ES verdad, a los periodistas nos gustan más los titulares que a un tonto una tiza. Simplifican nuestro trabajo, parece más de lo que es y, por si fuera poco, a un buen titular le suele seguir otro. Especialmente durante la campaña electoral, cuando los discursos repetitivos, cargados de promesas, tienen de repente ese chispazo que resuelven una crónica. Pero no crean que somos tan malos, también tenemos nuestro corazoncito ciudadano y, a veces, hasta nos interesan esas pequeñas grandes cosas que nos afectan más allá de los titulares de pim, pam, pum.
No es cuestión de revolver sobre lo que ya no tiene remedio: Euskadi tiene que devolver 430 millones de euros por el IVA de Rover a las arcas del Estado. Pero sí es buen momento una campaña electoral para buscar las responsabilidades de este carísimo desaguisado a razón de doscientos y pico euros por cabeza.
Lo explicó muy bien el diputado general de Araba, Xabier Agirre, en Euskadi Prime Time de las televisiones del Grupo Noticias. A él, y a mí en los doscientos y pico euros que me toca, nos gustaría saber por qué el Gobierno de Zapatero incumplió el pacto presupuestario suscrito con el PNV, se saltó por primera vez un dictamen de la Junta Arbitral del Concierto y, qué casualidad, metió el asunto en el Tribunal Supremo para que este fallara el primer día de campaña electoral. Y el Gobierno Vasco, con 300 millones de euros menos en la caja, a callar.
Me parece muy realista ampliar la cobertura de la Renta de Garantía de Ingresos a aquellos que trabajando tienen una renta tan baja que necesitan este apoyo económico público. Aunque sea en campaña, bienvenida sea la medida. Más dudas tengo sobre la conveniencia de hacerlo con carácter retroactivo a uno de enero, porque ello obliga a revisar miles de solicitudes rechazadas hasta la semana pasada; gasto burocrático por una mala previsión.
Ricardo Barkala, concejal de Acción Social del Ayuntamiento de Bilbao y candidato, ha puesto el dedo en la llaga: la medida es correcta, pero los ayuntamientos no tienen una asignación adecuada para hacer frente a esta nueva demanda. La financiación municipal es un asunto no resuelto, a falta de la Ley que el Gobierno anunció y también va con retraso, que es una de esas pequeñas grandes cosas que echo en falta en la campaña.
La campaña permite descubrir también nuestra particular extrema derecha, que para eso somos europeos y no nos libramos de ese fenómeno que va en aumento en estos tiempos de crisis.
En las elecciones alemanas de 1933, sí cuando Hitler llegó al poder, triunfó el lema Alemania para los alemanes. En 2011, Maroto, candidato del PP a la alcaldía de Gasteiz, nos propone algo así como "Vitoria para los vitorianos". Ni una ayuda social para los "inmigrantes" que no lleven cinco años empadronados.
Es un discurso muy en boga en la Unión Europea, ha triunfado hace poco en Finlandia, tiene mucho peso en Dinamarca y hasta en la vecina Francia ha vuelto a renacer el fenómeno Le Pen. El Partido Popular lo intentó con relativo éxito en Catalunya y ya lo tenemos en Euskadi. La buena noticia es que se ha quedado solo y que el resto de partidos que concurren a las elecciones no se han dejado arrastrar por este discurso tan xenófobo como populista.
¡Qué seis folios más rechulos le han salido al redactor del Código de Etica y Buen Gobierno (sic) que nos presentó la portavoz del Ejecutivo vasco, Idoia Mendia! No es que sea muy concreto, pero si efectivamente van a firmarlo en cascada a los cargos de designación se les va a atragantar el punto octavo: "Las decisiones se adoptarán con objetividad hacia las personas e imparcialidad respecto a las diferentes opciones legalmente admisibles. Prevalecerá siempre el interés general, sin consideraciones personales, familiares [¡ojo al dato Ares, Pastor, Gil, etc!], corporativas, [¿firmará Bengoa?], clientelares [¡uy cuando se enteren Ana Urchueguía e Isabel Muela!] o de amistad puedan influir en contra de este principio".
Presentar este documento en plena campaña hubiera sido un buen momento para proponer medidas, un poco más concretas para evitar la corrupción. Por ejemplo, que un alcalde no pueda hacer uso de decretos autoritarios para saltarse los dictámenes de secretarios e interventores municipales.
Sólo eso vale más que los seis folios de Mendia.
¡Qué código ético más rechulo le ha salido al Gobierno Vasco! A algunos cargos se les va a atragantar