ane irazabal
Abeer Saady (El Cairo, 1975) dejó su trabajó en el periódico Al Akhbar durante los días de la revolución. "La servidumbre" de su diario con el régimen hizo que se uniera a la marea de gente en Tahrir. Durante esos días, comenta, la mayoría de los periodistas egipcios tuvieron que luchar contra sus propios "fantasmas", ya que apoyaron la revolución mientras eran parte de la maquinaria mediática que mantenía en el poder Hosni Mubarak.
Después del derrocamiento del dictador, decidió volver a su diario y desde entonces dirige su sección internacional. En el aniversario de la revolución, se muestra "impotente" por los pocos cambios observados y subraya que los periodistas en Egipto siguen yendo a la cárcel por lo que escriben.
¿Cuándo se unieron los periodistas, como colectivo, a la revolución?
El día 26 de enero (el segundo día de las protestas), los periodistas fuimos brutalmente atacados por la policía en las escaleras del sindicato. Muchos de nosotros fuimos detenidos cuando nos disponíamos a ir a la plaza y la rabia nos unió a la marea de gente. Fue la rotura final con el régimen (de Mubarak). Tres días más tarde, el 29 de enero, las líneas de teléfono cayeron y nos dimos cuenta de que habíamos sido secuestrados por el régimen. Entonces, decidimos crear un centro mediático en Tahrir.
¿Cuál fue el principal objetivo de crear el centro?
Quisimos aportar nuestro grano de arena en tres ámbitos. Primero, ofrecimos ayuda profesional a todos los periodistas que tuvieran problemas técnicos. Segundo, creamos una red para combatir los rumores, es decir, verificamos toda clase de información que se daba en la plaza. Nos dimos cuenta de que mucha gente que distribuía información mediante papeletas o folletos trabajaba para el régimen. Por último, ofrecimos protección a nuestros periodistas y a los corresponsales internacionales, que en aquellos días eran acusados de espías por la televisión pública.
Un año después, los periodistas siguen siendo el blanco de los ataques?
En efecto. Los periodistas y los bloggers somos detenidos y atacados continuamente. Durante la revolución, el caso más triste fue el de Ahmed Mohamed, tiroteado por un francotirador mientras tomaba una foto desde un balcón de Tahrir. Murió pocos días después. Pero también en las protestas del pasado noviembre muchos periodistas y fotógrafos fueron deliberadamente disparados en su ojo derecho. La mayoría perdieron la vista. Me pregunto qué es más preciado para un fotógrafo que su ojo derecho.
¿Qué significa ser una mujer periodista en Egipto?
Significa trabajar el triple para poder ser respetada en esta profesión. La mayoría de los graduados en periodismo son mujeres, pero el problema es que las oportunidades no son las mismas. Todavía no hay ninguna mujer que sea editor de un diario. En nuestro sindicato, el 42% de los miembros son mujeres, pero eso no significa que estén presentes en la toma de decisiones.
Una de las palabras más escuchadas entre los egipcios es la necesidad de "limpiar" el país. ¿Puede explicarme esta idea?
Se trata de depurar el poder político, el poder judicial y, sobre todo, los medios de comunicación. Comparto plenamente ese lema. Uno de los mayores fallos cometidos por lo egipcios fue dejar la plaza Tahrir después del derrocamiento de Mubarak. Echamos al rais y a su círculo, pero no al sistema que había construido. Nos gobiernan las mismas personas que estaban antes de la revolución. Aunque ahora se vistan de corderos y digan que apoyan las protestas, no es verdad. Los manifestantes nunca gobernaron este país.
Ahora, muchos ciudadanos intentan tomar la televisión pública bajo el movimiento "Ocupar Maspero" (Radiotelevisión pública). Denuncian que sigue siendo un instrumento de propaganda para la autoridad. La lucha por la libertad de expresión tampoco ha terminado?
El problema es que la gente está cansada. Hemos sufrido mucho durante este último año y el movimiento muestra síntomas de debilidad. Ahora que la revolución está buscando un nuevo impulso, los medios públicos aprovechan la situación para hacernos sentir inseguros. Son unas marionetas al servicio de la Junta Militar, que intenta vendernos la idea de "o yo o el caos". Pero la gente sabe que son unos mentirosos y pide el fin de la censura. Mubarak utilizaba de manera selectiva las leyes referentes a la libertad de expresión, pero las leyes siguen ahí, y se siguen utilizando. Los periodistas egipcios siguen yendo a la cárcel por lo que escriben.
¿En qué situación se encuentra actualmente Egipto?
Está agitado y no muestra signos de estabilidad. Nos encontramos en un momento de transición que camina en dirección equivocada. No tenemos una hoja de ruta como la tienen en Túnez, y en mi opinión se trata de una decisión deliberada. Es verdad que tenemos un nuevo Parlamento, pero existen muchos frentes abiertos. No hay trabajo y no hay oportunidades económicas. La violencia y la inseguridad son patentes. Mubarak está en prisión, pero todos sabemos que será dejado en libertad por "falta de evidencias".
La gente se siente deprimida?
Por eso tenemos que terminar la revolución ahora. Sabemos que si no aprovechamos esta oportunidad, la lucha no habrá servido para nada. Hay que completar la transición democrática. La Junta Militar debe dejar el poder en manos de la autoridad civil. Igualmente, tenemos que escribir una nueva Constitución que nos asegure la creación de un estado civil, ni militar ni religioso. Hay que generar empleo y fomentar la justicia social. No podemos sacrificar otra generación.