Los caminos de las dos almas de la izquierda aber-tzale tienden a converger desde que el sector ilegalizado comenzó un recorrido hacia el uso exclusivo de vías pacíficas y democráticas que puso las bases de la convergencia con EA y Alternatiba que luego articuló Bildu.
Una década marcada por el recelo y la desconfianza -reflejados en forma de pintadas contra Aralar incluso durante esta misma campaña- impidió que la unidad de acción de la izquierda abertzale fuera una realidad de cara a esta última cita con las urnas. Sin embargo, más de una clave apunta a que éste es un camino que ambas almas están llamadas a recorrer a corto o medio plazo.
Las primeras rondas de contactos tras el 22-M descubrieron la "buena sintonía" admitida por las dos partes por las "muchas coincidencias programáticas" que comparten. "Si a futuro se mantienen las vías exclusivamente políticas y se hace un reconocimiento claro de los distintos ámbitos de decisión, creo que se podrá ir caminando hacia una mayor colaboración", resumió la portavoz parlamentaria de Aralar, Aintzane Ezenarro, consciente en todo caso de que "seguimos teniendo un largo camino que recorrer".
abrir el melón Aralar planea celebrar un congreso a finales de verano que sin duda estará presidido por este debate. Para entonces, la formación abertzale habrá podido comprobar cómo se desarrolla la relación entre ambas partes en los muchos ayuntamientos en los que colaborarán esta legislatura, y si sus ex compañeros han superado los déficits de democracia interna que contribuyeron a la escisión de Aralar cuanto vio que sus iniciativas eran arrumbadas sin ser apenas tenidas en cuenta.
Pero también llegará a esta reflexión fuertemente condicionada por los resultados del 22-M. La última cita con las urnas podía haber sido un buen espejo en el que medir las fuerzas de ambas sensibilidades de cara a negociar la correlación de fuerzas de una hipotética reunión. Sin embargo, el hecho de que Sortu no se haya podido presentar como tal, y que sólo la suma de sensibilidades y votos de respuesta a las ilegalizaciones que ha impulsado a Bildu se ofrezca como patrón, dificulta este escenario mermando la posición de una Aralar azotada electoralmente por esta coyuntura. "Nos han robado el arma y con ella nos han ganado la guerra", resumen algunos de sus integrantes para enmarcar la situación en que la formación ha quedado después de que el viaje de la izquierda abertzale ilegalizada hacia sus posiciones le haya permitido hacerse con buena parte de los apoyos que hicieron crecer año tras año a Aralar.
La incógnita de Sortu Precisamente una de las claves que está por despejar es la llegada de Sortu a la legalidad. Si la formación supera el filtro de la Ley de Partidos estará llamada a terminar de dar cuerpo a Bildu. Pero su futuro plantea una gran incógnita: la base ideológica desde la que llegaría a la mesa de negociación para su entrada en la coalición. Sus promotores exhibieron unas bases escrupulosamente democráticas, pero diversas fuentes apuntan que las tensiones internas no han desaparecido del todo y un pequeño sector de los duros aún siente que tiene debates por plantear. Y si bien por el momento la contundencia del éxito logrado desde las bases de Zutik Euskal Herria está bastando para sofocar sus esfuerzos por reabrir el debate estratégico, su insistencia podría afectar al rumbo de este sector, dificultando así la hipotética colaboración con Aralar, que se mantendrá como garante del uso exclusivo de vías pacíficas y democráticas.
Asimismo, este sector deberá saber erradicar definitivamente algunos tics del pasado como los ataques a los adversarios políticos que se han vivido durante la campaña y también durante la constitución de ayuntamientos como los de Elorrio o Bera, donde simpatizantes de este mundo increparon a los nuevos gestores por haber articulado una mayoría alternativa a la suya, como la propia coalición había hecho en otros municipios como Lasarte, Lanestosa o Orio.
¿y eta? El MLNV espera la próxima publicación de un comunicado en el que ETA valore los resultados de las últimas elecciones, en el que podría detallar el futuro de su alto el fuego. El camino que trace la organización podría jugar un papel determinante en este hipotético planteamiento de suma. Cabe recordar que ETA ya fijó en un Zutabe como objetivo acabar con Aralar; un partido al que no ha dudado en tachar de "desleal" e incluso de "traidor" por discrepar hasta romper la unidad de acción de la izquierda abertzale.
De bajar definitivamente la persiana -un proceso que se podría acelerar a medida que el PSOE, y especialmente Alfredo Pérez Rubalcaba, vieran que es posible apuntar ese tanto en su necesitada hoja de servicios en su combate con el PP-, la colaboración sería más fácil, y los réditos electorales mucho mayores.
Pero, si la organización decidiera mantenerse en posiciones como las que le llevaron a dinamitar el proceso de Loiola, Aralar, que no se disolvería en esta hipotética suma, reivindicaría su papel de dique de contención estratégica, y si en él aparecieran fisuras en la exigencia ante ETA, recuperaría su espacio propio volviendo a las claves en las que se ha movido desde hace diez años.
Muchas son las dudas que quedan por despejar y mucho el trabajo que aún deben hacer las dos almas de la izquierda abertzale para restañar la herida que les llevó a separarse hace diez años. Pero el horizonte es ancho y los próximos meses serán determinantes para ver cómo evoluciona una hipótesis que, si encuentra cómo tomar forma desde una apuesta de suma exclusivamente democrática -lo que se ha visto avalado por los electores cada vez que se ha ensayado como se vio con Euskal Herritarrok en 1998 y ahora se ha visto con Bildu-, podría llegar incluso a luchar por ser la primera fuerza política del país.