BILBAO. ¿Por qué acabó ETA (pm)?

Respondía, por una parte, al planteamiento previo por el que había surgido EIA como partido y a la ponencia de Pertur. Luego tuvieron una época de intentar forzar la profundización en la democracia y en el Estatuto y, después de unos años de actividad intensa, vieron que por ahí no se conseguía absolutamente nada. Al revés. Aunque no fue solo por eso, se produjo un intento de golpe de Estado y la nueva política hacia las comunidades con la Loapa.

¿La presión policial movía a actuar desde la política?

Más que a eso, se debió a un planteamiento político. Una organización como ETA siempre tendrá represión. Siempre influye, pero mucho más importante debe ser hacer un planteamiento político ante el resultado de sus campañas, que era ninguno.

La negociación con el Gobierno de UCD fue técnica, sobre la amnistía, y no política. ¿Sería posible hoy?

Desde luego, si la actual ETA quiere algún tipo de negociación, tendrá que tener clarísimo eso. Otra negociación es absolutamente imposible.

Las víctimas no tenían capacidad de presión. ¿Facilitó el proceso?

Más que facilitar aquello, lo que hace es obstaculizar un proceso ahora. La actividad de ETA militar con las nuevas estrategias que planteó y con los disparates que ha hecho le ha ido enajenando apoyos y, al revés, ha ido aglutinando a aquellos que no estaban de acuerdo con ello. Es lo que dificulta ahora, incluso, los planteamientos para una negociación puramente técnica.

¿El Gobierno español era entonces más proclive a negociar?

Indudablemente. Las cosas se ponen mucho más difíciles después, cuando surgen movimientos populares, por muy manipulados que estén, que arrastran a gente y van calando con movilizaciones contra ETA.

¿EE lo tuvo más fácil que otros partidos que ahora apuestan por la política y encuentran más barreras?

Evidentemente. Los tiempos eran diferentes. Después ha habido una dinámica en la que se han enzarzado las estrategias del PP y ETA militar, hasta una situación que parece sin salida. Es mucho más difícil.

Bixente Serrano. Foto: javier bergasa