Vitoria. Curiosos los discursos de ayer en los actos centrales de la campaña vasca, que se centralizaron fundamentalmente en Donostia y que tuvieron al primer invitado ilustre de estos quince días en tierras vascas, el ministro del Interior, Alfredo Pérez Rubalcaba. Ayer tocó hablar de matrimonios, sin amor -"la pareja PSE-PP"- y de conveniencia -Bildu-, decía el presidente jeltzale, Iñigo Urkullu. Y de hipotéticas relaciones que, a día de hoy, parecen peculiares, como la que negó el lehendakari, Patxi López -"el Partido Socialista no va a pactar en ningún Ayuntamiento o Diputación con Bildu"- o sugerentes, al menos por lo novedoso - "¿quién, sino el PP y el PNV, han hablado, por ejemplo, de pactar aquí en San Sebastián, sin programa, sin propuestas, con tal de echar a Odón?"-.

En definitiva, la campaña vasca se sumerge en el debate sobre una de las características que la definen en muchas de sus instituciones: el equilibrio. En eso, el territorio alavés es el paradigma. Y los partidos son conscientes de que el 23 de mayo empezará otra carrera, la de la negociación de alianzas. Por ahora, toca apelar al voto sin descubrir las cartas propias y dejando al aire las ajenas.

Mensajes

Gestión y pluralidad

Así, Urkullu se aplicó ayer a reivindicar ese cauce central de la política vasca que se convirtió en un punto ineludible de los discursos de Juan José Ibarretxe. "Ahora la sociedad va a poder poner a cada uno en su sitio, aunque hayamos hecho ya la campaña gratis a otros", comenzó el líder jeltzale, "y ante esta oportunidad, nos encontramos con un pacto PSE-PP que sólo mira al pasado". "Y en el otro extremo, Bildu", continuó. "Sólo quieren enredar, desviar la atención, ocultar su sonoro fracaso de más de tres décadas. A nosotros la izquierda abertzale no nos va a enredar. No nos va a marear".

"Llevamos 34 haciéndoles campañas a quienes no sabemos nada de su compromiso con el día a día", insistió el burukide, en lo que será uno de los mensajes clave del PNV en esta campaña. Gestión. Los jeltzales exhibirán gestión frente al a la referencia socialista del Gobierno de Patxi López, al que le ha tocado en suerte lidiar con una crisis económica galopante; pero también frente a Bildu y la izquierda abertzale histórica.

A poca distancia de la Plaza de la Trinidad, en el Kursaal, Patxi López también se zambulló en el asunto de los pactos postelectorales, consciente de que uno de los fantasmas contra los que los socialistas tienen que luchar en esta campaña es que la alianza PSE-PP tras el 22-M está sellada. "Que se revise el señor Urkullu y el PNV lo de la política de frentes y quien la practica, porque ellos y sólo ellos, están intentando reeditarla -dijo López-. También con Bildu". De este modo, el líder de los socialistas vascos aseguró que "no hay frente, porque la política de pactos y alianzas tras las elecciones en Euskadi será tan plural y diversa como el propio país". "¿Quién, sino el PP y el PNV, han hablado, por ejemplo, de pactar aquí en San Sebastián, sin programa, sin propuestas, con tal de echar a Odón? ¿O en otras partes, con tal de que no gobernemos los socialistas? ¿Ése es el objetivo, ése es su proyecto, echar a los socialistas?".

Pérez Rubalcaba

Campaña municipal y foral

El vicepresidente primero y ministro del Interior fue el encargado de introducir en la ecuación del discurso de López al PP, en su clave estatal. Alfredo Pérez Rubalcaba acusó a populares y jeltzales de querer convertir esta campaña "en una cosa distinta"; el partido de Urkullu, en "una reválida" del Gobierno Vasco, y los populares, en "un referéndum" sobre José Luis Rodríguez Zapatero.

Evitó Rubalcaba referirse a la suspensión de apoyo parlamentario a nuevas iniciativas del Gobierno tras el veto del Supremo a Bildu anunciado por el PNV -un cese temporal de convivencia que Urkullu y Zapatero intentarán reconducir tras las elecciones-, pero fue el presidente de los populares vascos quien no pudo resistirse a mencionar el asunto, durante su participación en un acto electoral en Vitoria, para afirmar que Urkullu se ha retratado al anunciar la ruptura de relaciones con el Gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero si se ilegalizaba a Bildu y no por la situación económica, de los pensionistas o del paro.