AL mitin central del PSC no se va por trabajo, se acude por vicio. Especialmente cuando el cartel anuncia que compartirán escenario los dos hombres que han marcado la historia reciente del socialismo heredado de Suresnes: Felipe González y José Luis Rodríguez Zapatero. Con el antiguo líder y el actual, sentados a derecha e izquierda, el ya casi expresident Montilla queda como una anécdota. El mitin no ha comenzado. Miro hacia el público y siento un escalofrío. Miles de personas aplauden a rabiar cada aparición de González, que es la estrella de un Palau de Sant Jordi que no se llegó a abarrotar. ¡Guapo! Le gritan. Comparativamente, ni Montilla ni Zapatero reciben ni la mitad del batir de palmas. De hecho, da la sensación de que lo que diga o haga es secundario. Parafraseando a la Bruja Avería: ¡Viva el GAL, viva el capital! Esto no tiene gracia. Fue hace menos de un mes cuando el antiguo inquilino de la Moncloa se puso sobre los hombros la cruz de la guerra sucia. Pero no parece que a nadie le importe. Como diría José Bono, otro de los ilustres, él es "el mejor presidente, de la A a la X". Aunque en esta ocasión, González no se despacha sobre lo que pudo hacer y no hizo. Ninguna referencia al botón rojo que, según sus propias palabras, pudo pulsar. Él llegó ayer a Barcelona para levantar los ánimos de un electorado socialista al que le están lastrando los recortes sociales que se deciden en Madrid. Y el ya canoso showman, que sube al estrado entre música de talk show, con harmónica incluida, se despacha sobre las más que necesarias reformas económicas. El ¡viva el GAL! ya lo soltó hace unos días en las páginas de El País. Ahora ha llegado para convencernos de otra cosa: ¡Viva el capital! "Nos dicen que la reforma de ajuste económico es de derechas. Yo les digo, era sí o sí", insiste. Eso es, como decía la escritora catalana Rosa Regás en estas mismas páginas, "hacer pagar la crisis a los trabajadores". Pero sigue estupendo a sus 68 años. Y eso era lo que importa. Por cierto, que un grupo de asistentes progresistas casi agreden a activistas pro saharauis que mostraron banderas durante la intervención de Zapatero. Por comentarlo.
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