SI hay un territorio donde pueda tener más impacto la ruptura que Antonio Basagoiti escenificó el pasado día 7 del Acuerdo de Bases ese es, sin duda, Araba. Porque Álava es probablemente donde más compleja y tensa ha sido la relación entre ambos socios, pese a que esa relación en el pasado y más recientemente ha sido el fundamento para que ambos partidos hayan accedido al gobierno de las instituciones del territorio. Por eso no es de extrañar que desde el 7 de mayo Álava se haya convertido en el primer frente de batalla para el Partido Popular. El último episodio se ha vivido esta misma semana, la reclamación al Gobierno Vasco de la partida comprometida para Gasteiz y aún no ejecutada de cinco millones de euros en concepto de capitalidad. La estrategia de desgaste del PP al Ejecutivo de Patxi López tiene su epicentro en Álava.

Hay un factor previo a considerar en la pugna electoral que condiciona las estrategias, no sólo de PP y PSE, sino de todos los partidos. La Ley Electoral otorga a Araba un peso relativo en el Parlamento Vasco muy superior al de Gipuzkoa y Bizkaia; dicho de otro modo, cada uno de los 25 escaños alaveses son más baratos en número de votos. Un elemento que unido al hecho de que es en Álava donde el voto constitucionalista tiene tradicionalmente su feudo en la CAV hace que tanto para socialistas como para populares la perspectiva de unos resultados electorales buenos, o al menos aceptables, de cara a la próxima cita con los comicios autonómicos pase por un buen resultado en Araba. Un tercio de los actuales 25 parlamentarios del PSE corresponden a Álava.

El mensaje del desinterés En ese contexto hay que inscribir buena parte de los movimientos que se han vivido en el último mes por parte del PP, desde el gobierno de la Diputación alavesa y, sobre todo, del Ayuntamiento gasteiztarra. Así lo entienden desde luego los socialistas y así lo interpretan en Ajuria Enea. La portavoz del Ejecutivo vasco no tuvo reparos este martes en afirmar que el PP "utiliza la Alcaldía de Vitoria como ariete contra el Gobierno Vasco". De hecho, recuerdan ante críticas como las recibidas por la no ejecución -todavía, según Lakua- del denominado canon de capitalidad, que hay otras partidas muy cuantiosas en el Presupuesto destinadas a Gasteiz que sí están ya liberadas o comprometidas, como la del Anillo Verde Interior o la del ramal del tranvía a Abetxuko, para intentar contrarrestar la idea de que el Ejecutivo autonómico no se preocupa de la capital, mensaje que preocupa en el seno del Gobierno López.

La lucha amenaza con ser sin cuartel. Hace unos días el portavoz parlamentario del PP, Antón Damborenea, incluso llegaba a criticar con displicencia -"parece que no tiene grandes cosas que aportar y se dedica a mandar cartas que no sirven para nada"- algo tan trivial como la misiva que el lehendakari envió a Esperanza Aguirre a cuenta de la polémica sobre la final de la Copa del Rey. El episodio no deja de ser anecdótico, pero revela la crudeza con la que este enfrentamiento puede trasladarse a las urnas, especialmente por la necesidad que unos y otros tienen de desligarse de su antiguo socio.

El PSE se aferra -y seguirá haciéndolo- a la configuración de un escenario político en términos de izquierda-derecha para intentar dar la vuelta a las sucesivas debacles vividas en municipales y generales y a unos sondeos que le vaticinan un correctivo muy importante. La victoria de Hollande en Francia es el espejo en el que se miran los socialistas vascos y aprovecharán los meses que les quedan en Lakua para contraponer su gestión al draconiano control déficit y los consiguientes recortes sociales impuestos por Mariano Rajoy en La Moncloa.

El PP, por su parte, lucha contra el efecto recortes -por eso el reloj probablemente corra en su contra según la legislatura vaya quemando etapas-, aunque las encuestas le sitúan en unos resultados similares a los de 2009 incluso con la irrupción de Amaiur: el último Euskobarómetro le otorgaba 14 aforados, siete alaveses. Con el argumento de la desatención del Gobierno Vasco hacia Álava ya lanzado en la precampaña, el PP confía en amarrar ese feudo alavés que sustenta la mitad de su grupo parlamentario -de sus actuales 13 parlamentarios, seis corresponden a Álava-.

una década de desencuentros El rocambolesco episodio sobre las ayudas del Gobierno Vasco para la financiación del nuevo sistema de alquiler de bicicletas del Ayuntamiento, en el que el gobierno municipal llegó a utilizar la posición mantenida por Javier Maroto respecto al fracking como el telón de fondo para explicar la decisión de Industria de no firmar el convenio, fue probablemente la primera de las muchas escaramuzas que socialistas y populares van a protagonizar en un territorio donde, ni siquiera tres años de Acuerdo de Bases, han conseguido recomponer las relaciones.

La evidencia más palmaria es que el apoyo de los socialistas a las designaciones de Javier de Andrés y Javier Maroto fue casi por imperativo legal de la Ejecutiva vasca del PSE. Un clásico por otra parte, recreando de algún modo el episodio que se vivió en 2003 cuando fue Ferraz la que forzó a Javier Rojo a respaldar Ramón Rabanera; origen probablemente de las tensísimas relaciones personales que ambos partidos mantienen en el territorio. Lo que ha tenido su reflejo en la última década en la política alavesa: episodios como la controvertida última reelección de Gregorio Rojo al frente de Caja Vital y su salida de la entidad dan fe de ello. Pero también el hecho de que la última legislatura de Alfonso Alonso, la de Patxi Lazcoz y la actual, se hayan convertido en muchas ocasiones en un campo de minas para la política municipal y, en este ámbito, hay dos proyectos clave que lo ejemplifican: el fallido auditorio-BAIC y la estación intermodal ahora reconvertida en estación de autobuses.

El sistema de alquiler de bicicletas y el canon de capitalidad han sido los primeros objetos de escaramuza. También el controvertido tema del fracking aparece en el horizonte, con la moratoria de cinco años promovida por el Ayuntamiento de Gasteiz a instancias del PP, frente a la indefinición de la Diputación de Araba y el voto contrario que dieron los populares en el Parlamento Vasco a una propuesta de moratoria similar. El martes, el lehendakari y el alcalde gasteiztarra tendrán la oportunidad de verse frente a frente en el Consejo de Gobierno que se celebrará en las instalaciones de Itsasmendikoi en Arkaute.