El sueño de Lazcoz se hizo realidad el 16 de junio de 2007 al convertirse en el primer alcalde socialista de Vitoria. El domingo se juega la reelección y, si no gana, también será el primer regidor en no repetir en el cargo. Un duro azote para un político tenaz, que desde muy jovencito ha querido estar donde está. Ni futbolista ni bombero, lo que este pamplonica de nacimiento siempre deseó es ser alcalde de su pueblo.
De Vitoria, en este caso. Ciudad a la que, con 7 años, se trasladó desde Pamplona junto a su numerosa familia y ciudad en la que ha construido su propia familia numerosa. Padre de tres hijos de dos matrimonios, Patxi se pagó la carrera de Derecho como camarero del Aitzgorri. Sin embargo, no parece que sus retoños vayan a seguir sus pasos: Yerai, el mayor, quiere ser mecánico de Fórmula 1; Alba, profesora, y Pablo... Pablo es demasiado pequeño para ni siquiera pensar en ello. En su otra carrera, la política, también fue precoz. Su decisión de afiliarse al PSE con 22 años le llevó hasta el Ayuntamiento de la mano de Javier Rojo. Han pasado 20 años y aquel sueño se mantiene.
Lazcoz no es el más madrugador, pero sí puede presumir de meter horas en el Ayuntamiento. Llega antes de que el reloj marque las ocho y tranquilamente cierra la puerta a las diez de la noche. Vamos, lo que se conoce como un alcalde a tiempo completo. Además, le encanta perderse por la ciudad y entrar solo a los bares, porque si va acompañado los camareros no le dan conversación.
Duerme con el teléfono encendido y, a menudo, confunde el ocio con el negocio. Así, no es difícil verle pasear por Salburua, tomar un pote en Abetxuko -y de paso publicitar el tranvía- y arrimar el ojo a la valla del BAI Center, su otro retoño. Constancia y espíritu de trabajo que hacen de él un perfeccionista.
Cuando tiene ocasión, Patxi se escapa a la playa, con un libro de Vázquez Figueroa o de Christian Jacq bajo el brazo. O visita otras ciudades para curiosear sus calles, edificios, parques... ¡Hasta en las señales se fija! De entretodas, admira Donostia -no sólo por Odón Elorza- y le gustaría que fuera capital europea de la cultura.
A lo largo de estos cuatro años ha cambiado la pulsera roja de capital de Euskadi por la corbata verde de la Green. Estocolmo se ha convertido en ciudad fetiche desde aquel "and the winner is Vitoria-Gasteiz". Sin duda, el momento más feliz de su mandato. No en vano, el galardón ha sido el salvavidas de una legislatura salpicada por la crisis económica.
Y si el verde es señal de alegría para el alcalde, el blanco le recuerda aquella fatídica helada que le pilló fuera de juego mientras la ciudad se congelaba a 14 grados bajo cero. En momentos así, preferiría enchufarse al mp3 y escuchar los clásicos de AC/DC, Queen y The Police a todo volumen, porque el alcalde es rockero, como han podido comprobar en Mendizabala los asiduos al Azkena Rock. Para comunicarse tiene un móvil, un iPhone 3 y confiesa estar enganchado a Twitter, aunque su blog lo tiene un tanto abandonado.
En casa es un manitas, ya sea con la plancha o con una prenda delicada, y eso que los gustos de Patxi son sencillos en el vestir -lo mismo compra en Zara que en el Corte Inglés-, casi siempre en negro y azul. Eso sí, las corbatas, en General Álava (incluida la de margaritas y libélulas que tan buena suerte le trajo con el jurado de la Green Capital). Sencillez que también traslada a la mesa, donde su plato favorito son las albóndigas. También se confiesa fiel a su peluquero y a sus cigarrillos, que enciende hasta en la ducha, aunque dice que ha bajado el pistón.
En el Ayuntamiento le cabrea el todo vale, la falta de lealtad con la ciudad de algún adversario político al que prestó su apoyo y se lo ha devuelto desmarcándose a última hora de acuerdos que el alcalde considera que deben de estar por encima de todo. Es entonces cuando explota su genio -como buen navarro dicen que es terco-, aunque al instante pide perdón y se olvida, sin rencor. Conocida es su falta de feeling con Javier Maroto, frente a la estrecha relación que mantiene con los alcaldes de Gijón, Málaga, Elche y Palma de Mallorca, por ejemplo. Y en la calle suelen confundirle con el lehendakari López aunque, de momento, el sueño de Lazcoz sigue estando en la Alcaldía.