Copenhague. El primer ministro danés, el liberal Lars Lokke Rasmussen, convocó ayer elecciones anticipadas para el 15 de septiembre en una situación comprometida: sin cerrar un acuerdo para un plan de reformas y con los sondeos en contra. Rasmussen justificó el anuncio por la necesidad de que el Parlamento danés esté listo para ponerse el "mono de trabajo" cuando reanude sus sesiones el 4 de octubre y aprobar varias reformas que hagan frente a la crisis económica. El temor a que las negociaciones con el ultranacionalista Partido Popular Danés, apoyo externo del Gobierno, sobre las últimas iniciativas para reactivar la economía se demorasen demasiado tiempo y creasen inseguridad ha contribuido mucho a la decisión.
Eso justificaría un anuncio esperado desde hace meses, pero que llegó en un momento sorprendente. "No me preocupan las elecciones, me preocupa actuar", dijo hace apenas tres días Rasmussen al presentar una nueva serie de medidas por unos 1.450 millones de euros para impulsar el mercado inmobiliario, fomentar el empleo y realizar inversiones públicas. En su comparecencia de ayer, Rasmussen presentó las elecciones como "el aumento de los impuestos y la deuda pública incontrolada" que para él supondría un triunfo de la izquierda frente a la "estabilidad" que ofrece el Gobierno liberal-conservador.
"La solución (a la crisis) es la responsabilidad económica que hace de Dinamarca uno de los países más seguros. El Gobierno ha marcado un rumbo firme y no debemos malgastarlo", señaló. La líder socialdemócrata, Helle Thorning-Schmidt, que aspira a convertirse en la primera mujer en acceder a la jefatura del Gobierno, no quiso entrar en el juego y optó por una postura moderada, la propia de quien va por delante en los sondeos. "No queremos usar nuestra campaña electoral para decir mentiras. No le hace bien a la democracia inventarse cifras e informaciones equivocadas sobre las políticas de otros", expresó.