MADRID. En una entrevista con EFE para repasar la imagen, la adecuación al mensaje y la conexión con su electorado de los principales cabezas de lista, Centeno asegura que la clave para el éxito es resultar creíble y lanzar una "imagen segura, seria y cercana", un equilibrio difícil de lograr.

Lo más importante, insiste, no es si al público le gusta o no la indumentaria de los candidatos, sino si son "coherentes", si guardan una correspondencia entre su ideario y su estética.

Centeno asegura que tanto la estética de Urkullu como la de Laura Mintegui son excelentes, y cree que el candidato popular, Antonio Basagoiti, aún "conecta con un sector del PP, aunque su estilismo no se corresponda para nada con lo que se espera de un neoliberalista del siglo XXI".

Apunta la experta que el lehendakari, Patxi López, es "más complicado de reconocer" por los electores socialistas, y destaca entre sus rasgos más definitorios su "aspecto desaguisado".

Al candidato del PNV lo ve "atractivo", mientras que cree que Basagoiti sigue encasillado en "las modas de los jóvenes de derechas de antaño".

De la candidata de EH-Bildu, Laura Mintegi, dice que es coherente con lo que representa y que, además, "ofrece una imagen de sosiego que ayuda a propiciar nuevas lecturas de una formación complicada de entender en el resto del Estado". Y ve que su toque más característico es "el corte y el

Centeno opina que antes era mucho más fácil reconocer por la forma de vestir qué candidato era de izquierdas y cuál de derechas, pero, dice, desde que se empezó a hablar de un supuesto existente "centro político", los políticos renunciaron a arriesgarse, tanto en su discurso como en su estética.

"Ahora andan todos mimetizados y es imposible saber quién es quién, y sólo algunos partidos minoritarios o muy seguros de su identidad ideológica respetan aún los viejos estereotipos que separan a un militante de izquierdas de uno de derechas", explica.

La analista sostiene además que en Euskadi, en general, "los vascos mantienen una sensibilidad especial para el vestir que otras regiones de España, como Cataluña, que también fueron ricas en la industria textil, han olvidado por completo".

"En los nacionalistas vascos, domina más la tendencia de la perfección y la elegancia del gentleman inglés que la sofisticación y el chic francés", apunta.

Centeno, autora de "Política y Moda, la imagen del poder", asegura que para cambiar el estilismo de un político hay que valorar si "será coherente con la ideología del partido, el contexto geográfico y social y su propia personalidad".