madrid. El candidato del PSOE a la Moncloa, Alfredo Pérez Rubalcaba, recogió ayer el guante del líder del PP, Mariano Rajoy, y le retó a adelgazar toda la administración, incluido el número de parlamentarios y concejales, pero siempre y cuando no se merme la representatividad ni se fomente el bipartidismo.

Rubalcaba no tuvo "ningún empacho" en asumir la idea que Rajoy planteó el jueves en Málaga y ofreció que, después de las elecciones del 20 de noviembre, haya un gran acuerdo nacional para revisar la estructura política del país, de manera que se pueda reducir y adelgazar al Congreso, al Senado, a las comunidades, a los parlamentos autonómicos, a los ayuntamentos y a las diputaciones.

Planteó también que cada cargo público no pueda cobrar más de un salario de la administración: "Un político, un sueldo".

Compromisos que Rubalcaba formuló en un acto con cabezas de lista de su partido para el 20-N, después de ser aprobadas en el Comité Federal con 173 votos a favor y 14 abstenciones, con 19 mujeres al frente.

Las abstenciones procedieron en buena parte de la federación madrileña, incluido su secretario general, Tomás Gómez, y de la corriente Izquierda Socialista, en protesta por que su portavoz, Juan Antonio Barrio, se viera relegado en la lista por Madrid en favor de Pedro Sánchez, del círculo de confianza de Rubalcaba. Barrio finalmente optó por retirarse por "una cuestión de dignidad personal" y lamentó la falta de pluralismo en el PSOE, algo que, a su juicio "no sucedía desde los tiempos de Almunia".

También se ha abstuvo a la hora de votar las candidaturas el diputado vasco José María Benegas, muy crítico por que un histórico socialista, Francisco Fernández Marugán, no esté en las listas.

A todos ellos, a los que repiten y a los que no, se dirigió Rubalcaba para agradecerles su trabajo, incluido el presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero.

pacto nacional Respecto a su ofrecimiento para revisar la estructura política, apostó por un gran pacto nacional tras el 20-N para estudiar la forma de aligerar la estructura política, ahorrar gastos y hacer que la administación sea más eficiente.

Quiso dejar claro, sin embargo, que hay muchos concejales que no cobran, antes de apuntar que no va a permitir que "vuelvan los caciques a los pueblos". "Nosotros sí estamos por ahorrar, por gastar con eficiencia y rigor", subrayó Rubalcaba, y alertó de que, no obstante, hay unas "líneas rojas" que no van a traspasar: la del gasto productivo, el que crea empleo, y los servicios públicos básicos. Con este argumento, ratificó su compromiso en la defensa de las prestaciones por desempleo, de la sanidad, la educación y el sistema público de pensiones.

Y es que, según su análisis, "no es lo mismo quitar duplicidades administrativas que zarandear la escuela pública; no es lo mismo quitar gastos administrativos que poner en riesgo la sanidad pública".

Desde su óptica, las elecciones del 20-N son "claves" para el futuro del país, porque los ciudadanos tendrán que escoger entre el camino "de la derecha", que apuesta por menos Estado, libertad para los mercados y defensa de los intereses individuales, o por el de la izquierda, que apoya "lo público" y el interés general.

A renglón seguido señaló que el PP ya está actuando "con descaro" en aquellas comunidades en las que gobierna, donde ya se les ve "muy sueltos de mano", con "el juego" de decir que si se recorta en sanidad y en educación se arregla la economía. "Y eso no es cierto", dijo Rubalcaba. Su intervención terminó con una arenga a los candidatos socialistas para que se merezcan la confianza de los ciudadanos y un consejo: "Trabajo, trabajo y mucho ánimo".

Poco antes, y sin que estuviera previsto en la agenda, subió Zapatero a la tribuna, desde donde reivindicó la herencia que deja su Gobierno con leyes que han expandido derechos y libertades. Zapatero instó a sus compañeros a salir a ganar "con convicción y respeto a la democracia" y les pidió que no se olviden del "patrimonio colectivo" de leyes sociales que hay que defender pese a la gravedad de la crisis.