BILBAO.No ha hecho falta ni un día desde el anuncio de adelanto electoral alpróximo 21 de octubre para que los cabeza de cartel de las cuatroprincipales fuerzas políticas de la CAV salgan a la plaza pública y, sopretexto de una primera valoración del anuncio, presenten suscredenciales estratégicas e incluso las tácticas por las que sedeslizará cada candidato en los sesenta días que restan hasta entonces.Las fuerzas constitucionalistas se aferran al discurso identitario yapelan al miedo de que viene la izquierda abertzale como unode los leit motiv de su discurso, mientras que Iñigo Urkullu lleva eltimón de su mensaje hacia otras aguas en las que la crisis se convierteen el eje de sus preocupaciones. Por su parte, EH Bildu no termina demostrar su perfil electoral y, al menos de momento, no entra en eljuego de socialistas y populares.
Fiela su esquema, Antonio Basagoiti volvió ayer a agitar el espantajo de laizquierda abertzale una de sus principales bazas electorales. Lasencuestas electorales sitúan al Partido Popular como la cuarta fuerzadel Parlamento Vasco. La entrada de EH Bildu les desplaza a losasientos traseros de la Cámara de Gasteiz.
Noobstante, lo peor para el PP es que, a la luz de los sondeos hechospúblicos este verano, perderá el papel determinante que ha jugado enesta legislatura, ya que el número de representantes no le serviríapara otorgar ninguna mayoría. Parece muy remota la posibilidad de quepueda repetirse el pacto entre PSE-PP, no tanto por la ruptura de dichaalianza el pasado mayo -de hecho, Basagoiti recientemente dejó abiertauna pequeña rendija para esa opción si los números lo permitiesen-,sino porque la suma de asientos no será suficiente.
Asílas cosas, su única aspiración es engordar lo suficiente su saco devotos para condicionar una eventual alianza entre PNV y la antiguaBatasuna, extremo que en ningún momento ha sido expresado ni por unosni por otros. "El principal riesgo es que PNV y EH Bildu saquen muchosescaños y se unan en el tren hacia la independencia, algo que solo elPP puede evitar", subrayó ayer Basagoiti, al que se le sumó lavicepresidenta del Gobierno, Soraya Sáenz de Santamaría, al reconocerque le "preocuparía muchísimo que gane un proyecto independentista" enEuskadi.
Los pronósticos demoscópicosno contemplan el impacto que pueda tener los últimos ajustes delGobierno de Rajoy y los que están por venir en septiembre y octubrecoincidiendo con la precampaña y la campaña electoral. Tampoco unposible rescate blando a la economía española que se da por hecho quellegará en unas semanas. No serán tiempos de vino y rosas para el PP,ni por arriba ni por abajo del Ebro. Con el fantasma de que viene elcoco de la izquierda abertzale, los populares intentarán desviar el debate de los recortes hacia un terreno en el que se sienten más cómodos.
Precisamente a los tijeretazos de Rajoy volvió a referirse ayer Patxi López para poner en valor su acción antirecortesdurante los últimos meses y sobre todo a raíz de la ruptura con elPartido Popular. En esta línea defendió "el modelo social del PSEfrente al de recortes del PP", extendiendo esta acusación al PNVformación a la que endosa su complicidad en los ajustes, pero "a lavasca". Junto con la atribución en exclusiva de ser el artífice delfinal de ETA, el de los recortes será uno de los banderines de enganchepara reconciliarse con su granero electoral y trata de recuperar parasu causa a los simpatizantes que su sociedad, los recortes aplicados entiempos de Zapatero -y también de Rajoy- con el PP ha ido dejando en elcamino.
Con la proximidad de laselecciones parece que aflora ahora la necesidad de marcar distancia conla izquierda abertzale, a pesar del reciente pacto con Bildu en laDiputación guipuzcoana para modificar la fiscalidad y de pasodesarmonizar todo el sistema fiscal vasco. "Nos separa todavía unabismo en cuestiones éticas y democráticas", afirmó ayer ellehendakari, en parecidos términos a la portavoz del Gobierno vasco,Idoia Mendia. Los diseñadores de la campaña parecen tener claro quecualquier movimiento que acerque mínimamente a PSE y EH Bildu seráutilizado como arma electoral contra los socialistas.
Elasunto no deja de tener su punto de ironía, porque los últimos compasesde la legislatura giran, al igual que los prolegómenos que le llevaronhasta Ajuria Enea, en torno a los pactos postelectorales. Entonces, elveto de López era hacia el PP de Basagoiti. "He dicho una y mil vecesque no vamos a buscar acuerdos con un Partido Popular que lo único quesabe hacer en Euskadi es antinacionalismo y antisocialismo", afirmó eldirigente del PSE en Basauri en plena campaña electoral. El tiempo dirási esta vez cumple su palabra.
Encualquier caso, López y Basagoiti ponen en bandeja a EH Bildu laposibilidad de agarrarse al victimismo en el que ha navegado durantetanto años por mor de una ilegalización que ha amputado su derecho aparticipar en la vida política e institucional. De entrada, LauraMintegi se resistió a la tentación de entrar en ese juego y, aunquecriticó el veto postelectoral contra su partido tiró de "talantedemocrático" y aseguró que no se cierra de entrada a ninguna alianzacon cualquier partido.
Propuestas frente a vetos Lasencuestas dan ganador al PNV en las próximas elecciones, ligeramentepor delante de EH Bildu (más en porcentaje de voto que en reparto deescaños, donde la diferencia sería de dos o tres asientos en elParlamento). A mayor distancia quedarían socialistas y populares,mientras que Ezker Anitza podría mantener alguna representación en laCámara, en detrimento de UPyD.
Desdeel arranque de la precampaña todas las miradas están puestas en el PNVal que se le otorga desde ya el cartel de ganador. El propio Urkulluayer asumía de alguna manera ese rol. Su intervención fue de principioa fin en clave de gobierno. Por eso desgranó una extensa panoplia derecetas económicas y mostró un perfil muy institucional, huyendo deldebate en corto y partidario y apelando a los grandes acuerdos. Laaritmética del día 22 de octubre y la situación, sobre todo económica,no dejen otro remedio.