bilbao. 30 de diciembre de 2006. ETA coloca un coche bomba cargado con 200 kilogramos de explosivos en la Terminal 4 del aeropuerto de Barajas, atentado que acaba con la vida de los ecuatorianos Carlos Alonso Palate y Diego Armando Estacio. Fue la manera más abrupta de romper un proceso de diálogo con el Gobierno español, que había llevado a la organización armada a decretar un "alto el fuego permanente" el 22 de marzo de aquel mismo año. Casi un año antes, en mayo de 2005, el Congreso había autorizado al Ejecutivo de Zapatero entablar un diálogo con ETA siempre y cuando la organización, que en aquella fecha llevaba tres años sin cometer atentados mortales, abandonara la violencia. Lo que supuso un tremendo varapalo al ver cómo se escapaba un nuevo tren en el camino de la normalización política y la pacificación, sirvió, sin embargo, de acicate para que desde la izquierda abertzale se iniciara un proceso que debía desembocar en un nuevo planteamiento en el que el eje clave sería la utilización exclusivamente de las vías políticas y democráticas para la resolución del conflicto vasco.

Los principales hacedores de esta nueva estrategia de la izquierda abertzale, Arnaldo Otegi y Rafa Díez Usabiaga, fueron detenidos el 13 de octubre de 2009 acusados de intentar reestructurar la ilegalizada Batasuna, una acusación por la que han sido condenados por la Audiencia Nacional a diez años de prisión.

El encarcelamiento de los principales dirigentes de la izquierda abertzale no cortó el proceso interno emprendido por la militancia de este sector político. Así, uno de los hitos que han jalonado estos dos últimos años hay que buscarlo el 14 de noviembre de 2009, cuando Otegi y Díaz Usabiaga llevaban ya un mes encarcelados. Dirigentes históricos como Tasio Erkizia, Txelui Moreno o Iñigo Iruin dieron a conocer la Declaración de Altsasu, que se convirtió en la hoja de ruta por la que este sector político iba a encaminar sus pasos. En el texto se abogaba por abrir un proceso de negociación entre el Gobierno español y ETA en un contexto de "ausencia total de violencia". La izquierda abertzale era consciente de la necesidad de una "profunda reflexión y autocrítica" para materializar los cambios necesarios para encarar un nuevo estadio. Basados en los principios Mitchel, en la Declaración de Altsasu se aseguraba que este nuevo proceso debería desarrollarse "en ausencia total de violencia y sin injerencias, mediante la utilización de vías y medios exclusivamente políticos y democráticos". Tras este pronunciamiento por parte de la izquierda abertzale, la gran duda era qué pensaba ETA. Hubo que esperar dos meses hasta que el 17 de enero de 2010 la organización armada publicaba un extenso comunicado en el que si bien por un lado aseguraba que "un alto el fuego no trae consigo el inicio de un proceso democrático", por otro lado, y ahí es donde se encontraba su principal novedad, señalaba que "la fuerza radica en la lucha política" o que "el proceso democrático lo es porque se desarrolla con diálogo, negociación, acuerdos y mecanismos de participación". Resultaba evidente que algo había cambiado con respecto a anteriores pronunciamientos de la organización armada.

Mientras, en el seno de la izquierda abertzale la ponencia Zutik Euskal Herria se abría camino. Era la apuesta de los considerados posibilistas ante quienes mantenían posiciones más duras y cerradas, agrupados en torno a la ponencia Mugarri. El debate, iniciado meses antes, finalizó a finales de enero y el 16 de febrero los dirigentes daban a conocer la ponencia Zutik Euskal Herria. Según desvelaron entonces, en las diferentes asambleas habían tomado parte alrededor de 7.000 personas. En la ponencia Zutik Euskal Herria se apostaba firmemente por la lucha por "cauces democráticos" para "encauzar el conflicto", a la vez que se abogaba por la acumulación de fuerzas soberanistas.

Internacionalización El paso estaba dado y, a partir de ese momento, se entró en la fase de internacionalizar el proceso. Buena prueba de ello es que el 29 de marzo de 2010, un grupo de personalidades internacionales, entre las que se encontraban los sudafricanos Desmond Tutu y Willem de Klerk, premios Nobel de la Paz; Mary Robinson, expresidenta de Irlanda; Raymond Kendal, ex secretario general de Interpol; o Jonathan Powell, exjefe de gabinete de Tony Blair hicieron pública la Declaración de Bruselas, en la que se daba la "bienvenida al nuevo compromiso de la izquierda aber- tzale". Asimismo, se realizaba un llamamiento a la banda para que "apoye este compromiso declarando un alto el fuego permanente y completamente verificable". Fue un momento clave ya que la comunidad internacional tomaba postura y se abría la puerta a lo que ayer se concretó: el cese definitivo de ETA.

El segundo semestre de 2010 estuvo jalonado de pasos. El 20 de junio, la izquierda abertzale y EA firmaron en el Palacio Euskalduna un documento que abría la puerta a lo que se denominó como polo soberanista, en el que ambas sensibilidades políticas se comprometían a luchar por la consecución de un Estado vasco independiente.

Por fin, el 5 de septiembre, tres miembros de ETA anunciaban a través de la cadena inglesa de la BBC que hacía meses estaba tomada la decisión de "no llevar a cabo acciones armadas ofensivas". Veinte días más tarde, el 25 de septiembre, EA, Alternatiba, Aralar, Aber- tzaleen Batasuna y la izquierda abertzale daban a conocer la Declaración de Gernika, en la que, entre otros puntos, se exigía a ETA un "alto el fuego unilateral, permanente y verificable". Además, se pedía pasos al Gobierno español, sobre todo en lo referente a la política penitenciaria. Una jornada después, el día 26, el diario Gara publicaba una entrevista con la dirección de ETA, en la que mostraba su disposición a un "alto el fuego, permanente y verificable", e incluso a "ir más allá".

año clave 2011, el último año en la historia de ETA, se inició con el comunicado hecho público el 10 de enero en el que se decretaba un "alto el fuego, permanente, de carácter general y verificable internacionalmente". Las cartas estaban ya sobre la mesa y, a partir de entonces, se ha ido escenificando un guión cuyos pasos, bien calculados, han estado encaminados al cese definitivo de la violencia.

Sin embargo, las posiciones estaban enrocadas. ETA no iba más allá, a anunciar el cese definitivo de sus actividades, si el Gobierno no movía pieza, sobre todo en materia penitenciaria. Mientras, por parte del Ejecutivo español se exigía como primera medida el anuncio de su disolución. Por medio, la izquierda abertzale, EA y Alternatiba, agrupados en la coalición Bildu, cosecharon unos magníficos resultados en las elecciones municipales y forales del pasado mes de mayo. La ausencia de violencia propició unos resultados históricos para esta sensibilidad política.

Sin embargo, pasaban los meses y la situación se quedó en un impasse, pese a esfuerzos como los protagonizados por el presidente del EBB, Iñigo Urkullu, cuyo teléfono móvil echaba humo con mensajes y llamadas a tres bandas, de un lado al presidente del Gobierno español, José Luis Rodríguez Zapatero, y de otro al dirigente de la izquierda abertzale, Rufi Etxeberria.

Ante esta tesitura, el anuncio de Zapatero de convocar las elecciones generales para el 20 noviembre y la posibilidad de que, ante el previsible triunfo del PP, el proceso de pacificación pudiera sufrir un revés, las posiciones, también con la vista puesta en estos comicios, comenzaron a variar. En este guion establecido, los pasos se han ido sucediendo a un ritmo vertiginoso en los últimos meses. El 25 de septiembre, fecha en la que se cumplía un año de la firma del Acuerdo de Gernika, el colectivo de presos vascos, una parte fundamental del entramado de ETA, firmaba su adhesión a esta declaración; dos días después se daba a conocer la composición del Grupo de Amsterdam, que se comprometía a verificar las cuestiones técnicas del fin de ETA; el día 29, el lehendakari López, en el Debate de Política General, se refería por primera vez a los presos y abogaba por una política penitenciaria más flexible, en la que se incluiría un acercamiento de reclusos a cárceles vascas; y, por fin, el pasado lunes personalidades internacionales daban a conocer la Declaración de Aiete en la que, en el primero de sus cinco puntos, se hacía un llamamiento a ETA para que anunciara su cese definitivo, una declaración que un día después era asumida en su totalidad por la izquierda aber-tzale. Ayer, 72 horas después, ETA anunció, en lo que califica como una "declaración histórica", el "cese definitivo de su actividad armada". Lo que se abrió en la T-4 con un coche bomba, se cerró ayer con este anuncio que pone fin a 52 años de historia.