Saná. Más de 400 combatientes tribales consiguieron ayer arrebatar a las fuerzas gubernamentales el control de la ciudad de Taiz, en el suroeste de Yemen, según informaron varios testigos a la cadena de televisión estadounidense CNN. Con esta conquista los fieles al líder tribal Sadeq al Ahmar controlan el principal centro económico del país y pueden usarlo como centro de operaciones para tratar de alcanzar la capital, Saná, en lo que los analistas internacionales empiezan a tildar ya como una guerra civil al estilo libio.

Los combatientes tribales mantuvieron duros enfrentamientos con las fuerzas de seguridad fieles al gobierno yemení cerca del palacio presidencial hasta conseguir hacerse con el control de la ciudad reabriendo la plaza de la Libertad, punto central de las movilizaciones contra el régimen en Taiz, al suroeste del país. Pese a que las fuerzas gubernamentales se reagruparon en los arrabales de la ciudad y trataron de orquestar una contraofensiva para recuperar el control del enclave, finalmente fueron rechazados. "Los enfrentamientos se han prolongado durante horas y nadie ha podido abandonar su casa. Un elevado número de manifestantes situados en la plaza de la Libertad han dejado el lugar cuando se han acercado los combates", explicaba Sameer Saeed, un testigo de lo sucedido.

Mientras los combates entre fuerzas tribales que apoyan a los opositores y las fuerzas gubernamentales se intensificaban, el presidente yemení, Alí Abdulá Saléh, continúa recuperándose en Arabia Saudí de las heridas que sufrió el pasado viernes en el ataque contra el palacio presidencial en Saná. Al parecer y según fuentes estadounidenses su estado de salud es mucho más grave de lo que se informó en primera instancia ya que sufre quemaduras en más del 40% de su cuerpo y tiene uno de los pulmones colapsado. Con esta información EEUU desautoriza el discurso del presidente yemení, Abd-Rabu Mansur Hadi, que sostuvo el lunes que el presidente volvería al país "en los próximos días" después de hablar con él por teléfono.

Estas palabras provocaron que miles de personas salieran ayer a las calles de la capital yemení, Saná, para reclamar que el presidente no vuelva de Arabia Saudí. La manifestación congregó a unos 4.000 ciudadanos que respondieron a una convocatoria denominada "la marcha del millón de personas".