BILBAO. El coloquio ha estado moderado por el periodista y también víctima de ETA Gorka Landaburu, quien al inicio del acto ha querido trasladar, en nombre del Congreso, la condena por el atentado cometido esta mañana en la ciudad italiana de Brindisi, que se ha saldado con la muerte de una joven.

Se trata de un "acto execrable de violencia inútil que no sirve absolutamente para nada", ha resumido Landaburu, quien también ha dicho que "lamenta profundamente" que en la mesa de hoy no haya estado la disidente de ETA Carmen Gisasola.

El periodista ha calificado de "error" que se haya "impedido" la presencia en este congreso de Gisasola, disidente de la banda terrorista acogida a la "vía Nanclares" a quien el Gobierno vasco invitó pero a quien el Ministerio del Interior no le dio un permiso carcelario para acudir.

Gisasola, según Landaburu, ha realizado un recorrido "muy similar" al de Faranda y, en su opinión, su testimonio hoy hubiera sido muy "interesante".

Bazzega, que tenía dos años y medio cuando asesinaron a su padre, ha afirmado que todos aquellos que tienen un "mensaje positivo" tienen que tener la posibilidad de hablar y ha valorado la importancia de los testimonios de personas como Faranda para evitar que otros jóvenes utilicen la violencia.

También ha explicado que el perdón es una cuestión muy personal pero que la ausencia del mismo no impide que se pueda avanzar.

El joven ha relatado cómo fue el camino recorrido desde el "odio" hacia los miembros de las Brigadas Rojas a ser capaz de sentarse a hablar y dialogar hasta comprender que "en el otro lado había un ser humano".

Faranda ha relatado por su parte el recorrido que le llevó a "disociarse" de las Brigadas Rojas, un camino donde su participación en el secuestro y asesinato del primer ministro italiano Aldo Moro en 1978 fue vital.

Ha asegurado que los días que mantuvieron retenido a Moro y tuvo contacto con él y lo vio como una persona "que no se podía defender" fueron decisivos para reflexionar sobre su situación en la banda terrorista.

Faranda continuó este proceso de "disociación" en la cárcel donde permaneció 15 años y en donde, según ha dicho, volvió a sentirse "libre plenamente para pensar" al carecer de la presión de la banda terrorista.

Ha explicado que en un principio ella y otros presos disidentes comenzaron con un discurso "muy cauteloso", defendiendo la necesidad de "superar" la lucha armada que después fue evolucionando a medida que compartían reflexiones y constataban que con sus acciones violentas se habían alejado de la sociedad.

Faranda también ha leído una carta de la hija de Moro en la que ésta reconoce que nunca podrá olvidar lo que le hicieron a su padre, pero que es capaz de sentarse con Adriana y hablar y trabajar para "convertir el pasado en memoria".

Preguntados por cómo ven la situación en Euskadi, ambos han coincidido en que carecen de la información suficiente para opinar, aunque han coincidido en señalar la importancia de congresos como este.