Fernando Orozco lleva casi treinta años dedicado al negocio de las flores. Fundador de Krabelin y de varias empresas más, entre ellas Loregorri, que da empleo como floristas a personas discapacitadas, era un ciudadano ni más ni menos interesado en la política que cualquier otro hasta que un día, en la cabina de las papeletas, se encontró con la del PUM+J, Por un mundo más justo. "Me gustó su eslogan, Acabar con la pobreza en el mundo es una decisión política. Creo que es así, y por eso me metí en esto". Ahora se presenta como número uno por Álava y, mientras toma café junto al candidato a alcalde de Vitoria por la formación, Oidor Irigoyen, explica las dificultades a las que se enfrenta este grupo de "locos entre comillas" para sacar la cabeza entre los grandes partidos y tratar de superar los más de 900 votos que lograron en la anterior cita electoral. "Nunca se debe subestimar a un grupo de personas convencidas de lo que tienen que hacer", avisa.
"Hemos puesto 50 euros cada uno para pagar los carteles y a nivel nacional el presupuesto viene a ser unos 2.500 euros", señala Orozco, quien pide difusión para su principal acto de campaña. "Este sábado vamos a ponernos a dar abrazos solidarios en la plaza de la Virgen Blanca. El abrazo iguala, hermana, y es una idea llamativa, significativa y sobre todo muy barata".
¿Y cómo desarrolla el PUM+J esa idea de que un mundo más justo es posible? "Este país tiene cinco millones de parados, hay muchísima gente que lo está pasando mal, y las empresas cada vez ganan más. El año pasado le pagamos 3.000 millones de euros extra a eso que se llaman los mercados, que nadie sabe lo que es. Esos millones salieron de las mamografías que ya no se hacen, de los servicios sociales que se recortan, de los sueldos de los funcionarios, y creemos que existen otras maneras de gestionar el dinero para que los más desfavorecidos no se queden sin nada", asegura Orozco, que afirma estar al margen de ideologías.
"Yo no soy ni de izquierdas ni de derechas, tengo muy buenos amigos en todos los partidos, pero la Justicia es la Justicia", asegura. E insiste: "existen poderes que están por encima de las naciones y que determinan las políticas de esas naciones. Cuando se dice que 'el diferencial con el tipo alemán ha subido' significa que nos toca pagar más, pero sólo son movimientos especulativos que enriquecen a cierta gente, no responden a la realidad", denuncia.
Ante esa situación, propone la rebelión pacífica contra los bancos. "Hay un dicho que dice que si debes un millón y no lo pagas tienes un problema, pero si debes 1.000 millones y no los pagas el problema lo tiene el banco. Por qué no vamos a plantar cara como han hecho los islandeses, que tengan ellos el problema, que han creado una crisis en todo el mundo y los únicos que hemos pagado el pato hemos sido los que estamos aquí trabajando", propone.
El candidato del PUM+J da un dato: "con el 10% del dinero que se ha destinado a ayudar a los bancos nos jubilaríamos a los 65 años, en vez de a los 67. Volvemos a lo de siempre, hemos avalado a los bancos por una millonada sin ningún tipo de garantía, y para que ellos nos den 10.000 euros tenemos que hipotecar nuestra casa. En el último año, el número de familias en dificultades para llegar a fin de mes creció un 8%, y luego escuchas que Telefónica ha tenido el mayor beneficio de la historia y que encima van a echar a 6.000 trabajadores. Pues no, como los eches nos borramos todos", plantea.
Quizá no sea posible salirse del sistema así como así, pero como le ha enseñado la filosofía budista de la que es seguidor desde hace años, cada cual debe hacer lo que esté en su mano para ayudar a los demás: "el dinero en el banco sólo ayuda al que ha creado la crisis, si me lo gasto en la tienda de enfrente, ése se lo gastará en la de enfrente, así que procuro comprar en la frutería de debajo de casa y no ir a las grandes superficies. Y no quiero tener dinero ahorrado", afirma este firme partidario de detener el crecimiento infinito "en un planeta finito".
Orozco, que antes de instalarse definitivamente en Vitoria trabajó en Cádiz, en Inglaterra y en Holanda, es un emprendedor que reclama "ideas nuevas" en política.
"Una de las cosas que proponemos si entramos en la Diputación son los pastores de bosques. Se trata de utilizar a desempleados de entre las personas más desfavorecidas, que reciben ayudas sociales, para plantar bosques. El año pasado pagamos 740 millones de euros para cumplir la multa del protocolo de Kioto. Hacen falta sumideros de CO2, y para ello podemos plantar especies arbustivas como la retama, que está en todas las carreteras y es de las que más CO2 absorbe. Podríamos vender la cuota que absorbe el CO2 y dar trabajo de calidad prácticamente gratis, porque lo sacaríamos de lo que no pagaremos por Kioto", explica.
En el mundo de la empresa ha aprendido además que se pueden hacer negocios de una forma ética. "El problema no es el dinero, es la codicia", señala el candidato a diputado general por el PUM+J, convencido de que con voluntad se puede conseguir prácticamente lo que se desee. "Tenemos que hacer ruido, pensar que un mundo mejor es posible, que podemos vivir mejor todos y no unos pocos, pero tenemos que creérnoslo", concluye.