Bilbao. "Al no existir grupo terrorista alguno, todo el mundo va a cumplir con la Ley de Partidos". La sentencia corresponde al diputado del PSOE Eduardo Madina y, a pesar de que el socialismo opte por aparcar el debate hasta después de las elecciones del 20 de noviembre, pone al descubierto la contradicción entre el horizonte abierto tras el cese definitivo de ETA, y las medidas excepcionales aún operativas que fueron justificadas en la vigencia de la estrategia violenta. Unas actuaciones que siguen cortocircuitando la participación política de la izquierda abertzale histórica con una marca propia, y que siguen endureciendo las condiciones de los presos a través de la dispersión, el alejamiento o la aplicación de la doctrina Parot. Sin embargo, y a pesar de la pervivencia de esas medidas, los pasos comienzan a sucederse al objeto de reconducir la situación.
Mientras el presidente español José Luis Rodríguez Zapatero, preso de la proximidad de la cita con las urnas, limitará sus gestos con los reclusos a mejorar las condiciones de los enfermos -como ha sucedido con la puesta en libertad decretada por la Audiencia Nacional en el caso de Ibon Iparragirre- y a emprender acercamientos selectivos -como ya lo hiciera en los últimos meses con los reos que han dado fe de su arrepentimiento-, el PNV y la izquierda abertzale histórica dieron ayer un paso en dirección a normalizar las relaciones entre las formaciones a pesar de la Ley de Partidos. Además, el cese de la violencia despeja el camino para abordar reivindicaciones políticas que los sucesivos gobiernos españoles han archivado hasta ahora escudándose en el recurso a las armas por parte de ETA.
Las dos sensibilidades políticas se dieron cita ayer en Sabin Etxea y coincidieron en aplaudir el gesto de normalidad que supuso su encuentro, al que acudieron el presidente del EBB Iñigo Urkullu y los responsables territoriales Andoni Ortuzar, Joseba Egibar e Iñaki Gerenabarrena por parte del PNV, así como Rufi Etxeberria, Hasier Arraiz, Joseba Permach y Marije Fullaondo desde la izquierda abertzale. En el último año y medio, sus contactos públicos se habían limitado a los que pudiera mantener el PNV con ese sector a través de Bildu, y no con la izquierda abertzale como tal. Así, tras las elecciones municipales y forales del 22 de mayo, el PNV y la coalición intercambiaron impresiones sobre las distintas fórmulas posibles a la hora de constituir los equipos de gobierno. Unas citas públicas a las que se suma la reunión que solicitó Amaiur en septiembre para explorar un eventual acuerdo de cara a acudir conjuntamente a las elecciones generales.
lo privado y lo público En materia de paz y normalización, y desde la discreción, Urkullu ha sostenido una interlocución "constante" con Rufi Etxeberria, según precisan fuentes jeltzales. El partido de Sabin Etxea habría exprimido su capacidad de interlocución con abertzales y no abertzales para ejercer correo entre la sensibilidad y La Moncloa. Una relación que habría posibilitado que el sector político no esperara hasta el 20-N para propiciar nuevos pasos a favor de la paz, y que habría movido a Zapatero a mostrarse más receptivo. No obstante, esas citas se situaron al margen del plano oficial y, por supuesto, del público. El PNV decidió trabajar desde la discreción, y descartó cualquier publicidad en los medios de comunicación convencido de que la prudencia era un ingrediente clave en el trabajo de cocina de la pacificación.
A tenor de los antecedentes, la reunión y la fotografía conjunta entre los jeltzales y la izquierda abertzale en Sabin Etxea cobra un mayor simbolismo si cabe, toda vez que esperan mantener más encuentros. Pero el camino no se ha presentado exento de dificultades. A principios del pasado año, las relaciones entre ambos sectores habían pasado a convertirse en una suerte de reliquia de otros tiempos. La izquierda abertzale histórica acusaba al PNV de tratar de "reventar" su proceso de reflexión, y el recelo mutuo era patente. La distancia era tal que tuvo que ser el abogado sudafricano Brian Currin quien animara a ambas partes a recuperar su interlocución, a sabiendas del papel clave que podría desempeñar el partido de Urkullu a la hora de transmitir mensajes de Rufi Etxeberria a Zapatero, dada su sintonía con el mandatario español.
De hecho, el propio burukide decidió poner en suspenso sus relaciones con el socialista tras el veto del Tribunal Supremo a Bildu. Zapatero le pidió que aguardara a la decisión del Constitucional, que terminó dando luz verde a la coalición. El PNV no ha rebajado sus exigencias, y ha vuelto a trasladar la necesidad de derogar la Ley de Partidos al presidente español, con quien departió anteayer en Moncloa, y al propio lehendakari Patxi López.
Urkullu no dudó en poner en valor el encuentro, que comenzó a las 17.30 de la tarde en Sabin Etxea. Fue pasadas las 19.00 horas cuando comenzaron a comparecer ante los medios de comunicación los protagonistas -los periodistas se mostraban sorprendidos por la larga duración de la entrevista, ya que tales encuentros suelen prolongarse por espacio de una hora- para dar cuenta de la cita. El jeltzale destacó la "completa normalidad" que presidió la reunión, y consideró que sería digna de aplauso. "En este tiempo, tenemos que empezar a trabajar entre todas las sensibilidades. Sería bueno que la izquierda abertzale tuviera una relación normalizada con el PSE, el PSOE, el PP de la CAV y el PP en el Estado, y que lo hiciera con una representación legal", añadió.
Si bien se torna más complicado que las filas de Antonio Basagoiti accedan a entrevistarse con la izquierda abertzale histórica, López tendrá ocasión de hacerlo hoy -y en segundo lugar tras el PNV, como ya sucediera con Zapatero, que aún no le ha convocado- a través de Bildu a las 16.30 horas, ya que Rufi Etxeberria será uno de sus interlocutores. En un escenario de ausencia de violencia, resultaría difícilmente asumible que las formaciones demonizaran la posibilidad de labrar acuerdos con la izquierda abertzale.
trabajar con las víctimas Urkullu, no obstante, sí quiso "hacer ver la importancia de lo que tiene que hacer respecto a las víctimas del terrorismo". Un debate que Bildu ya aparcó semanas atrás al considerar que no era el momento. El cese de ETA, sin embargo, ha añadido más presión a la sensibilidad a la hora de acometer sin dilación ese reconocimiento. "La tentación que se puede tener es la de poner en el mismo plano a las víctimas y a las personas privadas de libertad. Pero las víctimas tienen que tener un ámbito propio, y la izquierda abertzale es consciente, aunque su discurso público sea otro", dijo. Hasier Arraiz, de hecho, aseguró que la sensibilidad "ha trabajado" en la materia. "No tenemos problema para abordarlo. Todos los partidos deberían reconocer a todas las víctimas", puntualizó.
El portavoz comunicó que habrían coincidido con el PNV en normalizar sus relaciones, y recalcó que el cese de ETA "abre una oportunidad incomparable para resolver el conflicto político" a través del diálogo entre partidos que, "seguramente, habrá de esperar" hasta el 20-N. Además, insistió en que "no caben tiempos muertos en el Gobierno español", y pidió un diálogo técnico entre Madrid y ETA, medidas de flexibilización penitenciaria y derogar las actuaciones "cautelares" contra militantes de la izquierda abertzale.