Vitoria ya no da la espalda al Casco Antiguo. El barrio se ha consagrado como un paso obligado para los turistas, como un foco de atracción para comercios y locales hosteleros, como un lugar impulsor de proyectos de futuro. Otra cuestión es cómo encajan los vecinos en esa oferta de ocio. Asociaciones vecinales de la zona critican que se ha creado un núcleo de postal, pero no residencial, que aún sufre problemas de vivienda, limpieza o servicios. El Casco, con sus logros y sus posibles mejoras, es uno de los barrios más abordados en los programas electorales de esta campaña de 2011, donde a menudo se le dedica un espacio especial. No en vano, es la joya de la corona gasteiztarra.

El actual alcalde, Patxi Lazcoz, lo menciona con insistencia al hacer un repaso a las inversiones realizadas -y las recibidas a través de la Unión Europea o el Gobierno Vasco- a lo largo de la legislatura. Cuando menos, el PSE habla de una transformación "espectacular" de la zona. Por el premio Europa Nostra a la recuperación de la muralla medieval, porque la Catedral Santa María ha servido de inspiración a Ken Follet para su libro Un mundo sin fin, por la regeneración de nuevas zonas que ha supuesto el avance del Itinerario Muralístico de Vitoria-Gasteiz o por el bullicio comercial que ya se ve en Correría y que empieza a intuirse en Herrería.

No es de extrañar, por tanto, que la reciente visita del presidente de la conferencia general de la Unesco, Davidson L. Hepburn, arrancara precisamente por el Casco, la muralla y la Catedral Vieja, que inician así un ambicioso pero largo proceso para aspirar a convertirse en Patrimonio de la Humanidad. Hepburn aseguró, durante su visita a la muralla, que Vitoria tiene un "tesoro". A veces parece que estaba escondido, a la espera de ser promocionado.

El papel de la Agencia de Revitalización de la Ciudad Histórica, Arich, ha sido clave en este objetivo. El responsable de la entidad desde 2008, Gonzalo Arroita, menciona a menudo que el Casco es un lugar "en el que pasan cosas". En el buen sentido. Los ejemplos son la regeneración de los caños, que la mitad de las lonjas vacías -210- que había en 2008 ha recuperado su actividad, que el barrio sirve de escenario para campañas publicitarias y para acoger congresos de patrimonio, que celebre una experiencia piloto para mejorar su iluminación o albergue una nueva comisaría y, en definitiva, que sea un punto donde se acumulan los proyectos. Ése es el caso del palacio de Escoriaza-Esquível, la apuesta por el centro sobre la pelota o la renovación del polideportivo de El Campillo para convertirlo en un edificio multifuncional.

Este último proyecto se ha hecho esperar mientras otros, como el Gasteiz Antzokia, ya barajan su traslado a otras zonas: Bildu propone ubicarlo en el Banco de España. La renovación de El Campillo no ha sido la única cuestión que se ha echado en falta en el Casco Medieval. Asociaciones vecinales de la zona critican el "desinterés" del Consistorio por los proyectos sociales y exigen mejoras en el colegio Ramón Bajo, lamentan la falta de equipamientos comunitarios de ocio, y censuran los problemas de suciedad, ruido o accesibilidad, a la espera de que cobren forma los prometidos ascensores o las rampas del cantón del Seminario para llegar al centro de salud.

La Agencia, mientras, defiende que en el centenar de actuaciones realizadas en tres años se incluyen la reforma de diez calles y cantones, la rehabilitación de casi 500 viviendas o la recuperación de 10.000 metros cuadrados de espacios públicos y zonas verdes. Y, siempre, con el voto unánime de los grupos municipales. Sin embargo, varios de los partidos incluyen en su programa electoral propuestas para avanzar en la regeneración del barrio. La mayoría aplaude los logros turísticos, pero apuesta por complementarlos con nuevas actuaciones en el plano social, como en es el caso de PP -quien destaca la necesidad de un aparcamiento en El Campillo-, el PNV -que garantiza su apuesta por la escuela Ramón Bajo-, EB -pide mejoras en la iluminación nocturna-, Bildu -propone crear una biblioteca pública de calidad-, Aralar -critica los problemas de accesibilidad del ambulatorio- o UPyD -que subraya, por ejemplo, las deficiencias en limpieza-.

Pero, a pesar de incidir en estos debes del barrio, lo cierto es que desde la Casa Consistorial se reconoce sin ambages los logros de la entidad que dirige Arroita, quien a pesar de todo ya ha anunciado su marcha en los próximos meses. Lazcoz confió en hacerle cambiar de opinión pero, salvo sorpresa, el Casco Medieval deberá buscar un nuevo referente. Los retos turísticos y sociales estarán esperándole.