Cuando Patxi López alcanzó la Lehendakaritza en mayo de 2009, la estación provisional de autobuses ubicada en la calle Los Herrán rondaba los 16 años de vida. Tres y medio después, concluida la legislatura autonómica, Vitoria sigue esperando que una nueva infraestructura entierre el apeadero que tantas críticas ha cosechado durante su prolongada existencia.
Cuando parece que la espera emana sus últimos estertores gracias a un proyecto que no convence al Gobierno Vasco, pero que echará a andar en breve con el beneplácito municipal, la proximidad de la solución no camufla una indignación que supera ampliamente el mandato socialista, al igual que lo hace el otro proyecto soñado y también trufado de anhelos: el soterramiento del ferrocarril.
En ambos casos, la necesaria colaboración interinstitucional no ha sido hasta ahora la que debía para llevar a buen puerto dos buques insignia en las ofertas políticas que sacuden los tímpanos gasteiztarras en cada campaña electoral. Junto con la esperada ampliación del recorrido del tranvía en los ramales periféricos, estos dos pilares fundamentales en la modernización de las comunicaciones gasteiztarras conforman un importante capítulo de promesas incumplidas que, hoy por hoy, sigue vigente.
Y es que la estación de autobuses parece una realidad cada vez más cercana -el comienzo de las obras está previsto para antes de que finalice el año-, pero conocidos los intentos baldíos que se han sucedido en torno a este obra la desconfianza de gran parte de la ciudadanía hasta que el proyecto empiece a tomar forma es comprensible.
Durante las anteriores legislaturas, con Alfonso Alonso (PP), primero, y Patxi Lazcoz (PSE), después, la magnitud del auditorio o BAIC, como más tarde se bautizó, eclipsó a las dársenas de los autocares. Pero con el coloso apartado del camino de la austeridad obligada, las miradas volvieron a la estación de autobuses y a su polémica ubicación.
Tanto Lazcoz en su día como Javier Maroto (PP) en el actual mandato sabían que a pesar de sus diferentes formas de hacer política ambos llevarían adelante proyectos con una similitud inalterable: acarrearían críticas de los vecinos más próximos a los emplazamientos elegidos.
Así fue cuando el Gabinete socialista determinó que fuera el parque de Arriaga el lugar escogido para albergar la estación intermodal, con la parte destinada a los autobuses como uno de los ejes centrales. Y la historia se repitió una vez que el primer edil popular, con el apoyo de Bildu, derivó los autobuses al socavón creado originariamente para cimentar el BAIC.
Más tarde, con las excavadoras dispuestas para iniciar su labor, un nuevo escollo en forma de análisis medioambiental encargado por el Gobierno Vasco parecía dar nuevas alas a los miembros de la plataforma Euskaltzaindia Plaza Bizia, contraria a la edificación de la infraestructura en este punto. Aseguraban que el informe paralizaría la obra y que por eso se había demorado su salida a la luz. Esta versión contrasta, no obstante, con el carácter no vinculante que tiene el citado documento, lo que en otras palabras significa que las excavadoras tienen el semáforo verde.
Con las diferentes versiones sobre la mesa, lo cierto es que las instalaciones de Los Herrán cumplirán exactamente dentro de un año las dos décadas y todavía deberán mantenerse activas por lo menos un par de años más, si las últimas previsiones se cumplen, para poder dar el relevo.
En definitiva, una nueva demostración de que la polémica difícilmente se alejará de este proyecto. Como tampoco lo ha hecho del soterramiento del ferrocarril, aunque en este caso por la incredulidad de gran parte de la población sobre la ejecución del mismo.
A pesar de que esta posibilidad para unir las dos partes de la ciudad divididas por la cremallera ferroviaria se comenzó a plantear hace décadas, no fue hasta marzo de 2010 cuando se dio el primer paso oficial para acercar la obra. Entonces, el Ministerio de Fomento, Gobierno Vasco, Ayuntamiento de Vitoria y Diputación Foral de Álava rubricaron un protocolo de actuación germinado para sufragar los 476 millones de euros que requiere la iniciativa.
Esta demostración de apoyo pasa ahora por un mal momento debido a la crisis. Para muestra, los Presupuestos Generales diseñados por el Gabinete Rajoy para el próximo ejercicio, un documento donde no figuran ayudas económicas destinadas a soterrar los accesos ferroviarios a las capitales vascas con el fin de adaptarlos a las modernidad de la alta velocidad. El tren se aleja.