vitoria. Cerca de un centenar de personas abarrotaban la noche del pasado jueves el Hotel Ciudad de Vitoria para escuchar las propuestas con que los cabezas de lista de PNV, PSE y PP competirán el próximo 20 de noviembre para defender en el Congreso de los Diputados los intereses de los alaveses.

En un acto organizado por la Escuela de Formación Tomás y Valiente -en el que, como explicó el director de DIARIO DE NOTICIAS DE ÁLAVA, Julio Iturri, ayer convertido en moderador del debate, faltó el cabeza de lista de Amaiur por no tener aún presencia en el Congreso-, Emilio Olabarria, Ramón Jáuregui y Alfonso Alonso desgranaron las diferencias que separan sus programas y exploraron las coincidencias desde las que tratarán de encontrarse durante la próxima legislatura en dos materias que precisamente necesitarán de amplios consensos para llegar a buen puerto: la lucha contra la crisis, y la gestión del fin de ETA y la consolidación de un nuevo tiempo de convivencia en el País Vasco.

Los tres candidatos se presentaron ante su auditorio distendidos, demostrando que las distancias políticas no son enemigas del buen trato humano. "¿Donde me pongo yo?". "Ahí, Ramón, a la izquierda, tú siempre a la izquierda", respondía un fotógrafo animado a Jáuregui, que obedecía complaciente con una sonrisa mientras se sentaba a la espera de que se abriera el debate.

Como explicó el moderador, "la crítica situación económica que atenaza a miles de familias" sería la primera protagonista. Y a su análisis se lanzaron los tres políticos, que pronto se revelarían candidatos, presos ya sus discursos de la vecina contienda electoral.

dos modelos y medio Jáuregui abrió el fuego con una encendida defensa de la gestión económica que ha realizado en estos ocho años el Ejecutivo del que ha formado parte. "El Gobierno ha hecho lo que debía, hemos evitado que se hunda el barco", subrayó de mil formas, admitiendo eso sí que llegó un momento en el que el "cambio histórico y brutal" de contexto que introdujo la crisis le puso en una encrucijada que le obligó a "transformar sus actitudes".

Y tras el análisis del pasado, el planteamiento electoral de futuro inmediato, ante el que contrapuso la existencia de dos modelos: el suyo, basado en la sostenibilidad de la cohesión social desde la subida de determinados impuestos, y el del PP, que presentó como el de "la reducción de costes del sistema del bienestar". "Tienes razón, Ramón. El 20-N se van a contraponer dos visiones de cómo hacer frente a la crsis", concedió Alonso tomándole el relevo. Pero las concesiones iban a acabar allí, ya que el exalcalde de Vitoria convirtió su intervención en un ataque frontal a la gestión del Gabinete Zapatero en esta materia. Porque "negó la existencia de la cisis hasta que era demasiado tarde", porque realizó un "despilfarro sin precedentes", y porque ha trasladado los efectos de la crisis a "los que menos podían defenderse". "El nuevo Gobierno debe recuperar la confianza", concluyó.

Mientras, el bregado representante jeltzale observaba la pelea de los dos grandes gallos del escenario estatal con cierta distancia, concediendo partes de razón a cada uno, con los que mostró coincidencias y desencuentros a partes iguales. Así, denunció algunas iniciativas impulsadas por el Gobierno saliente como la de tratar de combatir el paro "convirtiendo a los jóvenes en becarios hasta los 30", al tiempo que reivindicaba el papel jugado por su partido y pedía "reformas negociadas" a los próximos gestores. "Ya está bien de refinanciar a los bancos, que luego alardean de los beneficios que reparten. ¿Cuándo van ellos a refinanciar a la sociedad?, dejó colgado en el aire.

el final de eta El cese definitivo de la actividad armada, "la noticia más esperada", como la definió el director de DNA, planeaba sobre el debate. "¿Qué mapa político vislumbran?", preguntó el moderador. Y las respuestas desnudaron el camino que aún queda por andar.

Alonso se aferró al discurso tradicional del PP subrayando que la democracia ha vencido, advirtiendo contra quienes quieren "iniciar una carrera" para hacer un marco "a la medida de ETA" y abogando por que sean las víctimas quienes escriban el relato del fin de ETA.

"Eso no puede ser; el relato lo debe escribir toda la sociedad", respondió Olabarria, que confió en que lo que la generosidad que ahora apunta el PP "de puntillas" se traduzca en pasos concretos, y en que se "desactive" un ordenamiento jurídico excepcional (Ley de Partidos, dispersión,...) facilitando así la "reconciliación"; un verbo que hizo saltar de su silla a Alonso, ofendido en nombre de las víctimas.

Esta vez el que observaba distante era Jáuregui, metido aún en el traje de ministro. "Hay que hacer cosas", dijo ante un "momento tan feliz" como éste, pero "con prudencia y unidad". Y, desde ese discurso, pidió dejar tiempo para que la sociedad "se impregnde de paz" y albergue "posiciones más generosas, más reconciliatorias", cuya gestión dejó en todo caso en manos del próximo inquilino de La Moncloa alegando que "no podemos diseñarle una estrategia a 20 días de las elecciones".