Bilbao. ¿Cómo surge el proyecto para realizar este libro?
Hace año y medio, con motivo del bicentenario. Entonces, decidimos hacer en la Euskal Etxea una investigación sobre qué hicieron los vascos, país a país, en el momento de los hechos que fueron llevando hacia la independencia de América de España. Buscamos expertos historiadores de cada país y les propusimos hacer a cada uno un capítulo de investigación sobre el papel de los vascos y vascas en la independencia.
¿Cuál es el objetivo del libro?
Recoger esa memoria de doscientos años y no dejarla perder. El libro ha tenido una muy buena acogida, lo estamos circulando por todas las Euskal Etxeak de distintos países. El libro busca hacer notar en todo el continente la influencia vasca, que es bicentenaria. Recuperar esa memoria histórica.
¿Cómo describiría la influencia vasca en el proceso independentista americano?
Desgraciadamente, en América, toda esa influencia vasca se fue olvidando en alguna medida. En Colombia, por ejemplo, el 33% de la población tiene el primer o segundo apellido vasco, en un país de 45 millones de personas, y no saben que sus apellidos son vascos. Sólo en Medellín, donde viven dos millones cuatrocientas mil personas, hay un millón de personas con apellido vasco. El propósito era ir a las raíces de cuando América empieza a ser un continente independiente, ver el papel que jugaron los vascos y las vascas en ese proceso. Se quería salvar esa memoria. En este sentido, es un libro único porque habla de todo el continente.
¿Es Simón Bolívar el personaje por excelencia en la lucha independentistas americana?
En el caso de los países andinos, reivindicamos mucho la figura de Simón Bolívar. Pero Bolívar no estuvo en México ni en Centroamérica y tuvo muy poca influencia en Chile, por ejemplo. Bolívar estaba en lo que fue la Gran Colombia, Venezuela, Colombia, Perú, Ecuador. Su sueño era crear un sólo país. Pero no sólo estuvo él, nosotros también tuvimos al (capitán) Antonio Ricaurte o a (Policarpa) Salabarrieta, una mujer guerrera. Bolívar es nuestro símbolo, pero la presencia vasca es grandiosa por todas partes. Por ejemplo, hay una mujer en Bolivia que juega un papel importante, Vicenta Juaristi Eguino. También hay que recordar que de los catorce virreyes que hubo en Colombia, siete eran vascos. Cuando Colón va a América y lleva el Galeón Santamaría, éste era hecho en Bilbao, muchos vascos fueron en él como marineros y luego se quedaron allá. Nuestra función es revivir eso, volver a los temas vascos allá, crear una gran casa vasca allá.
Los bicentenarios han pasado casi desapercibidos en España...
Nosotros somos conscientes de que el bicentenario no se ha vivido, que España pasó la página rápido. No era algo de recordar. Pero los vascos no tienen por qué pasar la página rápido, los vascos se vincularon a movimientos libertarios, los vascos se quedaron y somos hijos de vascos. Sólo a Medellín llegaron 128 ramas de vascos, porque esa zona es muy parecida al País Vasco, es montañosa.
¿Qué representa ahora la población vasca en América?
Es mucho más pequeña, pero estamos viviendo otra vez la presencia española y vasca, en cuanto a empresas. Por ejemplo, Kaiku acaba de ingresar a Colombia. Ahora hay una segunda llegada vasca a Colombia porque hay un mercado que se está consolidando y hay una crisis aquí. En Bogotá tenemos una Euskal Etxea preciosa, la montamos hace unos ocho años y yo soy el vicepresidente. Desde entonces ha cogido mucha fuerza y ahora hemos montado un grupo de empresarios vascos, que se llama emprebask. Hemos contratado a un taller de cerámica la reproducción a tamaño natural del Gernika de Picasso para llevarlo a Bogotá y colocarlo en la plaza de Gernika, donde está la Euskal Etxea.
¿Cuándo comienza a circular el libro en el País Vasco?
El libro se va a distribuir a partir de esta semana a través de Elkar. Hay poca memoria en el País Vasco de esa migración, de lo que aportó. El vasco se ha ido otra vez encerrando en el poderío que ha tenido, industrial, maravilloso, y se ha perdido la fuerza de la migración. Mi padre, por ejemplo, es de Idiazabal, lo mandaron a estudiar Ingeniería a París y de ahí se embarcó a Colombia. Nosotros somos ya de una generación muy directa. Somos los hijos, pero en Colombia o en América se fue perdiendo mucho esa conexión y recuperarlo me parece fundamental. Ahora recuperamos lo vasco del bicentenario.