicalidad y ahora tienen que descubrir sus cartas", afirmó ayer Maroto.