vitoria. La periodistas y activista tunecina Sihem Bensedrine advierte del riesgo de que se reproduzca el antiguo régimen de Ben Ali si no salen del Gobierno de unidad los ministros que durante años sirvieron al presidente depuesto. Sin embargo, confía en que el pueblo tunecino se mantedrá firme, como ha venido haciendo en el último mes. "Los tunecinos están muy vigilantes de esta proceso y saben exactamente lo que quieren", aclara. Bensedrine, de 60 años, llegó el pasado abril a Barcelona a través del programa Escritor Refugiado, debido a la continua persecución que sufría por parte del régimen por sus denuncias de violaciones a los derechos humanos y la falta de libertad de expresión. Cuando estalló la protesta, Bensedrine quiso viajar a su país, donde pudo asistir a la caída del temido dictador tunecino.

¿Cómo valora el proceso de transición que está viviendo en estos momentos Túnez?

El desafío para la transición es asegurarse el éxito de la revolución, evitar una situación caótica. Algunas fuerzas policiales dentro del viejo sistema están tratando de crear situaciones de caos y justificar así un control policial y una posible vuelta del antiguo régimen. Es muy importante que seamos responsables y evitar este escenario caótico. Otra cuestión es evitar que se reproduzca el antiguo sistema pero en una nueva fase, porque el Gobierno de unidad está formado principalmente por miembros del régimen de Ben Ali y existe el riesgo de que se reproduzca el antiguo sistema. Es necesario cambiar la ley, la Constitución, todo el sistema jurídico creado por la dictadura. El mayor desafío es garantizar que el proceso democrático vaya en la dirección correcta.

Las protestas sociales lograron un gran éxito, expulsar del poder a Ben Ali. Sin embargo, la gente continúa aún manifestándose en las calles. ¿Están marcando los tunecinos, desde la calle, los pasos de este proceso de transición?

Por supuesto. El primer paso ha sido protestar por el hecho de que en el Gobierno de unidad haya figuras del antiguo régimen y que los miembros de la oposición no tengan realmente peso en él. Luego, se añadió la demanda general de la disolución del partido de antiguo régimen, la Reagrupación Constitucional Democrática (RDC). Ha habido grandes manifestaciones frente a la principal delegación de este partido en la capital y los manifestantes llegaron a descolgar el rótulo de la RCD. Ese día se anunció la disolución de su órgano directivo. Pero estas demandas aún continúan. No ha terminado la lucha.

¿Está viviendo este momento histórico con esperanza?

Sí, estoy muy optimista porque los tunecinos están muy vigilantes de este proceso y saben exactamente lo que quieren. Estoy muy contenta porque hay muchas compañías públicas o administraciones públicas, como es el caso de Tunisie Télécom, que han expulsado al director y han elegido a uno nuevo. También los jueces han hecho grandes manifestaciones contra los compañeros vendidos al antiguo régimen. Jueces que jugaban sucio. Estos magistrados, que cumplían las órdenes de Leila -la esposa de Ben Ali-, han sido expulsados. La gente, desde abajo, y no desde el poder, está impulsando los cambios.

¿Qué ha tenido esta protesta de especial para lograr este gran éxito?

Ha tenido éxito precisamente porque la gente sabe exactamente lo que quiere y está luchando por ello, la socidad civil en su conjunto. En estos momentos, estamos pensando en crear una especie de podamos involucrarnos en el proceso democrático. Que podamos jugar un papel en él, que podamos debatir y tomar decisiones. Que seamos responsables de lo que se está viviendo en Túnez y que ejerzamos algún tipo de control sobre lo que se hace desde el poder.

¿Cómo vivió el inicio de la protesta? ¿Estaba en Túnez o Barcelona?

Estaba en Barcelona, volví un día antes de que el dictador fuera depuesto. Estaba muy contenta de formar parte de este grandioso acontecimiento.

¿Cómo sufrió usted el régimen de Ben Ali?

Como en cualquier dictadura, la Policía, día y noche, nos cacheaba, nos pegaba, se nos privaba de la libertad de ir donde quisiéramos, de comunicarnos, nuestras conexiones a Internet estaban cortadas. Era algo terrible. Te sentías mal, tenías miedo de decir lo que pensabas. Era un sistema y un Estado policial. Todo lo que decías o lo que escribías era enviado al servicio de seguridad y eras castigado por ello. Tu familia, tus amigos, tus hijos eran castigados por ello. Te podían castigar sin trabajo, te quedabas sin trabajo tú o tu marido. Eran conscientes de todo lo que hacías, de tus movimientos.