MADRID. El monarca, que será intervenido por el mismo equipo médico que le operó el pasado 3 de junio de la rodilla derecha, no necesitará anestesia total ni hospitalización, aunque tendrá que someterse a una rehabilitación posterior.

El rey comenzó a usar a primeros de agosto una bota ortopédica para inmovilizar su pie izquierdo tras sufrir los primeros síntomas de una tendinitis que le causó molestias durante su estancia en Mallorca.

Los médicos creen que esta dolencia puede derivarse del esfuerzo llevado a cabo por la lesión que tenía en la rodilla derecha, un desgaste articular consecuencia de una rotura de la meseta tibial que se hizo en 1991 cuando esquiaba.

La artroplastia a la que fue sometido el rey se suma a una serie de intervenciones médicas como consecuencia de lesiones deportivas, la mayoría de menor importancia, por las que ha pasado en los últimos treinta años.

Su última operación no tuvo que ver con el deporte y consistió en la extirpación de un nódulo detectado en el pulmón derecho.

El 30 de septiembre del año pasado superó con éxito la última revisión postoperatoria tras ser intervenido el 8 de mayo en el Hospital Clínic de Barcelona.

Nueve años antes, el 1 de marzo de 2001, fue sometido a una intervención leve para eliminar unas varices en la pierna derecha en la Clínica Sant Josep, también en la capital catalana, donde había ingresado la noche anterior para una revisión médica rutinaria.

El primer accidente deportivo por el que tuvo que recibir atención médica tuvo lugar en la estación suiza de Gstaad el 3 de enero de 1983.

En una caída, don Juan Carlos sufrió una fisura de pelvis, permaneció en cama durante un mes y usó bastones y un corsé pélvico durante el período de recuperación.

Como consecuencia de esta fisura, el 19 de julio de 1985 tuvo que ser intervenido en una clínica de Barcelona para que le fuera extirpada la fibrosis que se le había formado.

En diciembre de 1991 tuvo otro accidente cuando esquiaba en Baqueira Beret (Lleida), al ser derribado por otro esquiador involuntariamente, y el impacto que sufrió en la rodilla derecha -de la que ha sido recientemente operado- le afectó al platillo tibial externo.

A causa de la lesión, fue intervenido "con resultado plenamente satisfctorio" en el Hospital Puerta de Hierro de Madrid para reducir la "fractura por hundimiento de meseta tibial externa" y tuvo que usar muletas hasta abril de 1992.

En febrero de 1995, tuvo una fisura en la zona próxima a la muñeca derecha tras resbalar en una placa de hielo cuando regresaba de esquiar en Candanchú (Huesca), tras lo que tuvo que llevar unos días el brazo escayolado y, posteriormente, sustituir la escayola por una venda.

Por este motivo, el rey se vio obligado a acudir con el brazo vendado a la boda en Sevilla de su hija mayor, la infanta Elena, el 18 de marzo de 1995.

Además, el 21 de junio de 1981 había terminado de jugar un partido de "squash" con el tenista Manolo Santana en el Palacio de la Zarzuela cuando se golpeó con una puerta de cristal.

Este accidente le causó varias heridas en tórax, muslo, antebrazo izquierdo, ambas manos y nariz, y don Juan Carlos permaneció un mes con el brazo izquierdo escayolado porque un cristal le había cortado el nervio radial.

También ha sufrido otras lesiones de importancia menor en la espalda o los ojos, por golpes o caídas.