SE llama Joan Pérez y nadie lo ha visto. Primero, porque es un personaje de ficción y segundo, porque no se atreve a salir de la calle. Por su culpa, Montilla volverá a ser presidente de la Generalitat durante cuatro años más. Finalizado el recuento en la noche electoral, lo anuncian las noticias de TV3: el tripartito de PSC-ERC-ICV ha sumado un voto más que CiU y la persona que dejó de ir a votar está identificada. Se llama Joan Pérez y su amiga dice que en el fondo es una buena persona, pero prefirió quedarse en casa y no votar porque daba por seguro que Artur Mas iba a ganar con mayoría absoluta. Vecinos indignados se manifiestan frente a su domicilio.
Esta escena es la que presenta el vídeo de campaña que recibe a los visitantes de la web de CiU (http://tdtres.ciu.cat/) y es ahora mismo el mejor ejemplo de la preocupación que reina en la coalición nacionalista llamada a gobernar si los sondeos no fallan. Las encuestas expresan de forma clara que CiU volverá a ganar, y lo hará con un amplio margen, los comicios de mañana, pero los buenos augurios para el cambio a la catalana pueden generar una peligrosa desmovilización de su electorado natural.
No son sólo los convergentes los que tratan de activar a su electorado. Los socialistas han aprovechado las redes sociales para apropiarse de Joan Pérez, registrar su nombre en Twitter y abrir la cuenta con un mensaje: sí fui a votar, lo que pasa es que voté a Montilla. En el PSC sospechan que 300.000 catalanes del cinturón de Barcelona que acudieron a las urnas en las generales para apoyar, por ejemplo, a Carmen Chacón (la candidata con mayor número de votos absolutos emitidos en Catalunya) decidan quedarse esta vez en casa.
Eso explica la decisión de los socialistas de recurrir en la recta final de campaña al ascendente español. En su mitin central en el Palau Sant Jordi, Montilla quedó encogido frente a Chacón, Zapatero y Felipe González. Sí, el mismo que hace quince días defendía a Galindo, Barrionuevo y Vera. El mismo que aún duda sobre si asesinar a la cúpula de ETA era o no una opción acertada. Pero este asunto, en Catalunya, no tiene importancia. ¿Se atreverá Patxi López a algo parecido en Euskadi?
Shakira, Montilla y Mas han llenado el Palau San Jordi en los tres últimos días. Bueno, lo de llenar es un decir, porque salvo los filosocialistas de El Periódico y El País, el resto de cabeceras vieron huecos en las gradas durante el mitin del PSC. CiU cerró anoche allí su campaña, dando por supuesto que es caballo ganador y que, esta vez sí, la foto comparativa de ambos mítines les iba a beneficiar. Necesitan rematar, tras siete años de tripartito, una campaña en la que hemos visto a un Artur Mas cambiado, cercano, bajado del pedestal en el que se subió cuando se puso la complicada tarea de sustituir a Jordi Pujol. A la tercera va la vencida, repiten como un mantra en el cuartel general de CiU. Pero el miedo va por dentro, saben lo que es ganar y no gobernar. Por eso, no les basta con ganar, tienen que sumar más que el resto, y para eso tienen que votar los miles de Joan Pérez que según las encuestas aún no tienen claro si se acercarán al colegio electoral o no.
Los sondeos desvelan la intención de voto, pero no son capaces de determinar qué ocurre con ese 50% de potenciales votantes que aún no lo tienen claro. El no sabe/no contesta es tan amplio que desconcierta a los analistas. Algunos apuntan a que se trata de abstencionistas desencantados con los vaivenes de la política catalana de los últimos tres años.
Otros muchos, como el sociólogo Salva Cardús, creen que sencillamente aún no saben qué votar y por eso se computan erróneamente como abstención. La participación, añade, será alta y él augura que beneficiará más a CiU en su intento de alcanzar la mayoría absoluta que al PSC en tratar de evitar una debacle.
Mañana a la noche sabremos si Joan Pérez se quedó en casa o le convencieron para votar.